Greenpeace pide eliminar un millón de hectáreas de regadío en España para asegurar el consumo de agua
Informe "Cuánto podremos regar" en el que se cuantifica el impacto que tendrá la reducción prevista de disponibilidad de agua en los próximos años
Según la organización, los modelos climáticos para el futuro señalan que cada vez habrá menos recursos disponibles, más sequías y más frecuentes
La organización ecologista Greenpeace ha publicado un informe en el que pregunta en su título ¿Cuánto podremos regar?, en un contexto que pone a España en «una presión de demanda de agua insostenible, por lo que es preciso rebajarla, reduciendo las superficies de regadíos y los volúmenes de agua usados en ellos», según indica la entidad.
En el centro del problema está la emergencia climática que «hará que, antes de 2040, sea necesario reducir, en casi un millón, las hectáreas de riego actuales en España, especialmente las dedicadas a la agricultura intensiva e industrial».
Esta es la conclusión del informe que cuantifica el impacto que tendrá la reducción prevista de disponibilidad de agua en los próximos años (2030-2100) sobre el campo, teniendo en cuenta las previsiones meteorológicas y de aumento de la demanda, detalladas en el tercer ciclo de planificación hidrológica (hasta 2027).
Aumento de regadíos
Greenpeace cuenta que nuestro país tiene 3.975.000 hectáreas de regadío en la actualidad y que «ha seguido aumentado sus regadíos hasta 2022 y propone, a corto plazo, seguir aumentándolos, como se observa en los diferentes planes hidrológicos de cuenca».
Sin embargo, la propia estrategia de lucha contra la desertificación y todos los modelos climáticos para el futuro señalan que cada vez habrá menos recursos disponibles, más sequías y más frecuentes, anota la organización ecologista.
Como argumentos para esta medida, Greenpeace explica que «las precipitaciones serán más irregulares, por ello habrá más sequías y, paradójicamente, más inundaciones».
Aumento de conflictos
Además, indica que el aumento de conflictos por el agua, como ya se ha visto, entre agricultura e hidroeléctricas, el uso urbano y el recreativo o los caudales ecológicos de los ríos y los ecosistemas acuáticos, que hasta ahora no se incluían en la ecuación, también serán decisivos en el futuro.
Entre los problemas que se vislumbran en el futuro acerca de la transcendencia de la problemática se apunta a que también afectará a las relaciones entre comunidades autónomas y, en el futuro, entre comarcas o ciudades, por los aumentos de demandas y la disminución del recurso agua disponible.
Año hidrólogico, un espejismo
Greenpeace recuerda que «hoy se cierra el año hidrológico 2023-24 con cifras mejores que el anterior, con los embalses al 47.92%», que califica como un dato ascendente puntual en medio de una tendencia descendente. Y cualquier persona sensata entiende lo que eso significa. En vez de celebrar, hay que trabajar: la crisis del agua se soluciona cuando hay agua porque, cuando falte, será tarde».
Para la organización ecologista, la solución «pasa por el regadío -sobre todo el intensivo-, que se está llevando el 80% del agua», explica Julio Barea, responsable de la campaña de Agua en Greenpeace.
«No estamos diciendo que el regadío es malo, estamos señalando que, a menos disponibilidad de agua, hay que reducir demanda. Y hay que hacerlo bien para que los pequeños y medianos agricultores no se vean sin futuro, señalando a quienes acaparan aguas y tierras para la agricultura intensiva», apunta Barea.
Menos precipitaciones
Según datos del CEDEX (Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas), se esperan unas reducciones moderadas de precipitación en el primer tercio del siglo XXI, que «se harán mucho más intensas de ahí en adelante», según lo reflejado en el estudio de Greenpeace.
Alega que los datos futuros no se pueden predecir exactamente, por lo que elaboran dos modelos de hipótesis: la 4.5, que es la optimista y asume un momento máximo de emisiones de gases de efecto invernadero para 2040, previendo que disminuirán después, y la 8.5, más pesimista, que asume que las emisiones continuarán aumentando durante todo el siglo XXI.
Evapotranspiración
El incremento de la temperatura conlleva un incremento de la evapotranspiración (ETP) por lo que espera un fuerte aumento de este fenómeno para mediados del siglo XXI, con incrementos cercanos al 10% en las cuencas más extensas, que en el último tercio del siglo seguirán aumentando, acercándose al 20%.
