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El enigma Andic: la caída del magnate de Mango y las sombras que aún planean sobre su familia

La muerte de Isak Andic sigue bajo investigación judicial, sin imputados pero con su hijo Jonathan en el centro de las sospechas

La herencia y la figura de Stephanie Knuth, última pareja del empresario, han provocado nuevas tensiones dentro de la familia

El legado de Mango y la discreción de sus hijas, Sarah y Judith, intentan mantener vivo el espíritu del fundador

El enigma Andic: la caída del magnate de Mango y las sombras que aún planean sobre su familia
Isak Andic en un evento en 2010. (Foto: Gtres)

Ha pasado casi un año desde aquella mañana de diciembre en la que el silencio de Montserrat se rompió por un grito. El fundador de Mango, Isak Andic, uno de los empresarios más influyentes de la historia reciente de España, había caído por un barranco en las Cuevas del Salnitre, en Collbató. Tenía 71 años. Su cuerpo fue hallado sin vida tras una búsqueda que conmocionó al país. Pero lo que en un primer momento se consideró un trágico accidente natural se transformó, con el paso de los meses, en un relato más oscuro, rodeado de interrogantes, disputas y silencios.

El Juzgado de Instrucción número 5 de Martorell mantiene abierta la investigación sobre su fallecimiento. Según confirmó el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC), la causa continúa bajo secreto y dirigida por los Mossos d’Esquadra. No existe imputación formal contra ninguna persona, pero el nombre de Jonathan Andic, primogénito del empresario y único acompañante de su padre en el momento del accidente, ha sido objeto de una atención mediática constante.

Isak Andic en un evento de Mango. (Foto: Gtres)

Isak Andic en un evento de Mango. (Foto: Gtres)

Jonathan, de 42 años, vicepresidente del consejo de administración de Mango, fue quien dio la alerta a los servicios de emergencia. Según su relato, caminaba unos metros por delante cuando escuchó un desprendimiento de piedras. Al girarse, su padre ya había desaparecido. Lo encontró al fondo del barranco, sin vida. Las primeras diligencias apuntaron a un accidente, y el caso fue archivado de manera provisional. Sin embargo, incongruencias entre sus dos declaraciones y ciertas dudas técnicas llevaron a la reapertura de la causa en enero de este año. Desde entonces, la familia ha intentado blindarse frente a la presión mediática. «La familia Andic no ha hecho ni hará comentarios durante todos estos meses sobre el fallecimiento de Isak Andic. Continuará colaborando con las autoridades y confía en que se demostrará la inocencia de Jonathan Andic», señalaba un comunicado reciente. Una frase que no solo buscaba desmentir los rumores, sino también proteger el escaso espacio de intimidad que les queda a quienes, durante décadas, hicieron de la discreción su seña de identidad.

Isak Andic fue, ante todo, un hombre reservado. Hijo de emigrantes sefardíes, nació en Estambul en 1953 y llegó a Barcelona a los 16 años. Comenzó vendiendo camisetas junto a su hermano Nahman, y acabó fundando uno de los mayores imperios textiles del mundo. Su visión fue pionera: diseñar desde España una marca con vocación global, elegante, moderna y asequible. Mango se convirtió en un símbolo de la internacionalización económica del país y en un emblema de estilo mediterráneo. Tras su muerte, la pregunta que sobrevuela el entorno empresarial y familiar es la misma: ¿Cómo se gestiona el legado de un hombre tan poderoso y reservado cuando ya no está? La respuesta, a día de hoy, parece ser la división.

