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Siempre en su lugar, siempre discreta y siempre responsable. La princesa Ana ha sido una de las grandes protagonistas de la coronación de Carlos III pero, a diferencia de Catalina Middleton o del propio príncipe Enrique -por diferentes motivos-, la única hija de la Reina Isabel y el príncipe Felipe no ha acaparado los flashes ni por una polémica ni por su estilismo, sino por su compromiso y por haberse convertido en una de las figuras clave de la nueva monarquía que encabeza su hermano mayor.
Aunque se ha comentado hasta la saciedad que para el nuevo soberano son su esposa y los príncipes de Gales sus grandes apoyos, la realidad es que Carlos III cuenta con dos de sus hermanos, Ana y Eduardo, como baluartes fundamentales en esta nueva etapa. Especialmente en el caso de Ana, ya que Eduardo, pese a ser ya duque de Edimburgo, siempre ha jugado un rol algo más secundario, al menos, hasta ahora.
La nueva monarquía del rey Carlos ciertamente tiene vocación de ser más reducida y, sobre todo, más eficiente que la de su madre pero, como bien declaró la propia Ana hace algunos días, no son muchos los recortes que puede hacer ya el soberano, dada la situación actual. Carlos III no tiene entre sus filas ni al duque de York ni a los duques de Sussex, y los hijos de los príncipes de Gales aún son muy pequeños para asumir tareas de representación. A esto hay que añadir que los hijos de la princesa Ana nunca han tenido un papel oficial, al igual que los de los duques de Edimburgo, y que las princesas Beatriz y Eugenia no forman parte de ‘La Firma’ -a pesar de las constantes peticiones de su padre a lo largo de los años-. En este escenario, con mucho trabajo aún por delante y con los primos de la Reina Isabel cada vez más mayores y retirados, Carlos III necesita personas de confianza a las que encomendar tareas esenciales y es ahí donde Ana juega un papel esencial, junto con otros miembros de la Familia Real.
A sus más de 70 años, si hay algo que ha caracterizado a la Princesa es su compromiso con la institución. Ana es la que más se parece a su padre, al que adoraba, pero tiene la vocación de servicio y el espíritu de responsabilidad de la Reina Isabel. De hecho, se la considera la royal más trabajadora, la que más actos oficiales tiene en su agenda, aunque ello no implica que sea la más popular. A diferencia de los príncipes de Gales, Ana no es especialmente cercana, aunque sí tiene un ingenioso sentido del humor. De hecho, en alguna ocasión, su padre llegó a decir que solo le caían bien los caballos, de los que, al igual que su madre, es una apasionada.
Sin embargo, nadie dice que ser simpática sea una condición indispensable para ejercer su papel con absoluta perfección. En un momento clave para la monarquía, Ana se alza como la escudera perfecta de un monarca que, a pesar de las polémicas y controversias, ha conseguido subir al trono junto a la mujer a la que siempre amó. El historial de Carlos no es perfecto, sino todo lo contrario, mientras que el de Ana es absolutamente intachable. Ni siquiera su divorcio hace mella en su trayectoria, a diferencia de lo que le ha ocurrido a sus hermanos.
En la coronación, Ana ha interpretado un papel protagonista, en el que la lealtad y la devoción a la Corona y al monarca son la máxima. Cuando Carlos y Camila abandonaron la Abadía de Westminster en la Carroza de Oro, Ana iba detrás de ellos, escoltándolos desde su papel de Gold-Stick-in-Waiting. Ella era la responsable de dirigir a los 6000 miembros de las Fuerzas Amadas desde la Abadía, por el Mall hasta el Palacio de Buckingham, en el desfile más grande desde el año 1953.
Este cargo nuevo que el monarca ha otorgado a su hermana se originó en el siglo XV y, habitualmente, lo ocupan conjuntamente los Coroneles de los Life Guards y los Blues and Royals. Pero además tiene una connotación importante, ya que es la protectora del monarca. A nadie le extraña que Carlos haya elegido a su hermana por varias razones. Por un lado, a día de hoy, es la persona que más tiempo ha pasado a su lado y, por tanto, es la que mejor le conoce -precisamente por eso, por el tiempo que ha pasado con él-. Pero además, a diferencia de otras personas, Ana es perfectamente consciente de lo que significa ser miembro de la Familia Real, sabe las situaciones que ha tenido que vivir Carlos a lo largo de los años, cómo ha sido su educación, el papel de sus padres… entre ellos no hay secretos. Por eso, no dudará en decirle las cosas tal como las piensa, sean positivas o negativas, aunque eso sí, acatará las decisiones del monarca porque sabe que la Corona tiene que prevalecer siempre. Algo que otras personas no han interiorizado y que, a día de hoy, siguen siendo todo un quebradero de cabeza para él.