La gran encrucijada de Beatriz de York: un resurgir ‘a medias’ con fecha de caducidad
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Beatriz de York se enfrenta a uno de sus cumpleaños más felices, pero a la par, también más complicados. La hija mayor de Sarah Ferguson y el príncipe Andrés ha pasado de ser una de las grandes protagonistas en la escena de la familia Windsor a un segundo plano desde la llegada de Kate Middleton a ‘La Firma’ pero, sobre todo, de la de Meghan Markle. A pesar de los esfuerzos de su padre para que tanto ella como su hermana Eugenia ejercieran tareas de representación para la Corona, a lo largo de los años, el duque de York se ha encontrado con la oposición frontal del príncipe Carlos. No tanto de la reina Isabel quien, al ser Andrés su hijo predilecto, es más que probable que hubiera puesto objeción en que ambas princesas tuvieran un papel más protagonista.
La realidad es que, tanto Beatriz como Eugenia han tenido que buscar su propio camino al margen de la Corona. Es cierto que ellas, por derecho propio, pero, a diferencia de los hijos de la princesa Ana o del conde de Wessex, llevan el título de princesa y el tratamiento de Alteza Real, pero esto no ha trascendido en el momento de su boda, cuando ni siquiera se les ha otorgado un ducado o similar. Algo que sí ha ocurrido en el caso de Guillermo y Harry, que son herederos directos en la línea principal de la sucesión.
Dejando a un lado la situación de la princesa Eugenia, lo cierto es que Beatriz de York siempre ha estado en cierta medida en el punto de mira. Diez años de relación con el empresario Dave Clark no fueron suficientes para dar un paso más en su romance y tuvo que ser testigo de cómo su hermana le daba el ‘sí, quiero’ a Jack Brooksbank antes que ella. No tardó en ponerle remedio a la situación, aunque entre la pandemia del coronavirus y el escándalo que ha rodeado al príncipe Andrés en los últimos años, la realidad es que a la Princesa no le quedó más remedio que una boda medio secreta y con restricciones. Eso sí, ella ha sido la única, hasta el momento, que ha tenido el privilegio de llevar una de las tiaras más importantes del joyero real: la diadema fringe con la que se casó la propia reina Isabel, por no hablar además de lo que significa que la monarca le prestara uno de sus vestidos que Angela Kelly readaptó con maestría para este gran día.
Poco más de un año después del enlace, las cosas han cambiado mucho en Windsor. A pesar de que la situación del duque de York sigue en punto muerto, el reciente fallecimiento de Felipe de Edimburgo ha puesto sobre la mesa muchas cuestiones que, más pronto que tarde, salpicarán a varios miembros de la familia. A día de hoy no se contempla una reducción de la estructura de ‘La Firma’, ni siquiera que la reina piense en abdicar pero, llegado el momento, el príncipe Carlos tiene planes muy ambiciosos para la Corona.
Embarazada de su primer hijo, la Princesa es consciente de que sus descendientes no heredarán título alguno por vía materna -no hay que obviar que su marido sí que es aristócrata en Italia, aunque allí no se reconozca-, pero llegado el momento, el príncipe Carlos sí que podría llevar a cabo una reestructuración de la institución que podría afectar de manera significativa a su vida. Todavía en los actos principales de la Corona, aquellos que tienen un carácter más familiar, los miembros más alejados de la rama central siguen asistiendo, de la misma manera que residen en algunas propiedades que dependen directamente de la institución, como es el caso de St. James o de Kensington.
Con el caso del príncipe Andrés aún sin resolver y Carlos cada vez más cerca del trono, el futuro de Beatriz -y de otros royals de segundo nivel-, se torna más incierto que nunca. Eso sí, nada ni nadie podrá eclipsar la felicidad de la Princesa a punto de cumplir uno de sus mayores deseos.