Isak Andic en un evento en 2010. (Foto: Gtres)

Isak Andic en un evento en 2010. (Foto: Gtres)

El hijo, el heredero y el señalado

Jonathan Andic creció bajo la sombra del éxito y la exigencia paterna. Educado en Estados Unidos y formado en el IESE, asumió cargos de responsabilidad dentro del grupo desde joven. En 2013, su padre lo nombró vicepresidente ejecutivo y heredero natural del proyecto. Pero las tensiones entre ambos nunca fueron un secreto. Isak, perfeccionista y controlador, no dudó en rectificar decisiones de su hijo cuando los resultados no cumplían las expectativas. En 2019, cedió la dirección ejecutiva a Toni Ruiz, un hombre de su máxima confianza.

Jonathan Andic en un evento. (Foto: Gtres)

Jonathan Andic en un evento. (Foto: Gtres)

El vínculo entre padre e hijo, complejo y lleno de matices, parece haberse convertido ahora en el epicentro de la sospecha. Algunos medios apuntan a contradicciones, otros a una investigación que busca pruebas que aún no existen. Mientras tanto, quienes conocieron a Isak defienden la solidez de ese lazo, más paternal que competitivo, y subrayan el sufrimiento de Jonathan, convertido en objeto de un escrutinio feroz. «Jonathan es tanto víctima como hijo dolido. Nadie imagina lo que está viviendo», afirman fuentes próximas a la familia.

Las hijas invisibles y la herencia dividida

Si el nombre de Jonathan resuena en titulares, el de Sarah y Judith, las otras dos hijas de Isak, apenas se pronuncia. Discretas, formadas y vinculadas a los órganos directivos de Mango, ambas han optado por mantenerse lejos de cualquier foco mediático. Según documentos societarios, ocupan cargos de vicepresidencia y secretaría en varias filiales del grupo. A pesar de ello, su papel en el reparto de la herencia ha sido determinante: las tres ramas familiares -Jonathan, Sarah y Judith- se reparten a partes iguales la fortuna del patriarca, valorada en más de 4.500 millones de euros.

Pero el testamento de Isak Andic no solo incluía a sus hijos. En él figura también un gesto hacia su última pareja, Stephanie Knuth, la mujer que lo acompañó en sus últimos años. Golfista profesional y figura conocida en ciertos círculos sociales catalanes, Stephanie recibió cinco millones de euros, aunque, según publicó El País, habría reclamado una cantidad muy superior, hasta 70 millones, al considerar que su papel en la vida del empresario merecía otro reconocimiento. La tensión con los hijos, especialmente con Jonathan, ha ido en aumento desde entonces.

La mujer, la sombra y la herencia emocional

El amor y la discreción siempre fueron rasgos inseparables en la vida privada de Isak Andic. Su primer matrimonio con Neus Raig Tarragó, madre de sus tres hijos, duró más de veinte años y se disolvió sin estridencias. Pese a la separación, Neus continuó formando parte del entorno familiar más cercano, algo que se reflejó incluso en la esquela publicada tras la muerte del empresario.

Estefanía Knuth en el funeral de Isak Andic. (Foto: Gtres)

Estefanía Knuth en el funeral de Isak Andic. (Foto: Gtres)

En cambio, la relación con Stephanie Knuth representó otra etapa: la del hombre maduro que buscaba calma después de una vida dedicada a los negocios. Quienes los conocieron aseguran que ella lo acompañó en sus últimos años con serenidad y afecto. Pero su irrupción en el testamento y su reclamación posterior han reavivado viejos fantasmas sobre el poder, la herencia y el dinero.

El vacío que deja un gigante

A punto de cumplirse un año de su muerte, el nombre de Isak Andic sigue resonando no solo en los despachos de Mango, sino también en el imaginario colectivo de un país que lo vio construir un imperio desde cero. Su pérdida ha dejado un vacío empresarial, pero también una fractura íntima entre quienes más lo quisieron.

El caso judicial continúa bajo secreto, la familia bajo el foco, y su legado -a medio camino entre la grandeza y el enigma- se mantiene intacto. Quizá esa sea la ironía final de su historia: que un hombre que siempre huyó del ruido haya encontrado, tras su muerte, su eco más estruendoso.

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