Por todo lo anterior, según los datos públicos, la entidad señala que «tendremos entre un 4,04% y un 6,88% menos de agua de aquí al año 2040 (previsiones más a futuro introducen ya muchas incertidumbres en los cálculos) y, aún así, paradójicamente, las demandas previstas por los planes de cuenca de tercer ciclo arrojan más de 4.000 hm³ de exceso, ya de entrada».
Además, añade que no se han tenido en cuenta otras variables que «agravan, y mucho, el problema, como que las peores previsiones en la realidad están siendo superadas, también que existe mucho regadío ilegal no contabilizado (cerca de un millón de pozos ilegales) y que buena parte del riego lo perdemos en exportación, en desperdicio alimentario, en excedente agrario, en macrogranjas…».
Propuesta de reducción
Traducir los hectómetros cúbicos a hectáreas de regadío que hay que eliminar es difícil de calcular a futuro pero, aplicando el planteamiento de que la reducción de superficie se realizará de forma proporcional a los diferentes cultivos actuales, se podría estimar la superficie de regadío máximo para 2040.
Greenpeace propone una reducción del 20-25 % del regadío, lo que, en términos de superficie, supone una reducción de entre 650 mil hectáreas y casi un millón hasta 2040.
Todo ello basándose en las previsiones oficiales del cambio climático en España (entre 800.000 y casi un millón de hectáreas en el caso de la cuantificación por ESYRCE -Encuesta sobre Superficies y Rendimientos de Cultivos- y entre 650 mil y 800 mil por la cuantificación realizada por SIOSE -Sistema de Ocupación del Suelo de España-) y a los problemas añadidos, citados antes, y no recogidos en dicha previsión.
«En el marco de la emergencia climática, gestionar el agua es crucial. Las cifras son claras: de seguir como hasta ahora, llegaremos a un colapso hídrico», concluye Barea.
Demandas de Greenpeace para el regadío
Entre las demandas están el poner en marcha de forma urgente una moratoria a los nuevos regadíos intensivos y reducir para 2040 un total de 983.981 hectáreas de regadíos. Para ello es necesario que el Gobierno establezca una hoja de ruta de reducción de los regadíos, incluyendo en la planificación el cambio climático.
La reducción de estos regadíos debe enfocarse a las grandes explotaciones (fondos de inversión, empresas del agribusiness…), así como a aquellas que, por su cultivo, obtienen altas dotaciones por hectárea y, por lo tanto, no se adaptan a las condiciones climáticas actuales (regadíos en superintensivo de frutos secos, superintensivo de olivar, aguacates…).
Eliminar todos los regadíos ilegales del país.
Recomiendan que las reducciones de regadíos se deben realizar sobre las zonas de los actuales regadíos (516.803 hectáreas) que están ubicados sobre zonas tensionadas (sobre acuíferos en mal estado cuantitativo y químico, así como sobre zonas vulnerables a la contaminación por nitratos).
Revisar los proyectos de inversión
Otras de las peticiones de Greenpeace consiste en congelar totalmente la inversión en nuevos regadíos en todas las cuencas y revisar los proyectos de modernización de regadíos deben revisarse para evitar que se usen como falsa justificación y solución para incrementar la superficie de regadío y prometer nuevos derechos de riego.
Entre las propuestas se indica que es necesario revisar los destinos finales de los productos de los regadíos a los que van asignadas las demandas de agua. «Desligar la modernización de regadíos del incremento de producción. El agua que se puede ahorrar con la eficiencia debe volver a la red de drenaje natural. Es especialmente importante defender y preservar los caudales ecológicos», explica la entidad ecologista.
Más eficiencia y menos ganado
Se indica en el informe que las nuevas inversiones en eficiencia del regadío o para conseguir más recursos hídricos, a través de desalación-reutilización, deben repercutir íntegramente los costes de la inversión en los usuarios que las demanden, «especialmente si los beneficiarios de estas inversiones no son pequeños y medianos agricultores».
Concluyen con una última medida en la que se señala que hay que «reducir de forma progresiva la cabaña ganadera en intensivo para alcanzar un 50% menos en 2030 y así reducir la demanda directa e indirecta de agua y también su contaminación».