Liga EA Sports: Real Madrid-Las Palmas

Este sí es Mbappé

Goleada cómoda del Real Madrid en uno de los partidos más tranquilos de la temporada en el Bernabéu con un Mbappé estelar para ponerse líder de la Liga

El francés hizo un doblete, participó en todos los goles y el VAR le privó de un tanto por un fuera de juego milimétrico

Si este Real Madrid líder (de la Liga) necesita un líder (del equipo) tiene que ser Mbappé. No puede ser otro. Por talento, por carácter, porque no se pega todos los partidos enfadado con el mundo y porque tiene más gol que nadie en la plantilla. Y los partidos, igual que los títulos, se ganan con goles. Dos logró Mbappé ante Las Palmas para echarse al Madrid a la espalda y subirlo al primer puesto de la Liga. El francés, que estuvo en todas las acciones de peligro de su equipo, hizo un tercer tanto que anuló por milímetros el VAR, igual que otros dos que logró Fede Valverde y que se quedaron en el limbo.

Ancelotti había perdido a última hora a Tchouaméni, el señalado del Bernabéu por sus improvisadas y escalofriantes labores de central, así que tuvo que recomponer su alineación con una variante con menos músculo pero más fútbol: Dani Ceballos. El utrerano, el jugador más parecido a Kroos en la actual plantilla del Real Madrid, escoltaba a Fede Valverde en el doble pivote ante Las Palmas con vistas a oxigenar el deficiente juego ofensivo del equipo de Carletto.

Precisamente el técnico italiano recomponía el once del Real Madrid con el canterano Asencio como central, reclamado por la unanimidad de crítica y público pese a que no ha empatado con nadie, y Fran García por la izquierda para acompañar a los intocables Lucas y Rüdiger en la defensa que escoltaba a Courtois. En el doble pivote los citados Valverde y Ceballos, que tenía por delante a una línea de tres mediapuntas formada por Brahim, Bellingham y Rodrygo, que ocupaba el costado izquierdo del sancionado Vinicius. Arriba, la gran esperanza blanca: Kylian Mbappé.

Enfrente Las Palmas, rival propicio que ya le rascó un empate a los de Ancelotti en la primera vuelta y que ha cambiado su filosofía de violín po la de trombón de la mano del pragmático Diego Martínez. Un cuarto de hora pasaba de las cuatro de la tarde cuando, en plena hora de la siesta, arrancó el fútbol en el Bernabéu.

Las Palmas pega primero

No pasaron ni 30 segundos y Las Palmas, lobo con piel de cordero, ya había logrado el primero. Fue una jugada individual de Moleiro, que dribló como Pedro por su casa a todos los que le salieron al paso y abrió a la banda derecha. Desde allí llegó un centro de Sandro–defendido con la mirada por Fran García– al segundo palo que nadie llegó a defender. Lucas Vázquez, que no se pierde ni una foto, se comió el centro y Fabio Silva, solito y libre de marca, ajustició a Courtois.

Dio la réplica el Real Madrid con una jugada de Rodrygo por la izquierda que desperdició Brahim en boca de gol a un metro de la portería. Ancelotti se echaba las manos a las dos cejas y perdía años de vida cada minuto. Las Palmas estaba encantada en el intercambio de golpes y perdonó el 0-2 de nuevo Fabio Silva. Poco después perdonaría otra ocasión y el Bernabéu empezó a amagar una pitada.

Mbappé y Lucas Vázquez celebran uno de los goles del Real Madrid ante Las Palmas. (EFE)

El Madrid, como tantas veces, deambulaba desnortado sin nadie que pidiera la pelota. Atacaba, sí, pero sin plan ni orden ni mordiente ni nada. Las Palmas, que no rehuía el cuerpo a cuerpo, estaba encantada en el Bernabéu. El madridismo flipaba con su equipo. Menos mal para los de Ancelotti que a Sandro le dio por hacer un penalti estúpido e innecesario a Rodrygo en el pico del área. La pena máxima la ejecutó Mbappé, esta vez sí, que engañó con suficiencia a Cillessen.

Partido nuevo en el Bernabéu. Y eso que el Madrid no se lo merecía. Mbappé se echó al equipo a la espalda y le puso un centro medido desde la derecha al área pequeña a Lucas Vázquez, que falló otro gol cantado. El Bernabéu sabía que el peligro de su equipo estaba sí o sí en las botas de Mbappé, que la tuvo en el 27 con una acción individual esta vez desde la izquierda que sacó muy bien el meta Cillessen.

