MAESTRO DEL JUEGO

Andriy, el gigante

Lunin
Lunin para un penalti en el Bernabéu. (Getty)

Esta no es la historia de David contra Goliat. No hay nada bíblico en ella. Y mucho menos apocalíptico. Sin embargo, como en toda historia, tiene su parte de fábula y de drama. La última la pone el principio, el título, aunque no del todo. Sólo a medias, y quizá ahí podamos encontrar la fábula con la que explicar qué puede estar pasando por la cabeza de Lunin en estos últimos días o meses. Andriy es su nombre, pero El gigante, ANDRÉ, THE GIANT, para ser más exactos, fue en realidad un luchador de los más reconocidos en los 70, 80 y parte de los 90. Fue incluso mucho más que eso. Un auténtico icono, un espectáculo en sí mismo. Una atracción por el simple hecho de existir, sin la necesidad de hacer nada.

Imaginen una vida observada, escrutada, puesta bajo el foco, en un ring para demostrar que aquel francés, esa fuerza de la naturaleza humana sinigual podría ser retado, golpeado y hasta vencido a los ojos de cientos o miles que habían pagado y viajado sólo para la ocasión. Lo apodaron la “octava maravilla del mundo”y de él hasta el mismísimo Arnold Swarzenegger dijo en cierta ocasión sentirse tan pequeño como una muñeca en sus brazos. Cuando The Rock (el actor Dwayne Johnson) era niño lo llamaba Tío André…Pero su enorme físico de 2,23 metros y 235 kilos no pudo soportar más allá de los 46 años. Aquel circo indomable, los terribles dolores de todo tipo, físicos y emocionales, que le atenazaban, que padecía cada día de su vida debido al gigantismo, acabaron con el hombre pero no con el mito.

Hay otro gigante en esta historia. También lucha con sus miedos y por ahora va ganando. De hecho está en lo más alto de esa pelea. A sus 25 años recién cumplidos, Lunin, candidato al Golden Boy hace cinco, está en su prime como se suele decir. Incluso para su castigado país, Ucrania, que lo ha llamado para la absoluta por su amplio rendimiento de blanco, algo nada fácil. En lo deportivo ha pasado lo peor sin evitamos las lesiones de gravedad: cesiones tras cesiones sin minutos, sin confianza, sin la capacidad para demostrar. Se lesiona Courtois y llega Kepa. Competencia con el vasco, más acostumbrado a ello, en el Chelsea, en la Selección…El Bernabéu, Ancelotti, el Madrid…Llega la hora. La Champions. Ida y vuelta.

Las 9 “maravillas” de Andriy

Todo o nada. Leipzig. Ida de octavos. No todas las paradas son iguales. Si hablamos de dificultad técnica, de destreza, de maestría, el escaparate del ucraniano es como una de esas webs donde puedes encontrar de todo, que aparecen sin hacer ruido para darte una solución sencilla, fácil y accesible. Todo a golpe de click. Sin anuncios opulentos. Sin declaraciones. Sin campañas de marketing exageradas. No todas sus paradas son iguales, las 9 que salvaron una victoria en la ida del aquí y ahora en la siempre intensa Alemania. Pero no hay duda, sí pesan y valen lo mismo. Todas se producen con 1-0. Y algunas son de Valor Gol. Parata partita, clamorosa, miracolo… que dirían en la Italia natal de Carletto…

La primera con 0-0, abajo con los pies, perfectamente posicionado para tapar su palo y poder estirarse al segundo si fura preciso. En el minuto 5 del segundo asalto llega la segunda, una sensacional doble intervención: De esas que salvan finales. Primero repele un obús lejano y luego tapa el segundo remate en el área pequeña. La tercera llega solo 5 minutos más tarde. Tiempo es lo que gana el arquero cuando acorta el paso y el ángulo atacando en defensa ese balón cruzado y lo despeja al primer palo. La valentía y la audacia forman parte de la parada número 4: una salida con los pies en un mano a mano sin centrales. Duelo cara a cara con el rematador.

La quinta demuestra que, aunque tiene un buen margen de mejora, también es seguro por alto. En la sexta exhibe a los ojos de Europa visión y anticipación al disparo lejano, seco y cruzado que llega limpio a su espacio. Y lo despeja donde debe, al costado, para evitar segundas oportunidades. La séptima parada es al hábil Xavi Simmons y no era fácil con ese bote justo antes de llegar a impactar con el balón. A sólo 9 minutos del final saca una buena mano a su palo en carrera en la jugada del desconcierto por la lesión de Brahim, en mitad de la bronca de Kroos…otra que amargaba aún más la noche a Sesko…

real madrid red bull leipzig
Lunin saca un disparo a bocajarro de Sesko en el Real Madrid-Red Bull Leipzig. (Getty)

El broche llega con un gran despeje a mano cambiada, para emular a la escuela alemana, impulsó y desvió con fuerza ese remate de Haidara. Fue a sólo 6 minutos del final, con mucho tráfico de jugadores por delante. Lunin estaba entre palos, como un centinela implacable. Aquella noche su portería no sería derribada por más intentos que hicieran los germanos. Como tampoco lo haría sólo cinco días después con otra parada valor gol, casi valor Liga, de las que agrandan el currículum del meta. Una pierna, una rodilla derecha prodigiosa con 0-0 en el Bernabéu ante el Sevilla nada más comenzar la segunda parte. Una parada impensable, casi imposible, de las que sirven para ganar el partido, agarrase al título y quien sabe si al puesto en un futuro no muy lejano.

