Mascarillas ‘de miedo’, la apuesta de una diseñadora islandesa para evitar los contagios
Si hay algo que hemos aprendido después de varios meses confinados a causa de los efectos de la crisis sanitaria provocada por el coronavirus es que la distancia social es uno de los métodos más eficaces para prevenir el contagio de un virus que le ha costado la vida a más de 400.000 personas en todo el mundo y para el que aún no existe ni vacuna ni una terapia eficaz, sino métodos para evitar los contagios, como la distancia social o las mascarillas.
Sin embargo, para evitar un colapso de la economía a nivel mundial es necesario seguir adelante y limitar el aislamiento a los casos más vulnerables. De esta manera, ya que estamos obligados a ‘convivir’ por el momento con el virus, hay que buscar fórmulas que reduzcan la posibilidad de contagiarse. Una higiene cuidada, geles hidroalcohólicos, aforos limitados, distancia social y sobre todo mascarillas se han hecho fundamentales en las últimas semanas.
Son muchas las firmas que se han lanzado al diseño de mascarillas / Cortesía
A las mascarillas higiénicas, quirúrgicas y FPP2 se han sumado una serie de diseños lavables de varias firmas que han hecho de este producto tan necesario todo un complemento de estilo. Aprovechando esta situación, la diseñadora islandesa Yrurari ha lanzado una colección de mascarillas cuya finalidad no es tanto proteger de las partículas que haya en el aire, sino fomentar la distancia social.
Se trata de creaciones un tanto extrañas que se inspiran en algunos programas y series de televisión y que tienen por objetivo “dar miedo”, para así evitar el contacto entre personas, la medida más eficaz de que el virus no se contagie.
“Es un enfoque en clave de humor, la tela no filtra, pero mantiene a la gente alejada”, ha dicho la diseñadora. Están elaboradas en punto, con motivos grotescos como colmillos, lenguas, aparatos dentales… y cada una de las mascarillas puede requerir hasta diez horas de trabajo. De hecho, no tiene intención de producirlas a gran escala a pesar del interés que han suscitado.
Aunque en esta ocasión la diseñadora se ha decantado por elaborar mascarillas porque se trata de un producto muy demandado, lo cierto es que esta línea un tanto grotesca ya comenzó a aplicarla a varias de sus creaciones años atrás, en prendas de punto, aunque no con el objetivo de fomentar la distancia social sino más bien para representar sentimientos confusos que pueden surgir en la vida.