La otra ‘ruina’ de Isabel Pantoja
El último vestigio de amor de Pantoja, hecho escombros
Isabel Pantoja lava su imagen
Isabel Pantoja respira tranquila
Algo se está desmoronando en la vida de Isabel Pantoja (61) y no solo su chalet de ‘Mi gitana’. Esta semana, la tonadillera se ha visto obligada a ver su viejo hogar reducido a escombros. Sin embargo, esta debacle de su pasado no es el único al que se enfrenta. Su agenda laboral es igual de ruinosa y tan escasa como sus apariciones públicas en estos últimos tiempos. De hecho, mientras otros artistas de su generación, como Raphael o Miguel Bosé, contemplan más de veinte conciertos en los próximos meses, a la tonadillera solo se ‘le va a enamorar el alma’ en tres únicos conciertos: dos al otro lado del charco (en Miami y Puerto Rico) y uno en Bilbao. Además, no será hasta el próximo mes de octubre hasta que esto se produzca, por lo que la cantante permanece encerrada tras los muros de Cantora desde que se apagaron los focos de su último concierto el pasado 7 de julio en Murcia. Y así será hasta el siguiente, fechado el próximo 13 de octubre.
Lejos queda el tiempo en el que los titulares que escribían sobre ella, lo hacían hablando de arte, de don, de sentimientos o de emoción. Como lejos queda la Isabel que cuando hablaba, lo hacía con copla, con amor, con ‘dientes dientes’ y con pasión. Con su ingreso en prisión aquel 21 de noviembre de 2014, su vida cambió para siempre y Alcalá de Guadaíra se apoderó de su rutina los dos años siguientes. La de ‘A tu vera’ cambió su traje de luces por el de condenada y desde ese momento, su estrella comenzó a apagarse.
Ni la libertad ni Pablo Motos han podido salvarla de este sino. El primer cambio en la vida de la de ‘Marinero de luces’ llegó en abril del año pasado de la mano de Universal Music, su productora. El sello discográfico fue quien acordó la entrevista con ‘El Hormiguero’ y también quien apostó por su silencio. «No vamos a decir nada que no tenga que ver con las acreditaciones para sus conciertos», se limitan a explicar a este digital los responsables del sello discográfico. «Las condiciones para Isabel son las mismas que las de cualquier otro artista», justifican después.
Por su parte, Pantoja tampoco ha querido dar su brazo a torcer fuera de los escenarios y continua su vida en la sombra, dedicada a sus canciones ‘hasta que se apague el sol’. La prueba más sólida de este comportamiento sucedió solo hace unos días, cuando la artista cumplía 61 años en una España que ya no la acoge en sus titulares. Fue un cumpleaños «tranquilo en Cantora con los suyos», tal y como anunció su sobrina Anabel a LOOK, y ni sus hijos ni las redes sociales fueron capaces de resucitar su imagen.
Pantoja solo vende por sus hijos
Porque lo cierto es que Pantoja es un apellido que ya no vende ni por ‘pena penita pena’ ni por ninguna de sus otras bulerías. Ahora solo lo hace por sus hijos, por sus balones gástricos y por sus líos amorosos. La última exclusiva que logró vender este apellido llegó bajo el brazo de Kiko Rivera y el nuevo embarazo de Irene Rosales. Una noticia que alimenta el lado más profesional del DJ, quien además de vender en las revistas, cuenta con una agenda profesional que a día de hoy eclipsa a la de su propia madre. Cabe recordar que el primogénito de la tonadillera cobra entre 2.500 y 4.000 euros por cada una de sus sesiones nocturnas como pinchadiscos.
Por eso, si esa Isabel artista quiere volver a ser ‘la bien pagá’, solo tiene una forma de hacerlo: dando la cara y ‘cantar’ fuera de las luces de un escenario. De lo contrario, Isabel Pantoja continuará entonando ‘la zarzamora’ y ‘llorando por los rincones’. Y Miami, Puerto Rico y Bilbao serán testigos de ello.