El Balón de Oro todavía colea. Caminaba entre la incertidumbre y la rumorología. En un principio, Vinicius Junior aglutinaba el mayor números de papeletas para levantar el galardón. La decisión no era oficial, pero prácticamente oficiosa, aunque el guion comenzó a virar el día previo a la entrega y el rumbo se modificó por completo en las horas anteriores a la gala.
Tras un giro de 180 grados, Rodri Hernández, jugador del Manchester City, conquistó el Balón de Oro. Recibió así, 64 años después, el testigo de Luis Suárez, único futbolista español que había conquistado el galardón hasta la fecha.
Un triunfo, esquivo para el fútbol español, que reconoce la normalidad de un perfil de futbolista en peligro de extinción. Rodri es, además de un futbolista excepcional, un tipo normal. No tiene redes sociales, tampoco tatuajes en su cuerpo no es despampanante, juega con la camiseta metida por dentro, no abandera movimientos sociales ni su imagen es protagonista de grandes campañas publicitarias.
La otra cara de la moneda cayó del lado de Vinicius, principal candidato al galardón. El brasileño, al igual que el Real Madrid, no viajó a la capital parisina tras confirmarse que no se llevaría el galardón. Su ausencia ha generado un huracán de opiniones tanto favorables como contrarias. Este último intangible lo ha llevado al extremo Gary Neville, ex jugador del Manchester United.
«Vinicius Jr no tiene clase, estoy encantado de que Rodri haya ganado el Balón de Oro. Ha sido para un jugador que ha contribuido de manera consistente semana tras semana», empezó su relato Neville cuando le preguntaron por el asunto.
«Creo que hacer lo que ha hecho el Real Madrid, faltarle el respeto a Rodri de la forma en que lo ha hecho, ¡me parece absolutamente indignante! La idea de intentar quitarle la gloria y el protagonismo a un jugador respetado en todo el mundo y que es una buena persona… ¡me parece una falta de clase!», sentenció.