“Defender no es sólo cosa de Courtois o la defensa, también es cosa de los delanteros, que tienen que ayudar”. Zidane explicaba con claridad la idea que está ejecutando a la perfección el Real Madrid en los últimos cinco partidos. En esos en los que no ha recibido un solo gol y en los que sólo ha concedido 11 disparos entre los tres palos. Es decir, el portero belga en estos duelos ha recibido una media de 2,2 tiros. Unos datos que demuestran que desde Mallorca, cuando Lago Junior perforó por última vez la meta madridista con un latigazo desde la frontal, el equipo de Zizou se ha convertido en un muro infranqueable para los rivales.
El Real Madrid no recibe goles y, sin duda, eso está muy bien. La lógica dice que un equipo con esa calidad si es capaz de mantener su portería a cero tiene muchas opciones de salir victorioso, pero lo que más valora el club y el cuerpo técnico es que el equipo se ha convertido en una muralla que hace que los rivales tengan muchos problemas para generarles peligro. Durante este periodo, sólo el Galatasaray en el partido que se disputó en Estambul obligó a ver la mejor versión de Courtois. El resto de los contrincantes no fueron capaces de generar peligro con claridad sobre la portería madridista. Lo que demuestra que Zidane ha dado con la tecla.
Con pequeñas variaciones, pero Zizou ya tiene un equipo fijo. Se acabaron los experimentos. Ya no se ven esquemas con tres defensas o cinco, según cómo se quiera mirar. El 4-3-3 es la idea que siempre ha mantenido el galo y la que mejores resultados le ha dado durante su etapa como entrenador. Eso sí, para que funcione, el equipo tiene que ser un bloque perfectamente compactado que vaya a una tanto en ataque como en defensa. Esa es la versión que está mostrando el Madrid en los últimos encuentros y la que necesita para obtener resultados.
La defensa empieza por la delantera. Por Benzema, Hazard y el otro jugador que forme el tridente. Ante el Eibar, Eden y Lucas ayudaron a Mendy y Carvajal, evitando al rival entrar por las bandas. En el centro, a parte de Casemiro, que es el apagafuego por excelencia, la figura de Fede Valverde lo ha cambiado todo. El uruguayo ha emergido para dar vida a Kroos y Modric, que a su lado juegan más a gusto, y para dar equilibrio al equipo. Luego, la defensa debe funcionar, tal y como lo está haciendo en las últimas fechas, y el portero debe aparecer cuando sea necesario, obligación de cualquier arquero del Real Madrid. Cuando todo esto encaja, pasa lo que está sucediendo ahora, que los blancos se convierten en un muro y en una auténtica apisonadora.
