Champions: Real Madrid - Manchester City

El Madrid sobrevive a un tiroteo

Real Madrid y Manchester City firman un espectacular 3-3 que deja la eliminatoria abierta

Se adelantaron los de Guardiola, remontó el Madrid, llegó a ponerse 2-3 el City y el gol de Fede Valverde abrochó el empate

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Real Madrid y Manchester City firman un 3-3 en el Bernabéu.

El Real Madrid hizo honor a su leyenda en la Champions y sobrevivió al tiroteo en el que se convirtió el partido ante el Manchester City. El 3-3 final deja la eliminatoria abierta para la vuelta en el Etihad pero se antoja algo corto para los méritos del equipo de Ancelotti. Los blancos remontaron el gol inicial de Bernardo Silva y se fueron 1-2 al descanso. Llegaron luego los dos golazos de Foden y Gvardiol, que pusieron por delante a los de Guardiola. El gol de Fede Valverde volvió a equilibrar el marcador de un partido en el que los blancos merecieron algo más.

Era noche de Champions en el Bernabéu y el cuerpo lo sabía. Late el estadio al ritmo cardiaco de un madridismo que se agita con la Copa de Europa, que para el Real Madrid es el patio de su casa. Encima contra el Manchester City, archienemigo reciente que ha tomado el relevo a lo que otrora fueron el Milan o el Bayern, los dos grandes rivales europeos del catorce veces campeón de Europa.

Ancelotti debía elegir entre Tchouaméni o Camavinga. Eligió a los dos. Hizo bien. Sacrificó a Nacho, que ya no está para lidiar con toros como Haaland y dispuso a Tchouaméni de central y a Camavinga en el centro del campo al lado de Kroos, Fede Valverde y Bellingham. No había duda con el resto del equipo porque son los pretorianos de Carletto.

Enfrente Guardiola tuvo uno de esos ataques de entrenador que suele sufrir en el Bernabéu y que encima (muchas veces) le funcionan. Sentó a De Bruyne, dicen que indispuesto, y colocó a Kovacic junto a Rodri para blindar las ayudas en el centro del campo. Por delante, Grealish, Foden y Bernardo Silva para asistir a la bestia parda de Haaland. A Pep también le faltaba el meta Ederson, así que jugaba el suplente Ortega.

Con un Bernabéu techado, monocromático en blanco y una acústica de concierto de AC/DC, nos dieron las nueve y arrancó el fútbol. Y en un minuto ya teníamos la primera mala noticia para el Real Madrid: amarilla para Tchouaméni. Ala, el primero que ya no juega en el Etihad con lo que eso supone: que jugarán o Nacho o Militao de centrales. Y a los dos minutos la segunda: Lunin se tragó un disparo de 30 metros de Bernardo Silva por estar más pendiente del centro que del disparo.

Del gol a la remontada

El doble sopapo dejó mudo al Bernabéu. En shock. Flipando. El Real Madrid había empezado el duelo con dos regalos: una amarilla con postre y un gol. Demasiadas facilidades para el mejor equipo del mundo, que estuvo cerca de hacer el 0-2 en las botas de Haaland, que le ganó la espalda a Rüdiger y disparó a bocajarro ante Lunin que la sacó como pudo.

A Ancelotti se le había ocurrido una idea genial (modo ironía on): poner a Vinicius de delantero centro y escorar a Rodrygo a la izquierda. Nunca lo hiciera. Ni Vini estaba cómodo ni Rodrygo sacaba ventaja de la posición en la que se siente más feliz. Menos mal que a los 12 minutos a Carletto le empezó a brotar su habitual flor.

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Los jugadores del Real Madrid celebran el 2-1 ante el City. (Getty)

Fue en una jugada en la que Camavinga progresó por el centro y disparó de lejos. Su tiro iba fuera, pero tocó en Ruben Días, se recondujo hacia la portería y despistó a Ortega. Fue un gol de churro pero que enderezó el mal comienzo del Real Madrid. Y más se enderezaría cuando Rodrygo le ganó la espalda a un despistadísimo Akanji, que no llegó a frenarle. Corrió el brasileño y se plantó delante de Ortega al que batió con sutileza en su defectuosa salida.

