El gol de Pedja, la volea de Zidane, el cabezazo de Sergio Ramos, el penalti de Cristiano y, desde el 28 de mayo, el tanto de Vinicius. El brasileño ha inscrito con letras de oro su nombre en la historia dorada del Real Madrid. Para la eternidad del club más grande del mundo quedará su diana al Liverpool en el Stade de France. Esa que siempre tendrá apellido, ya que se recordará como el gol de la Decimocuarta. Vini ya es leyenda a sus 21 años, cuando todavía tiene muchas cosas que hacer vestido de blanco y, quién sabe, si volver a perforar las redes rivales en alguna otra final de Champions.
El dios del fútbol quiso hacer un guiño a Vinicius en París. Mientras los ojos apuntaban a Benzema, profeta en su tierra y futuro Balón de Oro, fue el brasileño el que se llevó todos los reconocimientos. Eso sí, compartidos con un Courtois que lo paró todo para demostrar que es el mejor portero del mundo. Ahora casi nadie se acuerda, pero no hace tanto a Vini le trataron como un meme. Olvidándose de su edad, de su margen de mejora y sin querer ver unas cualidades que ya enseñaba, aunque no terminaba de perfeccionarlas. El gol ante el Liverpool fue el la Decimocuarta y la mejor manera de ganarse un respeto que, por envidia o simple maldad, muchos no le querían tener.
Vinicius llegó al Real Madrid con 18 años y sus primeros meses los cumplió alternando Castilla con primer equipo. Con el filial, dirigido por un Solari que siempre le entendió y valoró, brilló, aunque también tuvo que vivir episodios lamentables como cuando le mordieron la cabeza en un duelo ante el Atlético de Madrid B. En el club Lopetegui se escudó en que “le faltaba cocción” para poder jugar más minutos con los mayores, mientras que fuera muchas voces se jactaban de menospreciar a un joven con la mayoría de edad recién cumplida.
Una cuestión de confianza
Llegó Solari al primer equipo y su vida cambió. El argentino le puso de titular y, de repente, se convirtió en el hombre que tiraba del, por aquel entonces, 13 veces campeón de Europa. Todo iba bien hasta que una lesión frente al Ajax puso punto final a su temporada. Al año siguiente, ya como miembro de pleno derecho del primer equipo, Zidane no le terminó de dar la confianza que necesitaba. Vinicius demostraba calidad, pero le falta pausa. Pura potencia sin control incapaz de hacer goles. Esto le penalizó.
El galo, que no se hubiese opuesto a una cesión que el club nunca se planteó, no terminó de dar con la tecla. Esa que pulsó Ancelotti desde el primer día. Desde la normalidad, Carletto le dio una confianza que Vinicius ha agradecido notablemente. De pronto, se convirtió en un seguro delante de los porteros rivales, hasta el punto de que ha sido el hombre que ha dado la Champions al Real Madrid con un tanto.
Tras el partido, abandonaba la zona mixta del Stade de France junto a sus amigos Militao y Rodrygo eufórico y sin poder hablar. No era para menos, hacía unos minutos había ganado su primera Copa de Europa. La leyenda ahora se tiene que seguir haciendo más grande.