La triple encrucijada de la reina Isabel en su momento más difícil
La muerte del príncipe Felipe de Edimburgo ha dejado a la reina Isabel sin su mayor apoyo en uno de los momentos más complicados para la Corona
Momentos de profunda tristeza para la reina Isabel. El pasado 9 de abril, la monarca se enfrentaba a uno de los días más duros de su vida, el de la muerte del que ha sido su ‘roca’ los últimos setenta y tres años. El duque de Edimburgo fallecía a primera hora de la mañana en el Castillo de Windsor, donde había regresado el pasado 16 de marzo, tras casi un mes ingresado. Su vuelta a casa fue por la mayoría interpretada como una buena señal, una prueba clara de que su estado había mejorado, pero a tenor de los últimos acontecimientos, todo hace pensar que el Duque, de noventa y nueve años, no quería pasar sus últimos días en un hospital, sino en compañía de los suyos, de su esposa, por cuyo amor renunció a una de sus grandes pasiones: su carrera militar.
El pasado domingo, la condesa de Wessex, Sophie Rhys-Jones, explicaba que Felipe de Edimburgo había pasado tranquilo sus últimos días. Con el rostro compungido y sin apenas poder contener las lágrimas, la mujer del príncipe Eduardo daba las gracias a los medios y a los británicos por las muestras de cariño en este complicado momento y comentaba que el Duque se había ido en paz, acompañado de la Reina, su gran amor. De la misma manera, tanto la princesa Ana, como los príncipes Carlos y Andrés hacían emotivas declaraciones recordando a su padre, todo un ejemplo a seguir, y destacaban su capacidad de esfuerzo y sus años de servicio a la Corona.
Tras ocho días de luto oficial, hoy por fin ha tenido lugar el sepelio en homenaje al Príncipe. Un acto muy reducido en Windsor por razones sanitarias, aunque también por expreso deseo del marido de la reina Isabel quien, al igual que no quería un gran despliegue por el que hubiera sido su cien cumpleaños, también prefería una despedida íntima y familar. Por todo esto, se ha decidido limitar la asistencia a la familia más cercana, que ha incluido al príncipe Harry. A pesar de las recientes polémicas, el duque de Sussex llegaba el lunes a media mañana a Londres para rendir homenaje a su abuelo, por el que siempre sintió una gran admiración.
Los frentes abiertos de la Reina
Al margen de las cuestiones personales, para la reina Isabel se abre ahora un nuevo ciclo vital. A punto de cumplir noventa y cinco años y en medio de una importante crisis no solo en el país, sino institucional, la soberana se enfrenta a una serie de encrucijadas. A pesar de que su marido llevaba cinco años retirado de la vida institucional, seguía siendo su gran apoyo, tanto es así que cuando estalló la pandemia, la Reina decidió refugiarse en Windsor con el Duque, con quien en los últimos tiempos ha habido ocasiones en las que no ha podido convivir por cuestiones oficiales.
El peso de la Corona: un compromiso de por vida
En menos de dos semanas, la monarca celebra su noventa y cinco cumpleaños. Un aniversario privado -es tradición que los reyes británicos lo celebren en público en el mes de junio coincidiendo con el Trooping the Colour- que este año se tiñe de luto. Una cifra muy señalada ya que es la misma a la que el duque de Edimburgo decidió su retirada de la vida institucional. Sin embargo, fuentes cercanas a la soberana aseguran que, a pesar de la tristeza que la invade en estos momentos, su compromiso con la Corona es tan fuerte que no tiene intención de seguir los pasos de su marido cuando se retiró, ni ceder el testigo a las próximas generaciones, al menos de momento. De hecho, apenas unos días después de enfrentarse a esta difícil pérdida, retomaba su actividad oficial para despedirse de su Lord Chamberlain. La monarca cuenta con numerosos apoyos para afrontar este difícil momento y continuar al frente de una institución que, sin duda, vive horas delicadas.
Un aniversario histórico
Al cumpleaños de Isabel II hay que añadir que está previsto una importante celebración el próximo año con motivo de su Jubileo de Platino. El Gobierno ya ha esbozado los preparativos para este nuevo hito en la vida de la monarca, que lleva en el trono desde el año 1952 y que cumplirá setenta años como jefa del Estado. Un momento histórico para la Nación y para la Commonwealth ya que, una vez más, Isabel superará a su tatarabuela, la reina Victoria, que reinó durante sesenta y tres años.
El momento más difícil
Ha trascendido ya que la voluntad del duque de Edimburgo es un funeral discreto. No habrá, por tanto, funeral de Estado, pero sí un sepelio ceremonial real, que es otorgado por el monarca a los miembros de la familia real que tengan un alto rango militar, consortes del soberano y aquellos que se consideren apropiados. Este fue el tipo de despedida que tuvo la reina madre, aunque a mayor escala. Hasta la fecha del entierro, los restos del Príncipe reposarán en la Capilla Privada del Castillo de Windsor hasta entonces.
Será el sábado cuando se celebre el funeral en San Jorge, en Windsor, con la asistencia de treinta personas únicamente. El servicio estará precedido por una Procesión Ceremonial dentro de los terrenos del Castillo de Windsor. El féretro del duque de Edimburgo, cubierto con su estándar personal y una corona de flores. El féretro será llevado en un Land Rover construido específicamente, flanqueado por militares, en una pequeña procesión ceremonial desde la entrada estatal a la Capilla de San Jorge. Se espera que miembros de la familia real y de la casa del duque de Edimburgo caminen detrás del féretro. Al final del servicio, Su Alteza Real será enterrado en la Bóveda Real en la Capilla de San Jorge. Será allí donde también descansará la Reina una vez llegue el momento.