Con Mbappé sólo no basta
El 'hat-trick' de Mbappé fue inútil para sujetar a un Real Madrid sin plan ni juego
Otro repaso monumental del Barcelona de Flick al Real Madrid de Ancelotti, que se puso 0-2 y fue triturado por los azulgranas en el primer tiempo
Martínez Munuera apaga el VAR: no avisa de una mano de De Jong ante del gol de Lamine Yamal
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Con Mbappé sólo no basta. Ni aunque el francés haga un hat-trick este Real Madrid es capaz de meterle mano al Barcelona. Porque el Barça trituró al Real Madrid en el primer tiempo de un Clásico que los de Ancelotti empezaron ganando 2-0 antes de bajarse del autobús. Del espejismo pasamos al baño, del baño a la remontada y de la remontada al bochorno. El cobarde y antiguo planteamiento de Carletto quedó retratado ante la valentía de Flick y sus chicos, que acabaron logrando una victoria que vale una Liga. Una Liga merecida, amén de los deméritos del Real Madrid y de los regalitos arbitrales.
Vencer o morir. Sonaba a lema de película de gladiadores pero era la cruda realidad del Real Madrid en su visita a Montjuic. Los cuatro puntos de ventaja del Barcelona, unidos al 0-4 del Bernabéu, situaban a los de Ancelotti entre la espada y la pared. Era el último Clásico de Carletto, que había salido derrotado y escaldado esta temporada de los tres anteriores. Y el míster no tuvo ningún ataque de entrenador en la alineación. Bien. Repitió el once que ganó (con algún apurillo) al Celta. Bien. Mantuvo a Güler en el once. Bien. Y mandó a Rodrygo, alias El hombre invisible, al banquillo. Mejor.
Eso sí, el Real Madrid se presentaba al Clásico con la defensa hecha puré. Ni Carvajal, ni Militao, ni Rüdiger, ni Alaba, ni Mendy. Casi nada. Así que a Ancelotti sólo le quedaba poner a Lucas y Fran García en los laterales con la extraña pareja Asencio-Tchouaméni en el centro. Un cuarteto que daba miedito ante el arsenal ofensivo del Barcelona. Por delante formaban Ceballos y Valverde en el doble pivote. Más arriba aún una línea de tres con Güler, Bellingham y Vinicius para escoltar a Mbappé, la gran baza del Real Madrid para soñar con una Liga que, al menos antes del Clásico, parecía peligrosamente preparada para el Barcelona.
Un Barcelona, por cierto, en el que Flick también repitió en el Clásico el once que había caído de la Champions el martes ante el Inter, prórroga mediante. Una alineación también lastrada en defensa por las ausencias de Koundé y Balde en los laterales, suplidas por Eric García y Gerard Martín, y que contaba con el tridente Lamine, Olmo y Raphinha como gran amenaza para derrotar al Real Madrid y cantar el alirón virtual.
Al silbato, el que faltaba, Hernández Hernández, que es malo al cuadrado aunque no mucho mejor que sus homólogos. Su historial con el Real Madrid no merece un vídeo, merece una serie de tres temporadas. Del Barça «desde shiquitito», basta con decir que llevaba cinco años sin pitar un Clásico por sus tropelías. En el VAR, Martínez Munuera, «todo O.K., José Luis». El mismísimo Negreira habría firmado, comisión del Barça mediante, esta designación. Bueno, al lío que me lío.
Mbappé pica dos veces
Echó a rodar la pelota en plena hora de la siesta. El Barcelona salió como el hermano de Pedro Sanchez: enchufado y bien colocado. Su presión hasta el área rival obligó al Real Madrid a sacar el balón en forma de pelotazos. Pero los de Flick decidieron pegarse un tiro en el pie con un doble error: Cubarsí le dio la asistencia involuntaria a Mbappé y Szczesny derribó al francés dentro el área. Le atropelló y el penalti no admitía dudas. El VAR revisó la posición de salida de Mbappé, más adelantada que la línea azulgrana, pero como la asistencia posterior vino de un error de Cubarsí, entre Hernández y Martínez entendieron que no había lugar al fuera de juego y sí al penalti.
La pena máxima la ejecutó Mbappé. Anotó. Pues nada, 0-1 y el Real Madrid se ponía por delante en el Clásico a las primeras de cambio. Reaccionó el Barcelona, que puso cerco al área de Courtois. El meta belga tuvo que emplearse a fondo. Un día más en la oficina. A Ancelotti se le había puesto el partido como lo había diseñado en la pizarra: replegar atrás y soltar a Vinicius y a Mbappé a campo abierto.
Perdonó en el 12 Dani Olmo una ocasión tras un centro medido de Gerard Martín desde la izquierda. El internacional español encogió la pierna y no alcanzó a rematar el pase. Su posición, dicho sea de paso, era de fuera de juego. Un minuto después el que no perdonó fue Mbappé. La jugada a la contra la aceleró Vinicius, que asistió a Mbappé. Cabalgó el francés, se plantó delante de Szczesny, que se quedó clavado, y no perdonó. La puso a un lado con habilidad y logró el 0-2. El VAR volvió a revisar la acción y, para desgracia de los Negreira Boys, no encontró nada punible.
Al Barcelona, como tantas veces, no le quedaba más remedio que irse arriba a remontar. Como ante el Inter, como ante el Atleti. El Real Madrid se hundía en torno al área de Courtois, que metió dos manos salvadoras a Lamine y Gerard Martín. Pero tanto se hundieron los blancos que, córner a córner, llegaría el 1-2 al Clásico. Lo marcó de saque de esquina Eric García después de una buena peinada de Ferran y de que fallaran Fede Valverde, Asencio y el propio Courtois, que se quedó encajado bajo los palos.
