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El 8 de septiembre de 2002, la Reina Isabel II falleció en la intimidad de Balmoral, pero no se llevó a la tumba sus secretos. Desde bien joven, la monarca adquirió la costumbre de escribir sus sentimientos y todos aquellos pensamientos que rondasen su cabeza en unos diarios de cuero negro que escribía en la noche, al terminar su jornada, justo cuando nadie la podía molestar. Tras su muerte, en Palacio se rumoreó que sus secretos mejor guardados podrían salir a la luz. Ahora, las palabras de la Reina están custodiadas por la mejor persona para ese cargo.
Ha sido Carlos III el encargado de confiar los relatos de su madre a una persona de plena confianza que brindó su servicio en Buckingham durante 44 años: Paul Whybrew. Más conocido como ‘Paul el alto’, fue uno de los hombres que resaltó por su labor al lado de la soberana. Ahora, tendrá el deber (y el gusto) de revisar una a una cada página de sus diarios con el objetivo de decidir cuáles podrán convertirse en públicos y cuales, al contrario, seguirán siendo un misterio histórico para la posteridad.
El rey Carlos con su madre, Isabel II. / Gtresher most fascinating photos showed them relaxed and at rest.
El nombre de Whybrew sonó con mucha fuerza el 9 de julio de 1982, cuando la seguridad de la Reina Isabel se vio en jaque al colarse un intruso, Michael Fagan, en sus aposentos en plena noche. Entonces, Paul se encargó de encontrarle, calmarle y facilitar su detención. Desde ese momento, si Isabel II tenía dudas de su lealtad, quedaron despejadas de un plumazo. El lacayo pasó a ser su sombra y ahora ha recibido la máxima recompensa por ello. El mayordomo de la monarca tendrá que revisar estos documentos de valor incalculable y tomar una decisión. Sus secretos se dividirán en tres categorías: los públicos que pasarán a estar al alcance de todo el mundo, los privados que serán un misterio para siempre (debido a su carácter personal o sensible) y los que se situarán en un punto intermedio, a los que tendrán acceso los académicos que lo soliciten. Eso sí, algunos hitos de la vida de la soberana más longeva de la historia quedarán para siempre guardados en Palacio, esos hitos entre los que podrían estar conversaciones con Lady Di, desencuentros con Meghan Markle o, incluso, sus planes del trono para cuando faltase. Una información en manos de Paul Whybrew.
Féretro de Isabel II / Gtres
La sombra de la Reina
A sus 60 años, el lacayo de Isabel II ha recibido este reconocimiento en plena jubilación, pero su nombre no pasará a ser historia de la monarquía británica solo por esta cuestión. Whybrew estuvo al lado de la Reina hasta su último suspiro, fue una de sus personas de máxima confianza que se encargaba de sus preciados Corgis, de gestionar sus visitas e, incluso, de acompañarla viendo películas por la noche. Fue mucho más que un lacayo a su orden, fue un pilar fundamental y una persona con quien estableció un vínculo de amistad más allá de su uniforme. Tanto es así que la soberana quiso agradecer su trabajo condecorándole con las insignias de la Real Orden Victoriana y ahora, custodiando sus secretos, su hijo le ha agradecido su inquebrantable lealtad.