Famosos

La sobrina de Ana Obregón sobrecoge con el relato de su último ingreso: "Me costaba respirar"

Celia Vega-Penichet acudió a urgencias el día de Nochebuena tras sentirse indispuesta

La joven asegura que no recuerda el camino al hospital porque "temblaba, deliraba y luchaba por mantenerse consciente"

Ana Obregón, Celia Vega-Penichet, sobrina Ana Obregón
Ana Obregón y su sobrina, Celia Vega-Penichet. (Foto: Gtres)
Marta Huertas
  • Marta Huertas
  • Periodista especializada en televisión, crónica social y lifestyle.
    • Actualizado:

El 2025 ha sido un año complicado para Celia Vega-Penichet (33), sobrina de Ana Obregón y ahora también madrina de la pequeña Ana Sandra (la hija póstuma de su primo Aless). La joven confesó a sus seguidores hace tan solo unos meses que había sido diagnosticada con Lyme, «una compleja enfermedad viral y bacteriana». Esta situación le ha hecho pasar por el hospital más veces de las rutinarias. De hecho, ella misma ha publicado que ha vivido «una Navidad diferente» al haber sido ingresada el mismo día de Nochebuena.

«El día 24 llegué a casa de mi madre para preparar juntas la cena y cenar tranquilamente, pero mi cuerpo tenía otros planes. Nada más llegar ya empecé con malestar general, dolor de cabeza, mareo y sensación de me siento regulinchi», comenzaba a escribir en su perfil oficial de Instagram. Añadía que en cuestión de horas comenzó a sufrir vómitos, fiebre muy alta, escalofríos y «un dolor articular brutal». «No sabía qué hacer, cómo ponerme a soportar esto y cómo disimular para no asustar a mi madre», confesaba.

«De repente los dedos rígidos en forma de garra, me costaba respirar y perdía sensibilidad en cara y pies. Para felicidad de mi madre, acepté ir a urgencias», continuaba narrando. Así, Celia pasó la Nochebuena en el hospital junto a su progenitora. Asegura que el trayecto del taxi ni lo recuerda porque «temblaba, deliraba y luchaba por mantenerse consciente». «Cuando llegamos daba gritos de dolor y fue entonces cuando por fin me cogieron una vía. Mi cuerpo y mi cara estaban rígidos. Sentía un frío gélido. Pero mi mente repetía un único mantra: el dolor es relativo», comentaba.

A pesar de que tenía un gran deseo por volver a casa, las analíticas no dijeron lo mismo. «Tenía leucocitosis con neutrofilia, alteraciones de electrolitos, inflamación sistémica y una infección en sangre sin foco claro. Traducción: mi cuerpo de fiesta y yo sin saberlo», recordaba, intentando sacar a relucir su actitud más positiva.

Pero esto no fue todo. Y es que justo una semana antes de este ingreso, Celia tuvo unas anginas que le obligaron a cancelar el inicio del tratamiento para la enfermedad de Lyme que le habían diagnosticado a finales de septiembre. Además, días previos, también estuvo ingresada por pielonefritis aguda. «Convivo —y conviviré— con la enfermedad de Lyme. Es compleja, multisistémica y poco colaboradora. En España es apenas conocida y difícil de diagnosticar. Vivir con ella es una montaña rusa: días malos, buenísimos… y cambios en cuestión de horas. Genial. Seguimos para bingo», expresaba. Aún así, hacía hincapié en que estaba bien y que no estaba por la labor de rendirse. «Estoy a full de motivación. Como siempre, más y mejor y con mucho sentido del humor», concluía.

Lo último en Actualidad

Últimas noticias