Los Duques de Edimburgo, una historia de amor ejemplar en la corte británica

Son una familia ejemplar y no hacen ruido mediático. Su discreción les ha convertido en protagonistas. Han cumplido esta semana 25 años de casados con una valoración muy alta en la crisis de la monarquía inglesa. Los Duques de Edimburgo, Sophie y Eduardo,  son los recambios ejemplares en estos tiempos de crisis.

Son de hecho, la muleta en la que se apoya la institución británica cuando más se tambalea. Es el único hijo de Isabel II que no se ha divorciado. Sofía Rhys-Jones, es la mujer elegida que le sigue haciendo feliz 25 años después de su enlace.

Hace 25 cuando se casaron hubo cierta frialdad en el seno de la familia. Él era el hijo menor de la reina Isabel II y ella una joven y bella publicista de clase media. Hoy cuarto de siglo después, Eduardo encarna la ejemplaridad que se presupone a cualquier monarquía seria.

Lleva el título de duque de Edimburgo por decisión de su padre, -ya que era su favorito y a cuyo parto asistió-, el fallecido duque de Edimburgo. El papel de los duques de Edimburgo es un papel decisivo en estos tiempos convulsos de la monarquía más pomposa de Europa.

Con el rey enfermo de cáncer y con la princesa de Gales, tristemente enferma también de cáncer, la Familia Real británica está en horas bajas.

Los duques de Edimburgo son el relevo perfecto. Son un comodín para ‘la Firma’ que cuando se les necesita, allí están. De hecho últimamente no paran de trabajar en actos públicos.

Su hija, Lady Louise Mountbatten, despunta como una bella heredera con un protagonismo incipiente en las apariciones públicas de la familia. Bellísima y elegante, la joven acapara la atención de las cámaras siempre que se deja ver en público. Una hija muy deseada porque llegó tras varios, -trece, dicen-, abortos. Lord James, el hijo de la pareja, es todavía un colegial.

El pasado 19 de junio celebraron sus bodas de plata: Eduardo, el hermano menor del rey Carlos III y Sofía Rhys-Jones, duques de Edimburgo y condes de Wessex. Una fecha importante en la familia teniendo en cuenta que los hermanos de él están divorciados los tres: Carlos, Ana y Andrés.

Dos borrones en su vida: los rumores de homosexualidad y el momento más difícil para la actual condesa de Wessex tuvo lugar en 2001, cuando un falso periodista la grabó hablando mal de la reina Isabel, la reina madre, Carlos y Camilla y el mismísimo Tony Blair. Un lio que le hizo cerrar la empresa de publicidad que regentaba. 

La reina Isabel llegó a considerar a su nuera Sophie, hija de un comercial y una secretaria, como a una hija más. Su perfil bajo la catapultó a la gloria familiar, paradójicamente. Su enlace se celebró en la capilla de San Jorge en Windsor el 19 de junio. Ni la abadía de Wetsminster ni la catedral de San Pablo, y no hubo excesos protocolarios. El novio solicitó a su madre ser nombrado conde de Wessex, en memoria de Lord Wessex.

Sesenta cumpleaños

El duque de Edimburgo cumplió 60 años llorando, emocionado y feliz con su vida y su familia. Su mujer le dedicó unas bellas palabras de admiración.  Sophie de Wessex destacó el compromiso de quien ocupa el número 13 en la línea de sucesión al trono con las causas a las que apoya. Desde los Premios Duque de Edimburgo que creó su padre y define como «la más inspiradora de las organizaciones benéficas juveniles», al trabajo de los atletas de la Commonwealth, su vínculo con el Instituto Marino del Caribe Central y con el mundo militar. «Es el mejor de los padres, el más cariñoso de los maridos y sigue siendo mi mejor amigo», dijo la duquesa mientras se emocionaba su marido. Se casaron el 19 de junio de 1999 en la capilla de San Jorge del Castillo de Windsor y son padres de dos hijos.