Victoria sufrida y gris, pero victoria, del Real Madrid en el campo del Betis a la espera de Mbappé. El equipo de Ancelotti dominó el partido, pero no fue capaz de asediar a los de Pellegrini. Carvajal hizo el gol del triunfo blanco, que sumó tres puntos que a la afición madridista le saben a poco, porque está esperando el plato fuerte, el más sabroso, el más deseado, que se llama Kylian Mbappé.
En los prolegómenos del fichaje de Mbappé el Real Madrid se las veía con el Betis. A Ancelotti le faltaban entre otros Nacho, Mendy, Kroos o Modric. Además, Carletto mandaba un mensaje a Hazard con su suplencia por si acaso el belga tenía a bien dejar sitio y dorsal libre para Mbappé. A veces está bien que alguien te enseñe donde está la puerta de salida aunque tenga un letrero puesto.
Poderoso y valiente salió el Real Madrid. Mandón. Dominó la pelota y se apoyó la velocidad de un Vinicius protagonista y sobrado. El brasileño agitó el duelo al bailar en una baldosa dentro del área verdiblanca y servir en bandeja el pase de la muerte para Benzema. Era el 0-1 , pero el pase a la red de Karim se marchó fuera por poco.
El partido se puso bravo y vertiginoso. No volvió la cara el Betis y la tuvo a balón parado con una falta que botó Fekir y sacó con mano firme Courtois. El Villamarín cantó gol y el soberbio portero del Real Madrid lo evitó.
De repente, tras unos minutos iniciales de ida y vuelta, alguien le dio al botó del pause. Dominó el Real Madrid en torno a la pelota y contragolpeó el Betis. Pasaron unos minutos de entreguerras sin nada interesante que llevarnos a la boca, más allá de un piscinazo infame de Fekir que no engañó siquiera a Hernández Hernández.
El Madrid se había salido del partido por la falta de centrocampistas que gobernaran la sala de mandos del duelo. El que sí impuso su ley en el 28 fue Canales, que retrató a Militao –qué flojito es– con una sotana que ya la querría para sí Rouco Varela y se inventó una vaselina desde el medio del campo que lamió por fuera el larguero de Courtois.
El Madrid pierde el hilo
El caso es que nos habíamos fumado media hora de juego sin que el Real Madrid diera demasiadas señales de vida. Ofensivas, se entiende. Apenas una llegada por banda de Carvajal que no supo encontrar a un emboscado Gareth Bale, que esperaba en el área para hacer el 0-1.
No pasaron grandes cosas (ni pequeñas) en el partido, más allá de que Hernández Hernández repartió amarillas sin ton ni son. Y nos estábamos plantando en las puertas de descanso sin que ni Betis ni Real Madrid nos ofrecieran cosas de interés. Vinicius fue de más a menos, Isco y Valverde invisibles de principio a fin y Bale de menos a menos todavía. Como Mbappé lo estuviera viendo en el móvil, lo mismo hasta renovaba con el PSG.
Sobrevino el descanso, gracias a Dios, y nos pudimos echar un agüita los que estábamos viéndolo por televisión o los del estadio. El primer tiempo, para qué mentir, había sido un poco infumable. Ni el Betis ni el Real Madrid habían enseñado la cacha futbolística que se les presumía, más pendientes del orden que del talento, de la táctica que de la improvisación, de no fallar que de acertar.
El caso es que se reinició el partido en su segunda mitad sin cambios. En nada. Ni en los protagonistas ni en el juego. Pellegrini, con una camisa a un paso entre estar desteñida y estar usada, miraba el juego como la vaca que mira el tren. Ancelotti mascaba chicle a mandíbula batiente.
Carvajal abre la lata
No pasaba nada. Y menos bueno. Un regate imposible de Vinicius que acabó en nada y un entradón de amarilla de Casemiro a Hernández Hernández. Y un correcalles infame. Ahora la pierdo yo, ahora la pierdes tú. Y así, a la hora del partido, llegó el gol inesperado aunque merecido del Madrid. Vinicius peleó una pelota hasta el final y se la puso atrás a Benzema. El 9 levantó la cabeza y vio a Carvajal, que se asomó en el segundo palo y voleó a la red.
El Real Madrid, en pleno caos de partido, había encontrado el 0-1. Y sobrevivió a él en los minutos posteriores después de un intento de autogol de Alaba sin querer, que se marchó fuera. Ancelotti movió el banquillo. Sacó del campo a los inéditos Bale e Isco y metió a Marco Asensio y Lucas Vázquez. El propio Asensio tuvo en sus botas el 0-2 en una buena contra que finalizó con el punto de mira desviado. Era el minuto 72 y los blancos parecían tener el partido bajo control.
Pasaron los minutos sin mucha chicha que contar. El Real Madrid controló el juego y el Betis no fue capaz de hacer ni cosquillas a Courtois. Ni siquiera llegar al área para que Hernández Hernández tuviera tentaciones de liarla. Así que al final los de Ancelotti sacaron tres puntos efectivos pero sin estética que les permiten ponerse con 7 puntos en tres jornadas, todas de visitante, en lo que llega Mbappé. Pero esa ya será otra historia.