Contaminación Plástico y contaminación

Los viajeros del tiempo existen: son botellas de plástico

En un siglo habremos multiplicado por 1.200 la producción mundial de plástico

El auge de la industria del plástico comenzó en los años 50 del pasado siglo

El plástico no es biodegradable, sino que se descompone en microplásticos

Restos de envases de plástico encontrados en una playa.
Restos de envases de plástico encontrados en una playa.

Dentro de 500 años, es muy probable que alguien se encuentre con los restos de una botella de plástico que fue lanzada al mar tal día como hoy. Esto es así debido a la inmensa cantidad de tiempo que tarda en descomponerse este tipo de materiales sintéticos derivados del petróleo.

De hecho, cada vez son más habituales los testimonios que nos hablan de artículos de plástico hallados en cualquier playa y que fueron producidos hace décadas, en los inicios del boom de la industria de los plásticos. Nos encontramos así con objetos que son auténticos viajeros del tiempo que nos cuentan historias que probablemente no queremos escuchar.

Historias que nos hablan del poco cuidado que tuvimos, y que seguimos teniendo como sociedad, a la hora de gestionar un tipo de residuos especialmente preocupantes, debido a que los plásticos no son biodegradables.

Lo que sucede con ellos es que terminan, después de decenas o de cientos de años, dependiendo del tipo de polímero, fragmentándose en micros y nanoplásticos que acaban invadiendo tanto el medioambiente como los organismos de multitud de especies, incluyendo los seres humanos.

Mensajes en una botella

En el portal de la asociación Vivir sin plástico hay varios artículos sobre botellas fabricadas hace muchos años y que aparecen, de pronto, en la costa catalana, viajando no sólo a través del tiempo, sino también a través del espacio.

Así sucedió con las botellas de javel, que significa lejía en francés, encontradas recientemente por los miembros de la citada entidad. Según cuentan: «En la costa catalana es común encontrar residuos procedentes de Francia, tanto por la cercanía geográfica como por las corrientes marinas. Pero nunca imaginamos toparnos con tantos envases de lejía franceses, ni tan antiguos».

Los responsables de Vivir sin plástico calculan que estos envases tendrán entre 50 y 60 años y se hacen la siguiente reflexión: «Dicen que el mar guarda historias. Estas botellas no llegaron ayer. Han pasado décadas vagando, atrapadas o enterradas… Y ahora el mar nos las devuelve como un mensaje muy claro: el plástico en el océano no desaparece».

Por el mar y por el aire

Ciertamente, la alta persistencia de los plásticos, incluso en el medio marino, hace factible su desplazamiento no ya entre países vecinos, sino a distancias mucho más lejanas, en un viaje que les puede llevar al lejano Ártico, o bien desencadenar la formación de islas de plástico de enormes dimensiones, superando a varios países.

Menos conocido es el hecho de que, cuando los polímeros se descomponen en fibras de microplásticos, dichos residuos pueden recorrer también miles de kilómetros por el aire, en forma de partículas en suspensión, hasta llegar, de igual modo, a los helados confines de nuestro planeta.

«Los resultados de nuestro modelo muestran que las fibras microplásticas de aproximadamente 1 mm de longitud emitidas en zonas pobladas tienen mayor probabilidad de alcanzar regiones extremadamente remotas del planeta, incluido el Ártico», explica en un estudio publicado en la revista Environmental Science & Technology sobre esta cuestión.

Capa de ozono

En este trabajo también se afirma que determinadas fibras llegan hasta la estratosfera, «donde la degradación por radiación ultravioleta puede liberar cloro y bromo, dañando así potencialmente la capa de ozono estratosférico», aseguran lo investigadores.

«Estos hallazgos sugieren que la creciente carga ambiental y las emisiones de plástico, aún en aumento, plantean múltiples amenazas para la vida en la Tierra», concluye dicho estudio.

Dentro 500 años

Como ya se ha señalado, el gran auge de la industria de los plásticos comenzó en la década de los años 50 del pasado siglo. Esta es la razón de que sea posible encontrarnos con botellas que datan, prácticamente, de los momentos en que comenzó su fabricación en masa. Pero hay que recordar que una botella de plástico tarda hasta 500 años en descomponerse, aseguran desde Greenpeace.

Lo cual significa que, dentro de medio milenio, probablemente aparecerán recipientes en nuestras playas y océanos que fueron fabricados en estos momentos.

Y podría tratarse de un problema de enorme magnitud: si a mediados del siglo pasado se producían en todo el mundo un millón y medio de toneladas de plásticos, se prevé que a mediados de este siglo, la cifra llegue a 1.800 millones de toneladas, calcula la campaña Hogar sin tóxicos.

plásticos reciclados

Enorme producción mundial

Es decir, en un siglo habremos multiplicado por 1.200 la producción de plástico en el planeta, mientras que la población mundial “sólo” se habrá multiplicado por cuatro en el mismo periodo, pasando de 2.500 millones de habitantes a cerca de 10.000 millones, según las estimaciones de Naciones Unidas.

Lo cual significa que el futuro se llenará de estos incómodos viajeros del tiempo, salvo que seamos capaces de encontrar una solución que nos permita depender menos de estos polímeros, o que garantice que sean correctamente reciclados o eliminados.

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