Cinco averías típicas que puedes evitar si guardas el coche en garaje
Es una lástima que, todavía, haya conductores que no le den la importancia que merece a dónde duerme su coche, no son conscientes de los beneficios que eso atraería. De forma general, deciden aparcar en la calle porque es lo más cómodo o porque no quieren destinar parte del presupuesto a un garaje. Sin embargo, con el paso del tiempo, el vehículo termina acusando esa exposición constante al sol, al frío, a la humedad o incluso a daños producidos por casualidad, error de un ciudadano, de otro conductor e incluso por posibles actos vandálicos.
Lo que al principio puede parecer un pequeño detalle, tarde o temprano se traducirá en alguna reparación inesperada que podría haberse evitado con el simple gesto de guardarlo bajo techo.
Quienes buscan una solución estable suelen mirar alguna de las opciones de garajes a la venta en toda España disponibles, especialmente cuando han vivido en primera persona el desgaste acelerado que sufre el vehículo en la intemperie. Una plaza no solo aporta seguridad y comodidad diaria, también protege componentes delicados que, con el clima y el paso de los días, empiezan a resentirse.
A continuación, repasamos cinco averías habituales que se pueden prevenir fácilmente si el coche descansa en un garaje, lejos del sol, la lluvia o las heladas.
1. Batería descargada por las bajas temperaturas
Las noches frías afectan directamente al rendimiento de la batería. Cuando el coche duerme en la calle, el frío extremo ralentiza la reacción química interna y disminuye su capacidad para arrancar. Esto se nota especialmente en vehículos diésel o en aquellos que ya tienen unos años. Guardarlo en un garaje, donde la temperatura es más estable, prolonga la vida útil de la batería y evita esos arranques fallidos tan molestos a primera hora de la mañana.
2. Daños en la pintura y en los plásticos por el sol
El sol es uno de los mayores enemigos de la carrocería. Una exposición continuada provoca pérdida de brillo, desgaste del barniz y endurecimiento de los plásticos exteriores. Los propietarios se sorprenden al ver cómo el color empieza a apagarse solo en las superficies más expuestas. En un garaje, la pintura mantiene su tono y los plásticos no se agrietan tan pronto, lo que se traduce en un aspecto más cuidado durante más tiempo.
3. Problemas en los limpiaparabrisas y el parabrisas
La intemperie juega malas pasadas a los limpiaparabrisas, puesto que la goma se va endureciendo con la acción directa de sol, la lluvia constante arrastra suciedad y el hielo puede pegarlos al cristal. Todo esto acorta su vida útil y aumenta el riesgo de que rayen el parabrisas. Además, un impacto leve de una piedra durante una helada facilita que termine en una grieta importante. Con un garaje, estos componentes se conservan mejor y requieren menos sustituciones.
4. Humedades en el interior o en los faros
Pocos saben que cuando un coche pasa demasiadas horas a la intemperie, la humedad se cuela por juntas, puertas o incluso por los sistemas de iluminación. Es habitual ver faros empañados o pequeñas zonas húmedas en alfombrillas y tapicería. Ese exceso de humedad es incómodo y puede derivar en problemas eléctricos. Mantener el vehículo en un espacio cerrado reduce la condensación y evita este tipo de averías silenciosas, pero costosas.
5. Corrosión y óxido en zonas metálicas
La lluvia y el rocío nocturno aceleran la aparición de óxido en partes metálicas expuestas, especialmente en zonas bajas del chasis, tornillería o discos de freno. Aunque muchos vehículos actuales cuentan con tratamientos anticorrosión, la exposición diaria termina desgastándolos. Un garaje evita ese contacto constante con la humedad, retrasando el deterioro y reduciendo las visitas al taller.
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