Otra remontada del Barcelona
Al Real Madrid, si no cambiaba su posición en el campo, se le iba a hacer larguísimo el Clásico. Apretaba el Barcelona dispuesto a darle la vuelta al partido en un decir amén. El partido era puro vértigo. Fede Valverde, que era el fontanero que tapaba las vías de agua de Lucas y Fran García, vio amarilla en el 28 por una coz a Lamine Yamal, casi inédito en la primera media hora de partido.
Pero sí lo haría en el 31. Con todo el Real Madrid metido dentro de su área Lamine Yamal recibió el balón dentro del área grande y, de primeras, la puso tocadita a la esquina del palo derecho de Courtois. Y un minuto después llegó, como se veía venir, el 3-2. Fue una pérdida de balón estúpida del Real Madrid en la que Ceballos estorbó a Mbappé. Fue un suicidio. Aceleró el Barcelona, la pelota llegó a Raphinha, que retrató a Lucas y Tchouaméni y cruzó a placer ante la media salida de Courtois.
El Real Madrid se había descosido de golpe y había enseñado todas sus vergüenzas, empezando por las de su entrenador, cuyo único plan era volver al fútbol de los 70 con todo el equipo atrás y Fede Valverde pegando pelotazos desde el área propia. Un guiñapo de equipo sin plan ni juego y con una pizarra más antigua que el chaleco de Ancelotti. Perdonó Raphinha el 4-2 con un cabezazo a bocajarro en el 41. Un minuto después Hernández Hernández pitó un penalti que no era de De Jong a Mbappé. El VAR lo anuló por fuera de fuego previo de Bellingham.
No se había acabado el Clásico, a pesar de que el Real Madrid pedía a gritos el descanso. En el 44 fue Lucas Vázquez el que se hizo la picha un lío y regaló la pelota a Raphinha, que abrió el regalo, tiró la pared con Ferran Torres y fusiló a Courtois para lograr el 4-2. Vibraba Montjuic, que ya sentía que tenía cogido el título de Liga con las dos asas. Y todavía tuvieron que sufrir los blancos los embates finales del Barcelona hasta cumplir los seis minutos de alargue. El descanso fue un alivio para el derruido equipo de Ancelotti.
De ridículo en ridículo
La respuesta de Carletto fue quitar del campo a Ceballos y Güler, inéditos como el resto, y meter a Modric y Brahim. Flick siguió con los mismos. El Barcelona siguió a lo suyo: atacar y dejar espacios atrás. No estaba el Real Madrid para aprovecharlos. O eso parecía. Vio amarilla merecida Asencio por una patada alevosa a un Ferran, que le estaba pintando la cara todo el partido. Lo volvió a hacer en el 51 en una acción que dio origen a quinto del Barça. Lo anotó Lamine Yamal a pase de Raphinha, pero el brasileño estaba en fuera de juego.
Mbappé trató de echarse al Real Madrid a la espalda pero era como cargar a un muerto. En el 55 trazó una gran jugada individual culminada con un disparo cruzado que se marchó fuera por poco. Reaccionó Flick con dos cambios en el Barcelona: Christensen y Balde por Cubarsí (lesionado) y Gerard Martín. Disfrutaba el público de Montjuic porque el Clásico no corría peligro.
O sí. Porque en el 69 un regalo de Iñigo Martínez a Modric provocó una contra que condujo Vinicius y que finalizó Mbappé para anotar su particular hat-trick y poner el 4-3 al Clásico. El francés, una vez más, se convertía en la pesadilla del Barcelona y en el clavo ardiendo al que se asía el Real Madrid. El Barça reaccionó con dos ocasiones consecutivas. La de Lamine Yamal la sacó Courtois y la de Raphinha se fue al cielo de Barcelona cuando lo más fácil era hacer el quinto.
Al Real Madrid le quedaba tiempo para la heroica. Plan y fuerzas era lo que le faltaba. El Barcelona trató de dormir el balón para cuidar el valioso botín del triunfo. Courtois sostenía al equipo de Ancelotti. Al filo del 80 el VAR revisó una mano de Tchouaméni dentro del área. La mano estaba despegada del cuerpo aunque el francés no hizo ademán por sacar el brazo. Hernández Hernández, avisado por Martínez Munuera, se fue al monitor, analizó la jugada y dijo que nones, que no había penalti.
En el 83 Ancelotti sacó el puro y se la jugó: Endrick por Lucas Vázquez. El Barcelona manejaba la pelota y el Real Madrid lo fiaba todo a las contras. Vinicius se retiró tocado en el 87. Entró el canterano Víctor Muñoz. Aunque no se lo crean, el chico tuvo la ocasión de su vida nada más salir en un mano a mano que echó al cielo de Montjuic. Ay, si esa la hubiera cogido Mbappé.
Que también falló la suya en el 90 en un mano a mano que provocó que Szczesny hiciera su primera parada del partido. También marcaría Mbappé de resultas del siguiente córner, pero el francés estaba en fuera de juego. El Clásico ya era una puñetera locura, pero al Real Madrid se le agotó el tiempo. Incluso a Fermín le dio tiempo a marcar el quinto del Barça, anulado después por el VAR. Al final perdieron los blancos porque el Barcelona, con sus defectos, es un señor equipo y el de Ancelotti es cualquier otra cosa menos un equipo. Y con Mbappé sólo no basta.
A ver si Xabi Alonso lo arregla.