Goleada plácida y solvente del Real Madrid impulsado por el hat-trick de Vinicius frente a un Osasuna que decepcionó en el Bernabéu. Pero fue una goleada con un peaje durísimo porque Ancelotti perdió a tres jugadores antes del descanso: Rodrygo, Lucas Vázquez y Militao, que podría tener una grave lesión de rodilla. Otro partido discreto de Mbappé, que sigue sin encontrar su sitio en la delantera del equipo madridista.
Nadie esperaba una revolución de Ancelotti. Seamos sinceros. Carletto se ha hecho rico y famoso por moverse menos que un juez de silla. Lo suyo no son las revoluciones, así que frente a Osasuna optó por lo de siempre: que las bajas te hagan la alineación. A las bajas de Alaba, Carvajal y Courtois se había unido tras lo del Milan la del señalado Tchouaméni, ausencia ideal para que el técnico del Real Madrid metiera a Rodrygo y volviera al 4-3-3 en busca de cualquier tiempo pasado, que siempre fue mejor.
La suplencia de Modric dejó de ser noticia hace ya una eternidad. El croata es un suplente que a veces juega de titular. Frente a Osasuna no le tocaba. El único retoque, que tampoco era gran cosa, que se permitió Ancelotti fue meter a Fran García por Mendy para intentar ensanchar al equipo por el costado izquierdo de un Real Madrid que es tuerto del lado derecho. El resto, por mucho que el cuerpo le pidiera el miércoles otra cosa, eran los de siempre.
La crisis sobrevolaba el Bernabéu igual que el runrún y un ruido de sables por el que protestarán los vecinos más tiquismiquis. Ancelotti empezaba a percibir el olor de la parca a sus espaldas y llegaba de visita un Osasuna incómodo sin nada que perder. Los de Vicente Moreno estaban a tres puntitos de este irreconocible Real Madrid. El partido, a las dos de la tarde, bien podía cortar la digestión a muchos madridistas en caso de que su equipo no enderezara el rumbo que ha perdido hace tiempo.
No es que el Real Madrid saliera a tumba abierta pero al menos manejaba la pelota. Despacio, no era aquello de «si parpadean, se lo van a perder». En los primeros minutos botó un par de córners. Poca cosa. Rodrygo trataba de mostrarse por la derecha mientras Vinicius y Mbappé se mantenían emboscados. Replegaba bien Osasuna sin apenas pasar apuros. También replegaba el equipo de Ancelotti cuando perdía la pelota. Presionar no, que da calambre.
Caen como moscas
Hubo que esperar al minuto 13 para que el Real Madrid hiciera su primer tiro a puerta. Fue un disparo lejano de Rodrygo al que respondió adornándose Sergio Herrera para enviarla a córner, que era lo único que había acumulado el equipo de Ancelotti en los primeros minutos. Bueno, y penaltis no señalados por los constantes agarrones de los zagueros de Osasuna en cada saque de esquina. Pero esa ya es una batalla perdida.
A Ancelotti le creció el primer enano con la lesión de Rodrygo en el minuto 19. Entró por él Brahim. Pero las malas noticias pasaron a ser pésimas cuando, ocho minutos después, Militao pisó mal en un córner y se le giró la rodilla. Sus gritos de dolor retumbaron por todo el estadio y tuvo que abandonar el césped en camilla. Ancelotti metió al canterano Raúl Asencio. La verdad es que no se puede tener peor suerte de la que está teniendo este Real Madrid.
En el 34 por fin una buena noticia para el madridismo. Vinicius abría el marcador en una acción precedida de una pelota dividida que cayó en los pies de Bellingham. El inglés filtró el balón al brasileño, que se internó en el área y batió a Sergio Herrera con un tiro seco y por el palo corto. El gol animó algo a un Bernabéu estupefacto por la mala suerte de sus jugadores.
Caería después Lucas Vázquez con una lesión muscular en el abductor. Aguantó como pudo hasta el descanso. Menos mal para el Real Madrid que llegó el 2-0 en una acción soberbia del canterano Asencio, que se marcó un pase de 50 metros que habría firmado el mismísimo Sergio Ramos, para el desmarque de un Bellingham que sólo tuvo que ponerla por encima de Sergio Herrera en la media salida del meta de Osasuna.
Resiste el Madrid
De ahí nos fuimos al descanso con la única buena noticia para el Real Madrid del 2-0 que lucía en el marcador 360 del Bernabéu. En el entreacto Lucas dijo basta y le suplió Modric, por lo que Fede Valverde pasó a ser lateral derecho. Fue entonces cuando a Mina Bonino le cortaron el wifi y le requisaron el móvil. Al equipo de Ancelotti le quedaba todo el segundo tiempo para resistir y guardar el valioso 2-0. A ser posible, sin que cayera ningún jugador más.
Mbappé, en plena depresión, no la metía ni de falta. La que sacó al comienzo de la segunda mitad es para guardar en la antología del disparate. No es que sea preocupante su sequía, es que es preocupante su juego y su falta de confianza. También la tuvo en el 6o en un buen desmarque dentro del área pero la echó al lateral de la red.
Atrás Raúl Asencio se bastaba para sostener a un Real Madrid con la autoridad de quien lleva 100 partidos en la élite. En el 61 llegó el tercero en otra jugada de fútbol directo. Fue un córner de Osasuna que atrapó Lunin por arriba. El ucraniano sacó un balón largo a la carrera de Vinicius, que corrió, corrió y corrió, se cruzó por delante de Areso y sentó a Sergio Herrera para anotar con talento y suficiencia el 3-0.
Vinicius es un trueno
El tercero terminó de romper a Osasuna y se sucedieron las ocasiones para un Real Madrid ya desatado. Las tuvieron Vinicius, Valverde y Fran García. En el 68, con el partido resuelto, llegó el cuarto con el que Vini sellaba su particular hat-trick tras una buena presión y asistencia de Brahim. Por fin disfrutaba el Bernabéu.
En el 74 Ancelotti se decidió a meter a Güler y Endrick por Bellingham y Vinicius, que se llevo la ovación del Bernabéu. Se fue Vini y se acabó la fiesta. Ya no había partido y la grada lo sabía. El estadio se fue vaciando con parsimonia pero al menos el madridismo se marchó contento a la sobremesa después de que su equipo se reencontrara con la victoria en un partido amable y facilón. Osasuna no opuso resistencia y al Real Madrid le bastó con un poco de atención y otro poco de Vinicius para lograr una goleada con peaje.