Liga EA Sports: Real Madrid - Valladolid

El Madrid vence pero no convence

Sufrida y maquillada victoria del Real Madrid ante un Valladolid peleón en el estreno del equipo blanco en el Bernabéu

Mbappé debutó en el que será su estadio pero Ancelotti sigue sin encontrarle un sitio en el que se sienta cómodo

Un Real Madrid insípido, feo y deslucido ganó al Valladolid en el debut de Mbappé en el Bernabéu. Un golazo de falta de Fede Valverde abrió el camino del triunfo blanco, que maquilló el mal partido con sendos tantos postreros de Brahim y Endrick. Los de Ancelotti, que estuvo otra vez paralizado, torpe y lentísimo en los cambios, disimularon su mal partido con los dos goles en las postrimerías del duelo, pero evidenciaron otra vez carencias para encajar a los tres de arriba, que siguen cargando demasiado a la izquierda.

Sin Mendy ni Bellingham rotaba Ancelotti más por obligación que por devoción. A Carletto no le gusta cambiar las cosas de sitio, siquiera sea para no olvidarse de dónde estaban, aunque esta vez tenía que mover ficha. No sólo porque en Mallorca su equipo fuera más de izquierdas que Pablo Iglesias (e igual de intrascendente), sino porque un nuevo trastazo ante el Valladolid haría brotar alarmas y debates varios en un Real Madrid llamado a imponer en la Liga una dictadura férrea e inapelable.

Ancelotti, al que la edad ha hecho más sabio que la erudición, fue a lo sencillo: Fran García por Mendy y Arda Güler en lugar de Bellingham. El Real Madrid diseñaba, al menos sobre la pizarra, una suerte de 4-2-3-1 en el que Tchouaméni y Fede Valverde compartían el centro del campo, con Rodrygo (presuntamente) en la derecha, Güler en el centro y Vinicius (presuntamente) en la izquierda, y Mbappé tratando de buscarse la vida como delantero centro, posición en la que ha jugado muchas veces como quien se come un plato de brócoli: con resignación pero sin disfrute.

Tostón Madrid

Enfrente un Valladolid que regresaba al Bernabéu tras recuperar la categoría con la ilusión de competir pero sin hacerse demasiadas ilusiones. Este Madrid, aunque aún no se haya visto ni de lejos, parece mucho Madrid. Demasiado. Ocho minutos tardó Mbappé en enseñar al Bernabéu sus poderes. Fue una diagonal en la que el francés aprovechó un pase largo de Rüdiger para enganchar una volea espectacular a la que respondió con pulso firme el meta Hein. El madridismo ahogaba su primer uy y el gol volvía a hacer la cobra al francés.

Por la delantera también merodeaba Vinicius con ese peinado cuanto menos cuestionable que se ha hecho donde Camavinga. No tan cuestionable era el dominio absoluto del juego de un Real Madrid que encerró al Valladolid en su propio campo en los primeros compases del partido. Los pucelanos sobrevivieron a los 20 minutos iniciales de asedio blanco sin grandes apuros. Los de Ancelotti seguían siendo un equipo descolocado en el que Rodrygo, Vinicius y Mbappé trataban de hacerse hueco en el mismo sitio, por la izquierda. Todos facilitaban las labores defensivas de un Valladolid bien plantado atrás.

El Real Madrid se relamió en su propio juego parsimonioso y comenzó a ser una oda a la impotencia. Se desesperaba el Bernabéu. Nada de Vinicius, ni de Rodrygo ni de Mbappé. El Valladolid resistía con comodidad y sin grandes agobios. Y eso que ya nos asomábamos al minuto 40. Ancelotti era Joe Biden: viejo, bloqueado y sin ideas. Güler era un muchacho demasiado transparente. El Real Madrid, un verdadero tostón.

Vinicius y Mbappé se estorbaban sin parar y los triunfadores eran los defensores del Valladolid, así que llegaron al descanso con un valiosísimo. también inesperado 0-0. El Bernabéu se debatía entre la expectación y la desesperación. Con merecidas dosis de mosqueo, claro.

El Real Madrid no jugaba a nada y su gente lo sabía. Menos mal que en la reanudación Fede Valverde encontró el camino del gol en una falta botada en corto. El uruguayo se sacó un disparo seco, cruzado y raso que batió a Hein y evitó un marrón (marronazo) para Ancelotti.

Valverde lo arregla

El Bernabéu no esperaba esto. Su equipo era un atasco sin orden ni concierto y el Valladolid, aun perdiendo por la mínima, no se descosía. Tuvo Güler el 2-0 al filo del 60 pero no atinó. Tampoco el Valladolid, que hizo lucirse a Courtois en la parada nuestra de cada partido. El Real Madrid seguía siendo poca cosa aunque al menos ganaba. Sólo las incursiones de Fran García, el mejor de los blancos, animaban a un Bernabéu taciturno e inquieto.

Ancelotti e hijo mascaban sus cambios a la espera de que sonara la alarma del viejo Nokia de Carlo. Sonó, como toda la vida de Dios, en el 65. Entraron Modric y Brahim por Güler y Rodrygo tres minutos después. Cambios sencillos y cantados. El Madrid seguía añorando desesperadamente a Kroos. Güler, que la tuvo de nuevo al filo del 65, había sido de los mejores de su equipo, pero Ancelotti siempre hace los cambios fáciles que no enfadan a los primeros espadas.

Los jugadores del Real Madrid celebran el 1-0 ante el Valladolid. (EFE)

Tardaron la vida en entrar al campo por culpa de la lentitud sempiterna del entrenador del Real Madrid en hacer los cambios. Mbappé seguía siendo un cuerpo extraño en un equipo mal diseñado y peor entrenado. El Valladolid seguía vivo. El Madrid era el Consejo de Ministros de Pedro Sánchez: un sindiós sin pies ni cabeza y con demasiada gente sin nada que hacer.

Sentencia Brahim

Con el Valladolid agotado pudo Mbappé estrenar su cuenta goleadora con un remate de tacón que sacó milagrosamente Hein. Igual de milagroso que estuvo Militao en un cruce para evitar el 1-1. Sufría de lo lindo el Bernabéu con un equipo diseñado para disfrutar pero con un entrenador que no sabe exprimir a sus jugadores.

En el 84 Ancelotti, perdido y sin ningún control del partido, quitó primero a Vinicius para sacar a Ceballos y después a Mbappé, que había perdonado el 2-0 en una galopada imponente, para sacar a Endrick y disimular el debut del brasileño. El partido siguió sin cerrarse hasta el final, pero al Valladolid no le quedaba apenas resuello para intentar la hombrada de empatar. Sí que tenía fuelle y velocidad Brahim para sentenciar el partido en el 87 en una galopada individual tras un soberbio pase de Militao.

El Real Madrid, con un golazo postrero del debutante Endrick que demostró su pegada, selló el 3-0 y se llevó los tres puntos en un partido feo y trabajado que le sirven para zanjar algún debate (no todos) y para regatear la primera crisis del año. El Valladolid mostró cositas pero le falta talento para competir. El campeón no termina de encajar a Mbappé en su ataque y eso, al menos a día de hoy, sigue siendo un problema.

La buena noticia para los blancos es que les sobra banquillo y pegada para ganar esta Liga… aunque sea sin querer.

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