Hace unos días el Real Madrid emitió un comunicado oficial anunciando que reprogramaba los conciertos previstos para el final del año. La medida parece prudente ante la cercanía de la vista judicial por el supuesto delito de medioambiental por el ruido que genera el Santiago Bernabéu y el malestar de muchos vecinos. Resulta evidente que debe exigírsele al Madrid y a los promotores de los conciertos el cumplimiento de la legalidad y manejarse dentro de las posibilidades que le otorgan las licencias obtenidas.
El Real Madrid está trabajando con una empresa líder mundial en estos temas para llegar a una mejor solución que la actual. No obstante, viendo las quejas de algunos vecinos y su organización y coordinación, uno empieza a tener la impresión de que al Real Madrid se le va a exigir algo más que la legalidad, o más bien, no se le quiere permitir que explote su estadio con este tipo de eventos.
El agravio comparativo parece evidente. Si uno brujulea un poco por Google, puede comprobar cómo hay también quejas por ruido de los vecinos del Metropolitano, Caja Mágica o Wizink Center. Son sólo unos ejemplos, pero el escaso eco mediático que experimentan da para sospechar. Mientras el Real Madrid, sin ganar edificabilidad, invierte treinta millones de euros en mejorar el contorno para beneficiar a los vecinos y tiene que modificar sustancialmente su proyecto inicial para adaptarse a todos los grupos de interés, el Atlético de Madrid y Barcelona ganan metros de edificabilidad de manera muy relevante. Mientras al Real Madrid se le acusa de beneficiarse de la explotación, en forma de concesión, de un parking que revertirá tras cincuenta años en el ayuntamiento, nadie discute que esto mismo lo hace el Atlético de Madrid.
Mientras que resulta fácil entender las quejas de los vecinos que de forma genuina se quejan del ruido, cuesta más entender las quejas de otros que están, en la práctica, haciendo una enmienda a la totalidad. Estos últimos vecinos gozan de una organización y coordinación que hace sospechar de la competencia que se ha visto perjudicada por la aparición del Bernabéu como un espacio ideal para acoger grandes eventos no necesariamente deportivos. ¿Estará la competencia tras algunos de estos vecinos?
Al margen de todo esto, conviene volver a insistir en la necesidad de que el Real Madrid sea ejemplar, aunque ello implique un agravio comparativo. El club blanco acostumbra a transitar en la excelencia y en este caso deberá exigirse lo mismo. El antimadridismo disfruta, mientras tanto con afirmaciones apocalípticas sobre el modelo de negocio del Madrid. Lo cierto es que los macroconciertos dejan menos margen que los eventos que se siguen celebrando sin que el gran público los perciba.
También ha tocado escuchar barbaridades por parte de Martín Pallín sobre problemas del Real Madrid con el Fair Play de la UEFA por percibir dinero público. Nada más lejos de la realidad: el Real Madrid no ha recibido ningún euro de un organismo público para la construcción y explotación del parking y por supuesto no genera problemas con la UEFA percibir ingresos que no tengan que ver expresamente con la actividad deportiva. No asusten a Laporta y su proyecto con Barça Studios.