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CRISIS DEL CORONAVIRUS

Windsor, el refugio de la reina Isabel ante el Covid-19

Una fortaleza convertida en residencia real, Windsor es el castillo ocupado más grande del mundo: el ligar perfecto para que la Reina pase la cuarentena

  • Andrea Mori
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No hay mejor refugio para una reina que una fortaleza, pero quizás los muros de un castillo no sean suficiente para frenar el avance de un virus, que puede ser letal para personas de edad tan avanzada como el duque de Edimburgo y la reina Isabel. Cada mes de marzo, la monarca instala su residencia oficial en el castillo de Windsor. Allí permanece unas semanas, tiempo suficiente para que se conozca al lugar como “Corte de Pascua”. En ese período, Isabel II organiza una serie de eventos en los que participan personalidades destacadas de la sociedad británica. Sin embargo, esta vez, el coronavirus ha provocado que Su Majestad haya adelantado su marcha a Windsor una semana y que todas las citas en las que vaya a haber una gran afluencia de público queden pospuestas o canceladas. No se pueden correr riesgos cuando se tiene una reina que ha superado la mayoría de los récords de longevidad.

Por este motivo, y siguiendo con su agenda habitual, la reina Isabel ya se ha instalado tras los muros del histórico castillo de Windsor. De hecho, hace apenas unos días, la monarca no faltaba a su cita dominical con la iglesia y asistía a un servicio religioso en la Royal Chapel, a pesar de las recomendaciones del Gobierno.

La reina Isabel y la princesa Margarita pasaron parte de su infancia en Windsor / Gtres

No es la primera vez que la soberana encuentra refugio en Windsor a una crisis mundial. Durante la Segunda Guerra Mundial, Windsor fue el hogar de la Reina y de la princesa Margarita mientras sus padres apoyaban el esfuerzo del país desde Londres. Es por este motivo que no resulta extraño que Isabel haya recurrido a esta fortaleza, que guarda una fuerte vinculación con la dinastía, sobre todo porque Jorge V el 17 de julio de 1917, adoptó el nombre Windsor renunciando a los títulos de origen alemán. Un detalle que reforzó el vínculo de la Casa con su país y calmó la ira del pueblo británico en plena Gran Guerra, que sentía un fuerte rechazo a todo lo que tuviera relación con Alemania.

En su tiempo de cuarentena en Windsor, la reina Isabel podrá seguir atendiendo a sus obligaciones -con precauciones- y disfrutar de un entorno privilegiado. El castillo cuenta con un sinfín de secretos y leyendas como la que indica que fue allí donde se inventó la tradición de tomar el té a media tarde cuando la duquesa de Bedford quiso apaciguar las largas horas de espera entre un almuerzo temprano y una cena tardía. En la bodega del castillo se guardan más de 18.000 botellas y su cocina es la más antigua del país de manera que, a pesar de la crisis sanitaria, está claro que a la Reina no le va a faltar de nada.

Un castillo con historia

Durante un período de casi un milenio, el Castillo de Windsor ha formado parte de la vida de los distintas dinastías que han ocupado el trono del hoy Reino Unido. Fue Guillermo el Conquistador quien eligió la ubicación para su construcción en torno al año 1070 cuando en una marcha desde Londres buscaba un lugar para proteger el área occidental de la capital. Aunque el castillo ha sufrido numerosas modificaciones, los muros exteriores de la estructura se encuentran en la misma posición que los que levantó Guillermo el Conquistador, de la misma manera que ocurre con la Torre Redonda en la que los diferentes monarcas han ubicado sus aposentos privados.

La Reina y el duque de Edimburgo en el castillo de Windsor / Gtres

La Capilla de San Jorge, donde contrajeron matrimonio Meghan Markle y el príncipe Harry entre otros miembros de la Casa Real, es también el lugar en el que se enterraron diez monarcas británicos: Eduardo IV, Enrique VI, Enrique VIII, Carlos I, Jorge III, Jorge IV, Guillermo IV, Eduardo VII, Jorge V y Jorge VI. Hubo un tiempo en el que el recinto se utilizó como prisión, aunque ahora su función esencial es servir de residencia para la Reina y algunos invitados ilustres.

A la reina Victoria y al príncipe Alberto le debemos gran parte del esplendor de Windsor. Por primera vez en la historia el castillo se abrió al público. De hecho, aunque no fue en San Jorge donde se enterró al Príncipe, la Reina construyó un espectacular mausoleo en Frogmore -en el mismo recinto- para descansar junto a su marido.

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