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Han pasado casi veinte años desde que Letizia Ortiz entrara a formar parte de la familia real española y se convirtiera en Princesa de Asturias. Fue en mayo de 2004 cuando se celebró la boda de los hoy Reyes en la Catedral de la Almudena de Madrid, pero antes de esta importante cita, la entonces periodista afrontó una prueba de fuego en Dinamarca.
El 13 de mayo de 2004, un día antes del aniversario de boda de los Reyes Juan Carlos y Sofía, don Felipe y su madre viajaron, acompañados de doña Letizia, a Dinamarca, para asistir a las celebraciones con motivo del enlace del hijo mayor de la Reina Margarita, el príncipe Federico, con la australiana Mary Donaldson. Una esperada boda que confirmaba la tendencia que ha imperado en los últimos tiempos en Europa, uniones que desafían los cánones tradicionales y que acercan la institución a la realidad cotidiana.
En aquel mes de mayo de 2004, doña Letizia, aún prometida del Príncipe de Asturias, deslumbró con dos modelos hechos a medida por Lorenzo Caprile, uno de los modistas de confianza de las Infantas Elena y Cristina. Fue la ‘puesta de largo’ de la periodista en un mundo que hasta la fecha le era totalmente desconocido y del que empezó a formar parte a raíz de su enlace, el día 22 de ese mismo mes.
En el concierto anterior a la boda, doña Letizia apostó por un dos piezas de chaqueta estilo corsé en estampado floral, tonos verdes, brocados de seda, botones de cristal y escote barco que combinó con una falda larga y ceñida en rojo, su color fetiche. Como joyas lució unos pendientes de Yanes, de estilo chandelier, que quedaban perfectamente a la vista gracias a su recogido alto, y una pulsera de oro blanco, así como un pequeño clutch con detalles de pedrería. Un look magistral que, a día de hoy, sigue siendo una de sus mejores elecciones.
Sin embargo, la gran prueba de fuego fue el día del enlace, el 14 de mayo en la Catedral de Copenhague. La prometida de don Felipe volvió a confiar en el buen hacer de Lorenzo Caprile, con un vestido a la altura de las circunstancias y que resultaba perfecto para deslumbrar en una alfombra roja. Un modelo ajustado, confeccionado en crepé y tul de seda en color rojo, que combinó con pendientes de rubíes y diamantes y broches a tono, del joyero de la Reina Sofía.
A pesar de que ha sido uno de sus looks más espectaculares, la elección de la futura princesa no estuvo exenta de críticas, ya que algunos apuntaron que se trataba de un estilismo más propio de una actriz de Hollywood que de una royal y que podría llegar a haber eclipsado a la propia novia quien, por cierto, apostó por un peculiar modelo del modista danés Uffe Frank, discípulo de Armani. El vestido de Mary Donaldson ha sido uno de los más comentados de la historia de las novias royal, ya que fue una elección poco acertada para muchos, fruto de un deseo de la australiana de contentar a su futura suegra.
Sea como fuere, lo cierto es que el debut de doña Letizia en Dinamarca ha quedado grabado en la memoria colectiva para siempre, entre muchas alabanzas y no pocas críticas.