Rodrygo demostró en el Pizjuán que es un fenómeno. Dos golazos del brasileño dieron el triunfo al Real Madrid en el simulacro del partido ante un Sevilla que miraba a la final de la Europa League. Mención especial para el segundo, uno de los más bellos de la fea Liga de Tebas. El duelo no valió nada y se afeó al final por la cacería sevillista a un Ceballos al que Acuña estuvo a punto de retirar del fútbol. El Pizjuán la tomó con el ex bético porque habían venido de casa dispuestos a enfadarse con el que fuera.
Para el penúltimo capítulo de una Liga para olvidar Ancelotti volvía a agitar su once. Y cambiaba el sistema con tal de no sacar a Hazard. Sin Vinicius, con un oportuno dolor de rodilla, ni Benzema, ni Asensio, el técnico del Real Madrid tuvo que alinear cinco centrocampistas con el único objetivo de no jugar con diez y un bulto sospechoso (el belga). No me enrollaré mucho para contarles, así de carrerilla, que Courtois era el portero; Lucas y Mendy los laterales; Militao y Alaba los centrales; Tchouaméni, Kroos y Modric los centrocampistas; y Ceballos, Valverde y Rodrygo, los tres futbolistas más adelantado.
Enfrente un Sevilla plagado de suplentes. Faltaría más, con la final de la Europa League a la vuelta de la esquina. Por si al partido le faltaba un punto de desinterés, el diluvio universal cayó sobre el Pizjuán antes del partido para convertir el césped en las piscinas Picornell de waterpolo. Era un partido para darse un chapuzón. Los de Mendilibar salieron dispuestos a nadar y el Madrid a ahogarse pronto. En tres minutos ya habían abierto el marcador gracias a un disparo de Rafa Mir dentro del área, que se aprovechó de un mal despeje de Militao, que volvió a dejar su enésima asistencia involuntaria.
Celebró el tanto el Pizjuán como quien disfruta de los teloneros en el concierto de Coldplay. El Real Madrid, ya con el marcador cuesta arriba, trató de aplicarse con la pelota. A los Kroos, Modric, Ceballos y compañía les apetecía más jugar al balón que correr detrás de los jugadores del Sevilla. Hubo que esperar al minuto 14 para encontrar la primera ocasión clara de los visitantes, que cocinó Ceballos con un maravilloso pase filtrado a Lucas Vázquez. El de Curtis se la dio a Rodrygo para que la empujara pero el brasileño, en boca de gol, se remató al tobillo como Vinicius en sus peores tiempos y la echó fuera.
El Sevilla hizo el acordeón. Primero se encogió y luego se estiró. Por momentos encerró al Madrid en su campo como hizo Rekik en el 23 cuando le dejaron pasillo para entrar hasta la frontal del área de Courtois, lanzó y su disparo se fue arriba. Cinco minutos después llegó el empate del Real Madrid. Lo consiguió Rodrygo al lanzar con mucha mala leche un golpe franco, seco y colocado, para buscar el palo de un Bono que se había quedado más descolocado que Pedro Sánchez ante un polígrafo.
Intercambio de golpes
El gol espoleó al Sevilla, que volvió a apretar a un Madrid siempre vago. Lamela en el 35 disparó al palo ante la pasividad de toda la defensa de Ancelotti. Aunque peor, mucho peor, fue la que falló el propio Lamela en el 41 cuando el Papu Gómez le dio una asistencia para empujar en el segundo palo. La empujó pero al cielo de Sevilla y lo pagó con el poste, al que le pegó tres patadas de pura frustración.
Con las dos ocasiones de Lamela y una chilena postrera de Rafa Mir se puso fin a un primer tiempo entretenido y sin tensión. Sólo el Pizjuán parecía dispuesto a culpar a la Federación de todos sus males y a enfurruñarse con el árbitro. Digamos que traían el enfado preparado desde casa. Bueno, sea como fuere, del descanso regresamos sin cambios y con ambos equipos dispuestos a terminar el entrenamiento con público.
Rafa Mir la tuvo en el 49 después de un buen pase de Acuña que, de paso, le dejó un recado a Militao en forma de pisotón. Su remate en el primer palo se marchó por poco. Poco, lo que se dice poco, es lo que tardó Fede Valverde en que se le gastara el depósito y dijera basta. Le suplió Ancelotti en el 54 por un Camavinga que casi ni había calentado.
Rodrygo maravilla
Tampoco importaba mucho porque el partido tenía poca historia. Luego entró el canterano Álvaro Rodríguez por un sorprendido Mendy. Y cuando el partido languidecía emergió la jugada de Rodrygo para firmar un gol maradoniano, mbappeniano, romariano y ronaldiano. Un gol de carrera, conducción, regate y definición perfecta. El gol es la leche. Como dicen los anuncios de pisos, mejor ver.
El Sevilla acusó el golpe y no tenía ni tiempo ni fuerzas ni ganas para tratar de a menos igualar el partido. Nacho y Rüdiger entraron en el 80 por Lucas Vázquez y Rodrygo. Eran los minutos de la basura, la que mostró Acuña al llevarse puesto a Ceballos en una entrada criminal. El colegiado le expulsó porque la entrada era alevosa y merecedora de diez partidos de sanción.
El Sevilla utilizó los últimos diez minutos para intentar lesionar a Ceballos o a cualquier jugador del Real Madrid que pasara por su lado. Lo mejor para todos fue el final de un partido sin historia que el colegiado no supo controlar al final, primero por su poca competencia y después porque los jugadores sevillistas no se lo pusieron nada, pero que nada fácil.