Mbappé saca su fusil

Había tocado a rebato el Real Madrid y hundió a Las Palmas en su área. A la media hora la tuvo Rodrygo pero la falló. Se había soltado por fin el equipo blanco y cabalgaba a lomos de Mbappé. La cogió el francés en el centro del campo, sentó a su par con un control maravilloso, aceleró, salvó a dos rivales y sacó un magnífico disparo que desvió Cillessen. El rechace lo recogió Lucas Vázquez, casi un delantero, que asistió a Brahim para que marcara el 2-1 a puerta vacía.

Mbappé se había desatado, se había echado al Real Madrid a su espalda y (por fin) empezaba a ser ese delanterazo que fichó Florentino Pérez. En el 38 Kylian firmó el 3-1 a un toque que se coló por la escuadra. El Bernabéu se rendía por fin a un jugador venido para hacer precisamente lo que estaba haciendo ante Las Palmas.

Y después del segundo de Mbappé, que era el 3-1 del Real Madrid, llegó el tercero. Era el 41 y la jugada la hizo Rodrygo por la izquierda y Kylian marcó a placer. Sin embargo, el VAR tuvo un exceso de celo y advirtió al colegiado para que revisara la posición del propio Mbappé en el inicio de la jugada. No se veía claro pero el árbitro, un tal Quintero González, no se complicó la vid: fuera de juego y a correr. Si lo había, que quien esto escribe cree que no, era dudosísimo.

Partido ¿resuelto?

El show de Mbappé continuó en al alargue de la primera mitad en la que un remate dentro del área se estrelló contra el palo. Otra vez se le negaba el hat-trick al delantero francés, que se marchó a la caseta con la sensación de haber completado su mejor primera parte desde que está en el Real Madrid. Con el 3-1 en el marcador 360 del Bernabéu nos fuimos al descanso.

Del que regresamos con el Real Madrid manejando el partido sin grandes agobios. Se animó Bellingham a buscar su golito y comenzó a asomarse al área. Las Palmas, que se había ido disolviendo como una aspirina efervescente, ya no hacía ni cosquillas. En el 56 llegó lo que se veía venir: el cuarto del Madrid. Lo cocinaron entre Mbappé, Fran García y Rodrygo, que marcó dentro del área pequeña con menos oposición que Pedro Sánchez en el PSOE.

En el 62 Benito Ramírez, que había salido unos minutos antes, le metió un enorme viaje salvaje a Lucas Vázquez en la cadera. El imberbe colegiado lo resolvió con una amarilla pero el VAR le corrigió. Le llamó a capítulo, miró el monitor y no tuvo más remedio que expulsarle. La roja, merecida por cafre, acabó con las mínimas opciones de resistencia de Las Palmas.

El Real Madrid siguió jugando a placer y sólo faltaba saber cuántos goles más iban a marcar los blancos. Calentaba David Alaba, dispuesto a jugar sus primeros minutos después de 14 meses de lesión, que se dice pronto. Su vuelta podría ser la mejor noticia para un Ancelotti necesitado de defensas. El austriaco, que abrazó a todo el mundo en el banquillo antes de salir, volvía por fin a sentirse futbolista.

Antes había llegado el quinto del Madrid, obra de Fede Valverde, pero en la jugada había fuera de juego previo de un Rüdiger que se había quedado enganchado antes del remate. Otra vez el VAR llamó al colegiado y otra vez anuló el gol. Entonces, esta vez sí, salió al campo David Alaba. Salieron del campo Rüdiger y también Brahim para que entrara Arda Güler.

Mientras tanto, el Real Madrid se afanaba en hacer el quinto. Que desperdició Bellingham en boca de gol en el 79. El inglés estaba frito por lograr un golito que se le estaba resistiendo demasiado. Dos minutos  después Bellingham volvió a fallar otro tanto facilón, que además le arrebató de las botas a Mbappé, porque el ansia viva se apoderó de él. Entraron entonces Endrick y el canterano Chema Andrés por Rodrygo y un Ceballos que había completado un partidazo.

Eran ya los minutos de la basura en los que el Real Madrid sólo le quedaba por certificar uno de los triunfos más cómodos de la temporada y, de paso, el liderato. Llegó el quinto y lo marcó Fede Valverde con un tiro a la escuadra pero, por tercera vez, el tanto se quedó en el limbo del fuera de juego de un Lucas Vázquez al que le pudieron sus ganas de ser delantero. Daba igual. La fiesta había sido completa tanto con cuatro como con cinco goles y el Bernabéu disfrutaba de su nuevo liderato y de su nuevo líder: Kylian Mbappé.

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