La fe de Charlene y el privilegio del blanco: un honor que sólo ella ha tenido en Mónaco
La princesa Charlene puede vestir de blanco ante el Pontífice
Grace Kelly no tuvo esta posibilidad
Cuando la princesa Grace Kelly visitó al Papa Pío XII junto al príncipe Rainiero en 1958, la madre de los príncipes Alberto, Carolina y Estefanía vistió de riguroso negro y llevó la cabeza cubierta. En aquel momento, nadie se planteó que Grace Kelly pudiera vestir de blanco en su encuentro con el Pontífice, como sí que han hecho a lo largo de los años otras reinas católicas.
Grace Kelly no ha sido la única consorte monegasca que ha apostado por el negro ante el Santo Padre, sino que la propia Charlene también ha elegido este color en varios de sus encuentros con el Papa Francisco. Sin embargo, no siempre ha sido así. La esposa del príncipe Alberto es una de las royals que puede hacer uso del privilegio del blanco y de hecho, al menos en una ocasión la hemos visto con un estilismo en este tono.
El privilegio del blanco
El privilegio del blanco es una prerrogativa o un honor protocolario -no es una ley ni forma parte del derecho canónico- que se concedió a algunas reinas católicas y consortes de monarcas católicos como símbolo de agradecimiento por parte de la Santa Sede por mantenerse fieles a la iglesia católica cuando otros muchos se convirtieron al protestantismo. Según este privilegio pueden vestir de blanco en las audiencias y algunos otros actos, mientras que el resto debe apostar por el negro.
A pesar de que las normas se han relajado bastante en los últimos años, el protocolo formal vaticano para las audiencias con el Papa exigía que las mujeres utilizaran vestidos negros, sin escote y con manga larga, falda por debajo de la rodilla y la cabeza cubierta con una mantilla. En el caso de los hombres el código de vestimenta determinaba frac con chaleco y pajarita de piqué blancos.
No obstante, a partid de la década de los 80 la etiqueta vaticana ya no es tan rígida y hay personas que no atienden explícitamente a estas normas. Por ejemplo, los hombres suelen llevar trajes oscuros con corbata en lugar de frac.
Sin embargo, las reinas católicas sí que han conservado el privilegio de blanco y algunas lo siguen a rajatabla, mientras que otras han rebajado la formalidad en sus encuentros con el Papa en el Vaticano. Es el caso de la Reina Letizia, a la que vimos de negro en la beatificación de Juan Pablo II y en la entronización de Francisco, cuando todavía era princesa de Asturias. Sin embargo, en una audiencia en el Vaticano en junio de 2014 -poco después de la proclamación de Felipe VI como jefe del Estado-, la Reina vistió un sencillo traje de color blanco, sin mantilla ni la cabeza cubierta.
En la actualidad pueden hacer uso de este privilegio del blanco, además de la Reina Letizia y de doña Sofía, varias consortes europeas. Las reinas Paola y Matilde de los belgas, la gran duquesa María Teresa de Luxemburgo y la princesa Charlene de Mónaco. Las españolas son las únicas que pueden utilizar peineta.
Hay que añadir a esta lista a la madre de Filiberto de Saboya, como viuda del pretendiente al trono de Italia, así como su todavía esposa, Clotilde Coureau -están separados, pero no se ha confirmado el divorcio.
El privilegio del blanco no se aplica a todas las reinas o consortes católicas, sino solamente a las que tienen vínculos históricos con el Vaticano. No tienen este privilegio otras monarquías católicas como la de Liechtenstein -es un principado- y tampoco Máxima de Holanda puede vestir de blanco. En su caso, a pesar de ser católica, es consorte en un reino protestante. Por eso la hemos visto siempre de negro. No obstante, en ocasiones ha habido miembros de la realeza o autoridades que se han saltado esta norma. Cherie Blair acudió de blanco a una audiencia con el Papa Benedicto XVI, al igual que lo hizo la reina Suthida de Tailandia y una de las reinas consortes de Suazilandia, Nomcebo Zuma.
El reconocimiento a Mónaco
A pesar de que ahora Charlene tiene la posibilidad de vestir de blanco en audiencias con el Papa, la que habría sido su suegra, Grace Kelly, no tuvo esta opción. Aunque Mónaco tiene tradición católica, no es un reino, sino un principado. Esto fue decisivo para que las consortes tuvieran derecho al privilegio del blanco.
No fue hasta el año 2013 cuando, tras una solicitud por parte del Principado de Mónaco, se otorgó el privilegio a la princesa Charlene. El encargado de concederlo fue el Papa Benedicto XVI, que reconoció el estatus católico de Mónaco, así como la fe de la princesa. Ella misma en unas declaraciones a la revista People habló de sus convicciones religiosas: «Según la tradición Grimaldi, el catolicismo es la religión de Estado. Pero para mí representa mucho más», dijo la princesa, que explicó que el príncipe Alberto la llevó a conocer al Papa Benedicto y para ella fue una experiencia conmovedora. Habría que esperar aún algunos años para verla de blanco ante Franciso, en una audiencia en 2016.