Esta es la crónica de una Liga anunciada. Esta es la crónica de una Liga que el Real Madrid tenía encarrilada antes de Navidades y que ha confirmado matemáticamente en abril. Esta es la crónica de un equipo fiable y solvente, por momentos hasta brillante, que ha sustentado el campeonato en un portero tremendo (Courtois), un jugador determinante (Vinicius) y el mejor jugador del mundo, que se llama Karim Benzema. Ante el Espanyol, los blancos, con un equipo plagado de suplentes, rubricaron un triunfo cómodo y plácido con un doblete de Rodrygo y un gol de Asensio.
El Real Madrid afrontaba el día del alirón con la sensación de tener la Liga en el bolsillo pasara lo que pasara ante el Espanyol. Si no era hoy, sería otro día. La Liga ya era suya y sólo quedaba grabar la fecha en el trofeo. Además, con la visita del Manchester City, la cosa invitaba a Ancelotti a liarse la manta a la cabeza con las rotaciones. Y eso que a Carletto lo de las rotaciones ya le ha cogido mayor. Pero esta vez eran obligatorias, porque poner a jugar a alguno de los titulares era casi una imprudencia temeraria.
Así que Ancelotti empezó a poner nombres en su pizarra hasta componer una alineación inédita, plagada de habituales inquilinos del banquillo, con futbolistas que apenas habían contado en toda la temporada. Era como si los gregarios de un equipo ciclista se estiraran el maillot para ganar la etapa y chupar cámara. Curioso, que el Real Madrid fuera a proclamarse campeón de Liga con una alineación de invisibles.
No me enrollo más y les cuento. Jugaba Courtois de portero, con una defensa formada por Lucas, Casemiro, Vallejo y Marcelo; con Camavinga, Ceballos y Modric, el que nunca rota, en el medio; y Rodrygo, Asensio y Mariano arriba. Un equipo que sonaba a eliminatoria de Copa de esas contra un rival de categoría inferior. Pero era la que tocaba poner pensando en la que se les viene encima a los de Ancelotti el miércoles que viene.
Y el Real Madrid salió como si fuera miércoles. Atacó al Espanyol y pronto gestó un par de ocasiones más por ganas que por talento. La tuvo Mariano, que se enredó en el área, y luego también trataron de percutir Rodrygo y Asensio. Respondieron los pericos con descaro, como quien sabe que tiene poco que perder. Pero el partido era blanco.
Rodrygo golpea dos veces
En el 12 de nuevo Mariano tuvo el 1-0 en su cabeza, pero su testarazo a bocajarro se estrelló contra el poste derecho de Diego López, otrora uno di noi. La resistencia del Espanyol se tambaleaba. El Bernabéu olía la Liga, pero de repente el partido se cayó como si ambos equipos hubieran firmado un algo el fuego.
Todos firmaban el empate menos Mariano, que selló su hat-trick de ocasiones claras con un cabezazo servido en bandeja con Modric, que le puso un globo que parecía un Glovo. El delantero del Real Madrid marcó bien los tiempos del salto, pero no apuntó en el remate, que se marchó fuera. Se lamentaba ese futbolista que ha preferido quedarse en el Bernabéu a calentar banquillo que a otro equipo a jugar al fútbol.
El partido se fue convirtiendo en un amistoso de pretemporada. El Real Madrid estaba cómodo atacando y el Espanyol cómodo defendiéndose. Y así fue hasta que, superada la media hora, Marcelo conectó con Rodrygo en el pico del área, éste se internó, dribló, miró a Diego López y se la puso abajo y al palo largo. Los de Ancelotti encarrilaban el partido y empezaban a sacar brillo al trofeo de la Liga.
El Espanyol, que no estaba dando ni una mala patada, se encontraba a merced del Real Madrid, espoleado por su público deseoso de pegarse una buena fiesta. Mariano, mientras tanto, seguía a lo suyo. Hasta sacaba los codos de vez en cuando. Y fue la insistencia del hispano-dominicano la que provocó el segundo tanto de los blancos. Robó un balón en la presión a Yangel Herrera, asistió a Rodrygo, que volvió a agigantarse en el área y definió como los grandes cracks: engañando al portero.
La Liga está ganada
El 2-0 abrochó la primera parte después de que el VAR revisara un despeje con la rodilla de Lucas Vázquez. El Espanyol decidió comparecer al partido y se asomó un par de veces al área de un Courtois que, si hubiéramos estado en invierno, se habría constipado. Los picotazos de los pericos, con todo, no hacían ni cosquillas al Real Madrid.
Y precisamente de un ataque del Espanyol nació el tercero del Madrid. Robo de Camavinga, apoyo en Modric, conducción del francés, que galopó una hectárea, vio a Marco Asensio, que se plantó ante Diego López y se la puso por arriba en su salida. Pues 3-0 y Liga finiquitada.
En el 60 exacto a Ancelotti le sonó la alarma del Nokia (tiroriro-tiroriro-tirorirorí) e hizo tres cambios de golpe: Isco, Kroos y Benzema por Casemiro, Modric y Mariano. El Bernabéu se vino abajo con Luka y Karim. El Bernabéu ya estaba celebrando la Liga antes de ir a La Cibeles. Courtois también quiso chupar cámara con un par de paradones marca de la casa.
Con el partido resuelto, Benzema se pegó una carrera de más en la que casi se come el banderín del córner. El Bernabéu contuvo el aliento. En la siguiente Karim firmó una de esas jugadas propias de un Balón de Oo. Recibió el pase de Isco, la condujo, se internó en el área, dribló, levantó la cabeza, vio al malagueño y se la devolvió para que Isco firmara el cuarto. Lástima que el VAR le avisara de la posición de fuera de juego posicional de Rodrygo y que Munuera tuviera que anularlo.
Faltaba el de Karim
En el 73 entraron Vinicius y Gila (central canterano, no confundir con el humorista) por Rodrygo y Camavinga. Eran minutos de activación con la vista puesta en el partido ante el City. El Bernabéu se divertía de lo lindo. Y Ceballos gobernaba con comodidad y estética. Lo suyo era una exhibición. Como lo de Courtois, que sacó otra mano marca de la casa al filo del 80.
Benzema, que quería su golito, lo obtuvo después de una conexión con Vinicius de esas sobre las que el Real Madrid ha guisado la Liga. El brasileño condujo y aceleró, vio a Karim porque sólo tiene ojos para él y se la puso para que la empujara y ratificara su candidatura única al Pichichi.
Con el cuarto gol y el Bernabéu pensando ya cuál era el camino más corto para ir a La Cibeles, el partido fue desfalleciendo hasta morirse. El Real Madrid, con solvencia y comodidad a partes iguales, goleó al Espanyol y se proclamó campeón de una Liga que tenía encargada antes de Navidades. Honor y gloria al equipo de Ancelotti, que no tiene la culpa de la torpeza de sus perseguidores (Barcelona, Atlético y Sevilla), que han perpetrado un campeonato espantoso. Pero eso ya no es culpa del Real Madrid.