El Real Madrid sufría, sufría mucho, en las semifinales de la Copa del Rey ante la Real Sociedad. Los blancos no eran capaces de dominar un partido en el que, durante algunos compases, parecía que iban directos al abismo. Nada estaba bajo control y los nervios estaban a flor de piel. Y cuando la tensión se puede sentir, cortar, puede haber enfrentamientos y discusiones, como la que se vivió entre Vinicius y el banquillo cuando los donostiarras ganaban 1-2.
La Real Sociedad sacaba con demasiada facilidad un balón desde su campo ante la falta de intensidad de Vinicius, y el banquillo madridista estallaba contra el brasileño. Davide, segundo entrenador del Real Madrid, mostraba su malestar con el futbolista, mientras que Ancelotti reclamaba la presencia de Brahim, que parecía que iba a entrar al campo. Finalmente, este cambio no se realizó y Vini pudo seguir sobre el terreno de juego, aunque la amenaza fue real.
Tras el partido, Ancelotti reconoció abiertamente la bronca que mantuvo con Vinicius en el terreno de juego y, como suele ser habitual en el italiano, le sacó el lado positivo. «Sí, esa conversación, ese toque ha sacado al mejor Vini. A partir de ahí ha subido el ritmo y la calidad. Ha sido determinante. Con una jugada suya hemos marcado el 2-3 y ha jugado un partido espectacular», comentaba el entrenador del Real Madrid.
Y tanto que la reacción fue real, puesto que Vinicius decidió que el Real Madrid iba a seguir optando a todos los títulos en la presente temporada. Tras la bronca, llegó el 1-3 de la Real Sociedad y la hecatombe, pero Vini tenía un plan. Se puso el disfraz de crack, ese que también le sienta, para hacer una jugada de nivel mundial que finalizó con una asistencia a Bellingham que devolvía a los blancos a la vida.
El partido de Vinicius volvió a estar a la altura de su nivel. Ese que le convierte en uno de los mejores jugadores del planeta. En la primera mitad asistió a Endrick en el primer gol de los blancos, mientras que en el segundo acto fue capital para evitar una dura eliminación copera de los madridistas. Un jugador diferencial al que Ancelotti le seguirá poniendo las pilas siempre que lo estime oportuno.