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La seguridad vial en España está viviendo un proceso de transformación en el que cada vez más tramos de autopistas y autovías reducen sus límites máximos de velocidad de los 120 km/h a 100 km/h. La medida, que forma parte de una estrategia más amplia para mejorar la seguridad en las carreteras, se acompaña de un aumento de radares y sistemas de control dinámico que vigilan en tiempo real el cumplimiento de la normativa.
Hace apenas unos años, la ONU ya recomendaba en su informe «Medidas recomendadas para mejorar la seguridad de la infraestructura vial» la reducción de los límites de velocidad, sugiriendo un máximo de 100 km/h para las autovías. España parece estar siguiendo esta directriz, aplicándola de manera progresiva en distintos tramos del país. Esta decisión marca un contraste evidente con otros países europeos, como la República Checa, donde el Gobierno ha modificado el Código de Circulación para aumentar la velocidad máxima a 150 km/h en un tramo de 50 kilómetros en la nueva autopista D3 que comunica Praga y Linz (en Austria).
Adiós a los 120 km/h en España
En Galicia, la AG-55, desde el polígono de Bértoa, en Carballo (La Coruña), hay varios tramos donde la velocidad máxima permitida es de 100 km/h. Por ejemplo, en el punto kilométrico 19,5 se extiende un tramo de 2,8 kilómetros con este límite, y después del peaje se ha instalado un radar de tramo de tres kilómetros hasta el viaducto de Loureda. Otros tramos cercanos a la entrada a La Coruña también aplican la misma medida.
En Guipúzcoa, la sociedad foral Bidegi, encargada de la gestión de las autopistas, acaba de anunciar la modificación de seis nuevos tramos de la AP-8, pasando de 120 km/h a 100 km/h. La instalación de dos nuevos radares refuerza la vigilancia y garantiza el cumplimiento de la normativa.
Los tramos afectados incluyen tres tramos en dirección Bilbao y tres más en sentido Behobia. Entre Oiartzun y la confluencia con la AP-1 y GI-20, la reducción se aplica en zonas de descenso y antes de curvas, abarcando 1,7 kilómetros en un caso y 1,5 en otro. En Aritzeta, se limita la velocidad en 900 y 800 metros respectivamente, mientras que hacia Elgoibar, la reducción se extiende 1,6 kilómetros. El tramo más largo, de 3,4 kilómetros en dirección Bilbao, se aplica antes de Mendaro, con un radar en mitad del recorrido.
El fenómeno se extiende rápidamente. Cada vez más tramos de autopistas y autovías españolas están eliminando el límite de 120 km/h y obligando a los conductores a circular a 100 km/h.
La AP-7, pionera en límites dinámicos
Una de las autopistas que ha apostado por la innovación es la AP-7, en Cataluña, la cual ha implementado un sistema de límites de velocidad dinámicos, que adapta la velocidad máxima en función de la meteorología, el flujo de tráfico, la hora del día o el estado de la vía. En un tramo de 140 kilómetros entre El Vendrell (Tarragona) y Maçanet de la Selva (Gerona), la velocidad máxima puede rebajarse automáticamente a 100 km/h, gracias a la tecnología de inteligencia artificial.
En otro tramo, entre Vilafranca del Penedés y Martorell (Barcelona), los límites también se reducen a 100 km/h todos los domingos y festivos durante la operación retorno, entre las 15:00 y las 22:00 horas, así como en momentos en que se habilita un carril adicional.
Europa: la dirección contraria
Mientras España reduce sus límites de velocidad, otros países europeos apuestan por mantener o incluso aumentar los límites en sus autopistas. Alemania, por ejemplo, tiene muchos tramos de la Autobahn sin límite de velocidad, donde es legal circular a 130, 140 o incluso 150 km/h según el vehículo y las condiciones del tráfico. Francia e Italia, aunque cuentan con regulaciones estrictas, mantienen límites de 130 km/h.
Diversos estudios internacionales coinciden en que la reducción de la velocidad máxima tiene un impacto directo en la disminución de accidentes y en la gravedad de las lesiones cuando se producen. Según la Asociación Española de la Carretera, reducir 10 km/h en autopistas puede disminuir hasta un 15% la probabilidad de accidentes graves.
Por su parte, la Dirección General de Tráfico (DGT) asegura que estas medidas forman parte de una estrategia integral que incluye campañas de concienciación, incremento de controles y el fomento de la conducción segura.
«Uno de los efectos negativos más destacados de la velocidad sobre el conductor es que afecta directamente a su proceso de percepción visual. A medida que aumenta la velocidad, disminuye la amplitud del campo visual útil, produciéndose el llamado efecto túnel, que impide apreciar cualquier peligro en los laterales de la carretera, algo especialmente peligroso en intersecciones. Por ello, cuanto mayor sea la velocidad, menor será la capacidad de ver y analizar lo que ocurre alrededor (señales, peatones, otros vehículos) y, por tanto, de reaccionar a tiempo y con seguridad. Por ejemplo, a 80 km/h ya se produce una pérdida del 35% en la eficacia visual, y se puede imaginar el impacto cuando se circula a 150 km/h».