La DGT confirma qué es mejor: frenar o pasar en un semáforo en ámbar
Cualquier conductor con experiencia sabe que el segundo en el que la luz verde del semáforo cambia a ámbar obliga a tomar una decisión rápida: frenar de golpe o continuar la marcha. Este dilema tiene consecuencias legales que aparecen recogidas en el Reglamento General de Circulación, que establece claramente que la luz amarilla, también llamada ámbar, indica que el conductor debe detener su vehículo como si se tratara de un semáforo en rojo. Sin embargo, la normativa contempla excepciones que permiten continuar la marcha si no es posible detenerse con seguridad.
Los artículos 146, 147 y 76 del Reglamento General de Circulación establecen lo siguiente: «El conductor está obligado a detenerse ante un semáforo que emita luz roja. La luz amarilla indica que el conductor debe detener su vehículo antes del paso de peatones o del límite del cruce, salvo que la detención sea insegura por proximidad al cruce o velocidad excesiva»; «Cuando el semáforo emita luz ámbar intermitente, los conductores deben extremar la precaución y ceder el paso a los usuarios que ya estén en la intersección o que tengan prioridad, pudiendo continuar si es seguro»; «El conductor debe mantener la distancia necesaria con el vehículo que le precede para poder detenerse de forma segura ante cualquier obstáculo o señal que lo requiera, incluyendo semáforos en ámbar», respectivamente.
La DGT aclara esta duda sobre los semáforos
En la práctica, esto significa que si un vehículo se aproxima a un semáforo y tiene tiempo suficiente para frenar con seguridad, debe hacerlo. Pero si detenerse de manera repentina puede provocar una colisión, lo mejor es continuar la marcha. Por lo tanto, el conductor debe interpretar la situación en tiempo real, teniendo en cuenta factores como la velocidad, la distancia de los vehículos que circula detrás y las condiciones de la calzada.
El contexto legal también es importante. Saltarse el semáforo en rojo se considera una infracción grave: según la Dirección General de Tráfico (DGT), la multa puede ascender a 200 euros, y además, se pueden perder hasta cuatro puntos del carnet de conducir.
Ahora bien, si la luz ámbar del semáforo es intermitente, no existe obligación de detenerse, aunque sí se debe prestar especial atención y ceder el paso cuando sea necesario. Esto implica que el conductor debe mantenerse alerta y anticipar el comportamiento de otros vehículos y peatones, utilizando el sentido común para prevenir accidentes.
La experiencia demuestra que frenar de forma brusca ante un semáforo que cambia de verde a amarillo puede ser más peligroso que continuar la marcha con precaución. Esto se debe a que un frenazo repentino puede provocar colisiones por alcance, especialmente si el vehículo que circula detrás no mantiene una distancia de seguridad adecuada. Por ello, los conductores más experimentados aprenden a calcular la trayectoria, la velocidad y la posición de otros automóviles para decidir de manera segura si deben detenerse o continuar.
Conducción defensiva
Cuando salgas a la carretera, es fundamental poner en práctica la conducción preventiva o defensiva, un conjunto de técnicas sencillas que te ayudarán a anticiparte al riesgo y prevenir situaciones de peligro.
Lo primero es la observación. Debes mirar lejos, con una mirada panorámica que abarque más allá de lo que ocurre justo delante de tu vehículo. A mayor velocidad, tendrás que observar más lejos para anticiparte a cualquier situación. También es importante estar atento a tu alrededor, revisando los espejos retrovisores de forma regular para saber qué ocurre a tu lado y detrás. No olvides controlar el ángulo muerto girando ligeramente la cabeza de vez en cuando.
La anticipación es clave. Si en algún momento prevés un peligro, levanta el pie del acelerador. Circulando más despacio tendrás más margen de maniobra para reaccionar ante cualquier imprevisto. Desconfía de situaciones potencialmente peligrosas, por ejemplo, si un coche debe cederte el paso en un STOP. Traza un plan alternativo, de modo que, si algo ocurre, sepas cómo reaccionar correctamente sin verte sorprendido.
La separación con otros vehículos también es esencial. Mantén al menos dos segundos de separación respecto a un punto fijo entre tu vehículo y el que va delante. En cuanto a los que circulan detrás, frena con tiempo y de forma progresiva para mantenerlos a raya. En semáforos o atascos, adviérteles que estás detenido pisando el freno o usando las luces de emergencia.
La conducción eficiente no solo ayuda a ahorrar combustible, sino que también reduce la contaminación y el desgaste del vehículo. Por ejemplo, no es necesario acelerar al arrancar, ya que la electrónica del coche regula de forma automática las condiciones del encendido. Usa la primera marcha solo para arrancar y cambia a segunda tras unos segundos o 5-10 metros de recorrido. Acelera de forma progresiva, sin pisar a fondo el pedal, y realiza los cambios de marcha entre 1.500 y 2.500 revoluciones si tu motor es de gasolina, o entre 1.300 y 2.000 si es diésel.
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