Ciencia

Cómo se pone un nombre científico a las especies que habitan nuestro planeta

Guadalmazán publica "El arte de nombrar la vida". Historias fascinantes de la taxonomía científica, de Carlos Lobato

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Identificada la característica de los virus que los hace más propensos a saltar de animales a humanos

nombres especies
La obra de Carlos Lobato explica cómo se determinan los nombres científicos de las criaturas que habitan nuestro planeta
Antonio Quilis Sanz
  • Antonio Quilis Sanz
  • Periodista especializado en información medioambiental desde hace más de 20 años y ahora responsable de OKGREEN en OKDIARIO. Antiguo director de El Mundo Ecológico y colaborador en temas de medioambiente, ecología y sostenibilidad en Cadena Ser.

Si alguna vez te has preguntado cómo se atribuye un nombre científico a las especies que pueblan nuestro planeta, tienes un interesante libro que recopila las curiosidades más sorprendentes del mundo de la nomenclatura científica.

En esta obra de Carlos Lobato editada por la editorial Guadalmazán, se se descubre el increíble método de cómo los científicos ponen nombres con ejemplos, anécdotas y un gran despliegue de personajes históricos, mitológicos y literarios como protagonistas.

De Galileo a Mundodisco

Leyendo sus casi 500 páginas podrás descubrir que el protozoo Pentadinium galileoi tiene una forma que recuerda al planeta Saturno con sus anillos y que, por este motivo, se apellida Galileo.

El arte de nombrar la vida
Portada de la obra «El arte de nombrar la vida» de Carlos Lobato

Si te acuerdas de la saga de Mundodisco de Terry Prachet, un mundo plano sostenido por cuatro elefantes que, a su vez, se apoyan en el caparazón de Gran A’Tuin, la tortuga estelar podrás conocer que el quelonio fósil llamado Psephophorus terrypratchetti le debe su nombre a esta serie literaria.

El sevillano Carlos Lobato Fernández, autor del blog «La Ciencia de la Vida» y colaborador habitual en programas de radio y revistas de divulgación científica como Muy Interesante, abre aquí una puerta a rincones, grietas y cajones de viejos museos de historia natural, así como a mundos extintos habitados por fabulosas criaturas, siguiendo el hilo que conecta familias, géneros y especies y sus diferentes nombres.

En la obra se explican las reglas de la nomenclatura binomial para conformar los nombres de las criaturas que habitan la Tierra y cuándo y por qué se dictaron. A través de un relato divulgativo y esclarecedor se revela la enorme transcendencia de un acto tan potencialmente creativo como el de poner nombre a animales.

Dinosaurios, plantas o reptiles

Tal y como describe en el prólogo Eugenio Manuel Fernández Aguilar, leer sus páginas significa adentrarse en «un paisaje intemporal poblado por todo tipo de criaturas vivientes, desde las bacterias más ignotas hasta los más formidables dinosaurios, pasando por las plantas más preciadas y recónditas o los insectos, anfibios reptiles, aves y mamíferos más insólitos y fascinantes que han existido».

En la contraportada del puedes encontrar el sorprendente dato de que «con casi dos millones de especies descritas, y quizás con millones más por decubrir, adjudicar los nombres de especies se convierte en una responsabilidad capital tras el descubrimiento de una nueva especie. De la mano de las palabras las designan, se percibe y se entiende la complejidad de la naturaleza que nos rodea».