UN MOMENTO DELICADO

Los Franco: un amargo aniversario y un negocio que todavía se les resiste

La familia se enfrenta a uno de sus momentos más complicados con un remanente del pasado al que no consigue sacar partido

Carmen Martínez-Bordiú, Jaime Martínez-Bordiú y Francis Franco
Carmen Martínez-Bordiú, Jaime Martínez-Bordiú y Francis Franco
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Se cumple un año de una de las fechas que quedará grabada para siempre en la Historia de España y, más aún, en la memoria de la que fuera una de las familias con más peso en nuestro país. El 24 de octubre de 2019, el Gobierno de Pedro Sánchez cumplía lo que durante muchos años fue una amenaza y conseguía que de El Valle de los Caídos se exhumaran los restos del que había sido Jefe del Estado durante casi cuarenta años, el General Francisco Franco Bahamonde. Comenzaba así una nueva etapa para sus descendientes, que apenas un año antes se habían enfrentado a la pérdida de la hija del militar, Carmen Franco.

Un año después del traslado de los restos del general al cementerio de Mingorrubio, la familia sigue teniendo una asignatura pendiente que tiene mucho que ver con su patrimonio y a la que se suma el reciente disgusto que han recibido debido a que el Juzgado de Primera Instancia número 1 de A Coruña ha estimado íntegramente la demanda interpuesta por el Estado y lo declara propietario del Pazo de Meirás. Esto implica que los Franco deberán devolver el inmueble sin derecho a indemnización alguna por los gastos de mantenimiento de las últimas siete décadas.

Pazo de Meirás

El Pazo de Meirás ha sido el último disgusto para la familia /Gtres

Pero al margen del conflicto de Meirás, hay otro tema inmobiliario que a los Franco se les resiste. Poco antes de la exhumación del militar, este digital publicaba en exclusiva una información relativa a una de las propiedades más destacadas del patrimonio de la familia. Se trataba de una propiedad que, con permiso del Pazo de Meirás, ha constituido el buque insignia de los Franco, la casa que poseen en la privilegiada zona de Madrid, en la calle Hermanos Bécquer, donde residió Carmen Franco hasta su muerte y donde vio crecer a sus cinco hijos en paz y armonía, en un momento en el que era impensable imaginar lo que ocurriría años después. Tal como pudo conocer Look, los descendientes de Franco sacaron al mercado el inmueble completo apenas seis meses después del fallecimiento de la hasta entonces duquesa de Franco.  Lo hicieron por una cifra de 55 millones de euros, importe que tuvieron que bajar a 50 varios meses después. Aunque hubo algunos compradores interesados, finalmente el trato nunca llegó a concretarse.

La familia Franco se enfrentaba a la exhumación del militar el pasado mes de octubre / Gtres

El edificio fue construido en 1922 y se encuentra ubicado en el conjunto histórico de la Villa de Madrid. El inmueble tiene  5.894 m2 construidos, con un patio de 114 m2 y terrazas y azotea que suman otros 240 m2. El inmueble consta de siete plantas a las que se suman un ático y el bajo, todo viviendas a excepción de la primera planta, que la ocupan locales comerciales. Carmen Polo fue la primera en fijarse en la propiedad y adquirir un piso de 500 metros cuadrados, pero poco a poco la familia se fue haciendo con el resto del edificio, ubicado en un enclave estratégico para el Régimen, cerca de la Embajada de Estados Unidos -principal aliado de Franco-.  Aunque algunos de los pisos los ocupaban miembros de la familia, otros los alquilaban por un precio cercano a los 7000 euros mensuales. De hecho, dos de las siete plantas y el local del bajo tienen contratos de alquiler. Según ha trascendido, los herederos de Carmen Franco piden que se compre el inmueble entero y se exige respetar los contratos de alquiler vigentes, algunos de renta antigua.

Carmen Franco

Carmen Franco fallecía a finales del año 2017 / Gtres

El inmueble forma parte de la herencia que recibieron los siete nietos de Franco, junto con otras propiedades y el Pazo de Meirás, que es más que probable que tengan que devolver y que ya intentaron vender por ocho millones de euros.

La realidad es que, a pesar de los beneficios que reporta en forma de alquileres, el mantenimiento de la propiedad también resulta muy caro, motivo más que suficiente para que la familia quiera venderlo. Eso sí, la crisis del coronavirus no ha ayudado a que se incremente la demanda de este tipo de propiedades. A día de hoy, sigue en el mercado. El tiempo dirá.

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