Un líder con portero y flor
Así queda la clasificación de la Liga Santander tras la victoria del Real Madrid contra el Athletic
Benzema reclamó un claro penalti por agarrón de Núñez en el arranque del partido
Un enorme Courtois y la perfumada flor de Ancelotti sostuvieron al Real Madrid ante un notable Athletic. El líder saldó cuentas con el calendario con tres puntos merced a un gol con mucha fortuna de Benzema en la primera parte. Carletto decidió no rotar y al Madrid se le notó por momentos fundido en lo físico y falto de piernas. Y ahora vienen la Real, el Inter y el Atleti.
Como decíamos ayer, si se me permite citar a Fray Luis de León, Ancelotti no rota. Carletto es un clásico y el fútbol ultramoderno, posmoderno o como prefieran etiquetarlo no va con él. Su aportación a la táctica fue el árbol de Navidad que usó en el Milan y de eso han pasado glaciaciones. El liderato de su equipo le da la razón, así que frente al Athletic, el día que el Real Madrid saldaba cuentas con el calendario, el italiano tiró de su once de gala.
Con un único retoque: Lucas Vázquez por Carvajal en el lateral derecho. No descansaba ni Modric, al que Ancelotti haría bien en cuidar con el mimo con el que se limpia el marco de La Gioconda. Vamos, que jugaban los de siempre. No faltaba nadie. De Courtois a Benzema pasando por los Militao, Alaba, Mendy Casemiro, Kroos, Asensio y, faltaría más, Vinicius.
Con los mimbres de siempre el Real Madrid quería hacer un cesto digno de un líder de la Liga. Los blancos se hicieron rápido con el control de la pelota ante un Athletic que no dudó en replegarse. Por algo los de Marcelino son el equipo manos goleado de la competición. Al Madrid le tocaba tirar de oficio y toneladas de paciencia.
En el minuto 6 Vinicius y Benzema conectaron. El brasileño, activo y enchufado desde el inicio, se deshizo de su par y la puso al segundo palo. Allí encontró a Karim que, empujado por Unai Núñez, remató muy forzado a dos metros de Unai Simón. Pidió penalti con la misma convicción y levedad con la que el central del Athletic le había agarrado.
A Vinicius no hay quien le controle
La buena noticia para el Real Madrid era Vinicius. Mientras hay futbolistas que juegan a distraer y sólo se dan prisa para perder el tiempo, Vini es tan rápido que a sus propios pies les cuesta seguirle los pasos. Otra vez en el 11 el brasileño encontró a Benzema que, tras un control de espuela tan estético como afortunado, se quedó delante de Unai Simón que desvió a córner con suerte y con el pie.
El Real Madrid domaba el partido con el balón y sin él. El Athletic se defendía como león (más que gato) panza arriba. El primer cuarto de hora fue un asedio blanco. Hubo que esperar casi hasta el minuto 20 para que los leones se asomaran al área de Courtois. Lo hizo Williams que, tras ayudarse de la mano, se plantó ante el meta belga, que resolvió con un paradón la jugada ya anulada.
Luego vino la cantada nuestra de cada día de Militao que, replegó perdiendo de vista la pelota, asistió sin querer a Williams con la espalda y el delantero rojiblanco se entretuvo y le dio tiempo a rectificar. Le siguió otro regalo de Alaba que tampoco supo aprovechar el 9 del Athletic, que se hizo un lío con la pelota.
Fue entonces el momento del Athletic. Courtois (posiblemente, el mejor portero del mundo) tuvo que sacar una mano salvadora a cabezazo de Raúl García cerca de la media hora. Al Real Madrid se le había dado la vuelta el partido. Ni rastro de la presión ni del centro del campo del inicio de partido.
El Courtois nuestro de cada día
Resucitó el Madrid con un par de disparos lejanos de Kroos que rechazó como pudo Unai Simón. Fueron los prolegómenos del gol blanco, que llegaría merced a una jugada coral cosida entre Vinicius, Alaba y Modric y devino en un disparo raso de Asensio que rechazó al centro Unai. La pelota cayo en los pies de Modric que tiró en semifallo y asistió sin querer a un Benzema que sólo tuvo que marcar a puerta vacía.
El gol de Karim llevó al Real Madrid en volandas hasta el descanso. Los blancos fueron mejores en el cuarto de hora inicial del duelo, se perdieron después y se encontraron en las postrimerías de la primera parte en la que se encontraron además con el premio del gol. La flor de Carletto volvía a desprender su mejor aroma.
Volvimos del intermedio con un Athletic más valiente y un Madrid a la expectativa. Los de Ancelotti fiaban su suerte en el partido a los espacios a la espalda de la zaga visitante. Como la carrera de Vinicius en el 51 que pudo haberle costado caro a los rojiblancos si no llega a ser por el cruce providencial de Óscar de Marcos.
Desatascos Vinicius
La jugada de Vini espoleó al Real Madrid, que volvió a cercar el área de Unai Simón. Kroos probó suerte otra vez desde fuera del área y su disparo lamió por fuera el palo izquierdo del Athletic. El partido estaba roto. Los leones pegaron un par de zarpazos que metieron el miedo en el cuerpo al Bernabéu. Lucas salvó el 1-1 de Zarraga casi bajo palos.
En el minuto 63 le sonó la alarma del Nokia a Ancelotti, que metió a Rodrygo por un invisible Asensio. Modric, fundido y asfixiado, se mantenía en el campo. Vio una amarilla de impotencia por perseguir a Iñaki Williams. De la falta bien pudo llegar el 1-1 del Athletic si Unai Núñez hubiera conectado bien la cabeza a la pelota. Por suerte para el Madrid, no lo hizo.
En el 69 Carletto quitó a Modric (por fin) y metió a Fede Valverde. Al Real Madrid se le volvía a torcer el partido. El 1-0 era un botín preciadísimo a estas alturas de la película. Courtois, otra vez Courtois, salvó al Madrid con una salida en el mano a mano ante Sancet.
Diez minutos después Ancelotti metió más músculo: Nacho y Camavinga por Lucas y Kroos. El Real Madrid necesitaba guardar la ropa y conservar el valiosísimo botín del tanto de Benzema. Militao con la cara salvó un remate a bocajarro en el 86. Al Bernabéu se le empezaba a hacer bola el partido. Ancelotti consultaba su cronómetro ochentero. Mascaba chicle. El madridismo se comía las uñas.
Afortunadamente para el Real Madrid las balas del Athletic no cogieron portería y los blancos sobrevivieron a la traca final. El equipo de Ancelotti, que tiene una floristería donde la espalda pierde su casto nombre, sacó tres puntos de oro merced a un enorme portero y a una no menos grande dosis de fortuna.