Si esperan leer guarrerías en este artículo, pulsen el icono de atrás y no sigan. Siento decepcionarles pero no va por ahí. No es una oda al onanismo ni nada parecido. Es un artículo sobre Piqué y sus palabras supremacistas tras el Clásico en clave del Nuevo Testamento, concretamente del Evangelio según San Lucas, capítulo 6, versículos 41 y 42:
“¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: “Hermano, deja que te saque la paja de tu ojo”, tú que no ves la viga que tienes en el tuyo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu ojo y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano”.
A Gerard Piqué le mola dar lecciones. Es algo heredado desde los tiempos de Guardiola. Suya –y del barcelonismo por extensión– es la batalla del relato y ellos son quienes deciden cómo se juega al fútbol, qué goles valen, a qué altura hay que cortar el césped y si hay que regarlo con agua mineral o con Vichy catalán.
Ellos (los del Barça) son los buenos y los del Real Madrid los malos. Ellos son los futbolistas y los del Madrid los atletas. Ellos pasarán a la historia (de la que borrarán convenientemente a los Stark, Obrevo, Aytekin y compañía) pero de las Champions del Real Madrid y de la Liga de Mourinho no se acordará nadie. Es el mensaje que inauguró Guardiola y fue seguido por sus apóstoles Xavi y Piqué.
Piqué sabía que una palabra suya marcaría el debate post-Clásico y por eso dijo lo del «peor Real Madrid en mucho tiempo» refiriéndose al juego del equipo de Zidane en la primera mitad. Piqué tenía razón a medias. Vio con precisión de oculista la paja en el ojo del Real Madrid pero se olvidó de la viga que tiene en el propio. Porque si este es el peor Madrid en mucho tiempo –y puede que lo sea– el Barça donde juega él, y Messi, y Griezmann, y Ter Stegen, y De Jong… va por detrás en la Liga. Y eso no le deja en buen lugar.