La fiesta de Doncic fue demasiado corta
Luka tan solo pudo jugar cinco minutos por un problema muscular
El esloveno recibió infinidad de ovaciones y homenajes en una noche muy especial
La fiesta de Luka Doncic en Madrid fue demasiado corta. Un inoportuno problema muscular apenas le permitió jugar un rato en el esperado partido entre los dos equipos que comparten su corazón, el Real Madrid y los Dallas Mavericks. La victoria fue local (127-123) tras una gran remontada en el último cuarto con reivindicación incluida de Facundo Campazzo (20 puntos) ante su ex equipo. Llull (19), Poirier (19) y Yasubele (18) fueron los otros artífices de la tercera victoria en la historia de los blancos ante un rival NBA.
Distensión muscular en el gemelo izquierdo. Ese nombre recibe la inesperada molestia física -ni siquiera lesión- que atacó a Doncic un día antes del partido «más sentimental» de su carrera, como él mismo lo había definido. La noticia se conoció unos minutos antes del pitido inicial y cayó como un jarro de agua en el WiZink Center. Fue como aquel viejo anuncio de un medicamento donde el enfermo llegaba derrotado a casa y topaba con una fiesta sorpresa de cumpleaños.
En otras condiciones Luka ni se hubiera vestido de corto, pero el ambiente era demasiado especial. «He insistido para jugar, no puedo dejar que la gente no me vea esta noche», reconocía. Calentó con una toalla caliente rodeando su gemelo mermado e hizo el esfuerzo de liderar el quinteto titular de los Mavericks, después de recibir una ovación de época y la insignia de oro y brillantes del Real Madrid de manos de Florentino Pérez. No sería el último homenaje de la noche.
LUKA
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Empezó el partido y Doncic hizo lo que mejor sabe: enchufar. Pim, pam, pum, tres triples en esos cinco minutos iniciales tan bonitos y que a tan poco supieron. Con la tensión, o falta de ella, típica de un partido de pretemporada, incluso se permitió la broma de meterle un triple desde ocho metros a su amigo Rudy. Se fue al banquillo despacio y cómo saber si lo hacía por prudencia física o para saborear un poco más la noche.
Todo giraba en torno a Doncic, hasta los concursos típicos para entretener al público en los tiempos muertos se basaban en preguntas sobre él. Al final del primer cuarto, que acabó con ventaja mínima del Madrid (38-37), otro homenaje. Esta vez el esloveno recibió una réplica a tamaño real de la décima Euroliga, la que conquistó en 2018 siendo el MVP. Y hasta el círculo central se acercaron para abrazarle Felipe Reyes, Maciulis, Thompkins, Randolph… Nostalgia a paladas. Que Luka nunca olvide dónde está su casa si algún día decide volver a jugar en Europa.
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Y así transcurría unos de esos partidos que prometen mucho y luego se revelan rácanos, más allá de los muelles de Derrick Jones Jr. (¿cuánto es capaz de saltar ese hombre?), los triples de Tim Hardaway Jr. y alguna diablura de Campazzo, con ganas de brillar ante una franquicia que apenas le concedió oportunidades y donde cerró su periplo en la NBA. Los Mavericks llegaron al descanso con una pequeña ventaja (65-71).
Marcador digno de la NBA en un partido con sus reglas y hasta árbitros traídos desde Estados Unidos. Era todo tan yanqui que hasta se representó una historia de Hollywood: Miguel, un aficionado anónimo, se llevó un cochazo en el descanso anotando desde el centro del campo en otro concurso. Kyrie Irving, la otra mega estrella lesionada de la noche, saludaba al público vestido con un traje caqui.
Campazzo enciende al Palacio
En el tercer cuarto se acentuaba aún más el ritmo de pachanga que acompañaba al partido y los americanos amenazaban con romperlo de todo tras otro triple de Hardaway (82-96). Si no remataban la faena era porque Llull y Poirier se resistían al rimo cansino del encuentro y hacían que al Madrid le quedara algo de vida antes del último cuarto (90-99).
"El partido está disfrutón… Absolutamente disfrutón…". @guillegimenez_#dormiresdecobardes pic.twitter.com/irEo2zJl9E
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En el último cuarto arreciaban desde la grada los gritos de «¡Luka, Luka!» y Doncic respondía a todos saludando y resignado porque le pedían un imposible. Bastante había hecho. Y a falta de cuatro minutos, el Palacio por fin se encendió de verdad con un mate de Yabusele que ponía el marcador en un puño (101-104). Otro triple del francés lo empataba a falta de dos minutos (118-118). El Madrid jugando con los titulares y los Mavericks con su fondo de armario, mostrando lo poco que les importaba el partido. Un poco más de orgullo no habría estado mal. Campazzo olió la sangre y desató un final muy americano que dejó tan feliz a la hinchada blanca.
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