El Bernabéu entró en trance. Se desató el delirio porque el Real Madrid había remontado al City en un pispás. Pero los de Guardiola cogieron aire y recuperaron su monopolio de la pelota. El Madrid replegó como el Atleti de Simeone en sus buenos tiempos. El plan era antiguo, sencillo y práctico como una carretilla: protegerse atrás y salir disparados en velocidad cuando recuperaran la pelota.

Corre, Madrid, corre

Reaccionó Guardiola, que se dio cuenta de la trampa y pidió a sus jugadores que calmaran el partido. Alargó el City sus posesiones y se tapó un poco de las contras del Real Madrid. A la media hora de nuevo Rodrygo se asomó por el pico del área tras otra carrera, pero su disparo centrado lo atrapó Ortega. Y otra vez el brasileño fue protagonista al echar a las nubes una asistencia de Vinicius en la frontal del área.

En el otro área Rüdiger se merendaba a Haaland igual que el año pasado. Y en el medio Bellingham seguía desaparecido para el juego y demasiado pendiente de las pendencias. Iba sacando boletos para ver una amarilla que también le pudieron perdonar. En el lado del City no había noticias de Foden, que era buena señal para el Real Madrid.

Igual que la inteligencia táctica de Kroos, capaz de dirigir el juego del Real Madrid desde su parcelita de interior izquierdo. En los minutos finales de la primera mitad aún le dio tiempo a Vinicius a cometer otro error en una transición para abrochar unos primeros 45 minutos más que discretos. Nos fuimos al intermedio con el valiosísimo  2-1 a favor del Madrid y un Bernabéu mitad nervioso, mitad satisfecho.

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Bellingham dialoga con el árbitro en el Real Madrid-Manchester City. (Getty)

Regresamos con los mismos sobre el césped y con los mismos fuera. Grealish avisó en el 47 con una maniobra individual que finalizó con un disparo arriba. Bellingham compró otra papeleta para la amarilla que no le tocó. Y luego tuvo una ocasión en el 53 en la que bailó en el área el chotis del alcalde Almeida, pero la pegó fuera y picuda.

Perdona Vinicius

Respondió el Manchester City con un cabezazo de Rodrigo que se marchó arriba por poco. Pero para ocasión clara la que desperdició Vinicius en el 56 tras una genial asistencia de Rodrygo que definió como en sus peores tiempos. Cuerpo atrás y disparo arriba. El fallo de Vini era un presagio de lo que estaba por venir.

Tchouaméni y Rüdiger celebraban cada despeje como si fuera un gol. Que acabó llegando, pero para el Manchester City, en una acción aislada e individual de Foden en el minuto 66. La recibió en la frontal, le persiguió Camavinga y la puso por la escuadra como si nada. El Bernabéu enmudeció y se aparecieron los mismos fantasmas que el año pasado.

Ancelotti, incrédulo e impávido, preparó cambios. No le dio tiempo a hacerlos antes de que Gvardiol hiciera el 2-3. Fue calcado al de Foden pero por el otro lado. Retrocedía tanto el Real Madrid que concedía esos disparos. La penitencia a su racanería fue el 2-3 inmerecido para el equipo de Guardiola. Carletto, otra vez retratado por su lentitud, quitó de golpe a Kroos y a Rodrygo para meter a Modric y Brahim en el 70.

El Real Madrid estaba tocado pero nunca hundido. Se cosió las heridas y se echó al monte. Así llegaría el 3-3 en una incursión de Modric por el centro y un pase al segundo palo de Vinicius que voleó Fede Valverde con un disparo raso y cruzado para hacer el empate. El Bernabéu volvía a entrar en combustión.

Y así estaría ya hasta el final del partido. Pasaron más cosas como que Ancelotti quitó a Vinicius para asegurarse de que jugaba la vuelta y el brasileño puso carita y se mosqueó. O que Foden se marchó lesionado y cojeando. Fue la última imagen de un partido más entretenido y emocionante que vistoso que deja la eliminatoria estrella de estos cuartos de la Champions absolutamente abierta para lo que ocurra dentro de ocho días en el Etihad. Que Dios nos coja confesaos.

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