Una obra de arte dibujada por el tacón de Benzema sirvió para que el Real Madrid lograra tres puntos en Cornellá ante un Espanyol peleón que acabó desfondado. Casemiro hizo el gol de la victoria que se recordará como el día que Karim se puso, otra vez, el traje de mago y se sacó de la chistera una genialidad que vale en media Liga.
Zidane entró en razón. Después de liarse la manta a la cabeza, fumarse un puro y hacer de su capa un sayo con el once ante el Mallorca, le puso un punto de cordura a la alineación ante el Espanyol, lo más parecido a lo que sería su once de gala, si es que un tipo que hace 48 onces distintos en 48 partidos puede tener un once preferido.
Salía el Real Madrid al césped de Cornellá con la intención de certificar la defunción anunciada del Espanyol, equipo hermano que se nos va a Segunda, y con un 4-4-2 clásico con cuatro centrocampistas y dos delanteros. Las novedades eran la presencia de Marcelo en el lateral izquierdo y de Isco, recuperado para la causa, en la mediapunta. Arriba rotaba Vinicius, uno de esos jugadores que ha explotado tras el coronavirus, y formaban pareja Hazard y Benzema.
Aunque no se lo crean, el Real Madrid salió como si fuera Semana Santa: al paso y con la torrija. El botín de aprovechar el pinchazo del Barça en Balaídos y tener un colchoncito de dos puntos era demasiado valioso como para saltar a Cornellá a darse un paseo como saltaron los de Zidane. Antes del minuto 3 ya se había asomado el Espanyol al área de Courtois merced al bullicioso y veloz Wu Lei. Por suerte para los blancos, Raúl de Tomás no acertó con la portería.
El Madrid sale sin prisa
Poco a poco, como unos jóvenes de botellón, se fueron entonando los de Zidane. Un disparo maravilloso de Casemiro desde el centro del campo lo desvió Diego López para frustrar el gol que no marcó Pelé. Dos minutos después de nuevo Case se asomó al área pero su voleón lo cabeceó arriba Sergio Ramos jugándose la testa.
Empezó a diluviar para el Espanyol, que apenas podía guarecerse de los ataques del Real Madrid por tierra, mar y aire. Se tomaron un respiro los locales con una falta lateral que sacó con una mano salvadora Courtois. El Real Madrid no estaba prestando demasiada atención en defensa y los de Rufete se estiraban sin complejos. Eran un divorciado en una discoteca: no tenían nada que perder.
En el 35 de nuevo Diego López voló para evitar el 0-1. Lo hizo a mano cambiada después de una jugada cosida a un toque entre Kroos, Marcelo y el propio Benzema, quien finalizó con un disparo que tenía más mala leche que el ministro Ábalos. Otra vez el Real Madrid volvía a asomarse al gol y otra vez lo evitaba Diego López, otrora portero de la casa blanca y ahora salvador del Espanyol.
Genio Benzema, todocampista Casemiro
Pero tanto fue el Real Madrid asomándose a la portería periquita que al final encontró el 0-1. Fue un pase diagonal de Marcelo al área donde prolongó Sergio Ramos. Allí recibió de espaldas Benzema y escribió un verso de Pablo Neruda con un taconazo bello, profundo y rítmico. Al área pequeña llegó Casemiro, el centrocampista total, para embocar a la red. Era el minuto 45 y caía el muro del Espanyol.
En la reanudación tuvo en sus botas Benzema el 0-2 tras un buen pase de Isco. De nuevo Diego López se agigantó para cerrar la puerta del Espanyol. Dominaba el Real Madrid en busca del tanto que pasaportara el partido. No movía el banquillo Zidane a pesar de que tenía artillería para invadir la isla de Perejil.
Daba la sensación de que al Espanyol se le había ido el fuelle y de que el Real Madrid estaba recreándose y jugando con demasiado postureo. Pasada la hora de partido Zidane metió de golpe a Vinicius y Rodrygo por Isco y Hazard. Zizou refrescaba su delantera y suplía de golpe a dos jugadores intrascendentes.
En el 65 una falta de Raúl de Tomás se envenenó al botar delante de Courtois, pero el meta del Real Madrid, atentísimo, despejó bien el tiro del ex delantero blanco. La acción fue un espejismo porque el partido lo manejaban los visitantes. Pero no terminaban de cerrarlo. Al Espanyol sólo le quedaba hacer faltas para resistir las embestidas del Madrid.
Fueron pasando los minutos y el Real Madrid se dedicó a guardar la pelota y el precioso botín del 0-1. Lo consiguió sin grandes apuros. Fue una victoria cómoda y sin pisar demasiado el acelerador, tres puntos que les dan a los de Zidane la mano por la Liga y una pequeña ventaja que puede ser definitiva en el pulso con el Barcelona.