La realidad es que Lunin ya en Liga, y ahora en la mejor de las competiciones está fraguando a hierro y fuego, firme como un yunque, una puerta acorazada en el Madrid. Y esas porterías a cero, lleva 10 en total en 22 duelos, son la clave para ganar no partidos, para alcanzar títulos al final del trayecto. Ejemplos de ello en el Bernabéu son: Keylor Navas en 2016 y Courtois 2022. Y cito justo esos años y no otros por un motivo en particular. Las nueve paradas de Leipzig, claves para pasar a cuartos como se demostró en la vuelta en casa, igualaron el récord en poder de Courtois en la final de Champions de 2022 ante el Liverpool en París. Y con respecto al tico Keylor Navas, hablamos de las porterías a cero. Keylor (y su rival Oblak) llegó con un número considerable de cerrojos a la final de Champions de Milán en 2016. De 11 duelos disputados, en 9 dejó seco al rival…Impresionante cifra que explica muchas fortalezas.

Lunin acapara todos los focos de un escenario cuyas tablas queman más de lo normal. Porque como dijo un exjugador de campo, deportivista, argentino y posteriormente campeón del mundo como seleccionador de la albiceleste: “La portería del Madrid no mide poco más de 7 metros, mide más de 14” Cuánta razón tenía Lionel Scaloni…y para taparla, para llegar a cubrir todos los huecos, ver cada ángulo muerto, cada palmo, cada resquicio y sin dejar nada al descubierto, hay que ser grande, verdaderamente grande.

La estirpe de los gigantes

Más allá del muro que dirían en Juego de Tronos, en el planeta fútbol existen varias tribus de cancerberos. Y algunos se han elevado a categoría de estirpe. Y, como si del Renacimiento o la pintura clásica estuviésemos hablando, se han formado academias, escuelas donde el estilo (y el tamaño) importan. Están la italiana, la alemana, la holandesa (o de los Países Bajos para hablar con propiedad), la escandinava, y en especial la danesa, la del este donde Rusia destacó…desde siempre. Allí surgió para muchos el más grande de todos los tiempos: Lev Yashin, la araña negra. Desde luego fue el pionero. El único Balón de Oro desde el arco ya rozaba el metro noventa de altura. La estatura no es de por sí una variable que defina el tipo de arquero. Hablamos de un punto de partida, de unas condiciones físicas a partir de las cuales los entrenadores, trabajan esos puestos y estructuran sus equipos desde la defensa. Ser alto no es una habilidad, se trata de una cualidad pero si se aprovecha, se une a la mayor envergadura de brazos, longitud de piernas, ocupación de espacios, presencia en el área, intimidación en el juego aéreo…y se trabaja para mejorar a partir de esas condiciones naturales: llegada a palos, potencia de piernas, reacción a segundas jugadas, etc estamos hablando de una máquina cuyo potencial aumenta indudablemente. Así lo ven quienes más saben de este oficio. Los entrenadores.

Fabio Capello y Bodo Illgner

La historia, tan propia de los 90, tiene aroma de café de media tarde en mesa camilla y brasero. Y es tal cual. El diario de mayor tirada deportiva de entonces publicaba en portada la llegada de un gigante 54 veces internacional alemán llamado Bodo Illgner (1.90m y 90 kilos) procedente de Colonia por 200 millones de pesetas de aquella, aproximadamente 1,2 millones de euros por el traspaso al cambio pero en términos relativos bastante más para la época y por un portero. Lo hacía a petición de Fabio Capello, con premeditada nocturnidad, cuando el italiano se suponía una víctima, un entrenador aquejado, falto de centrocampistas… Ya. Pero la casa se empieza por la base, y los cimientos a Don Fabio le gustan altos y fuertes. Como siempre reconoció. Como Illgner. Con él, el Madrid gana la Liga y al año siguiente la Champions…32 años después. Bodo no participa en la fase de grupos (lo hace Cañizares) pero juega toda la ronda eliminatoria: los cuartos de final, las semis ante Leverkusen y Dortmund y la final ante la Juve y adivinen…deja la portería a cero en 4 de esos 5 partidos incluida la final. Sólo recibe 1 gol en la ida de cuartos en Alemania ante el Bayer.

Lunin lleva en esta Champions 4 partidos (Braga, Nápoles y el doble cruce también teutón con el Leipzig), con un total de 3 goles y 2 porterías a cero. No va nada mal. Sobre todo si comparamos el promedio de goles por partido del alemán con el joven ucraniano. En todas las competiciones Lunin lleva 0,77 goles por partido (números de indiscutible Zamora o mejor portero aunque no pueda optar a ello por el mínimo de partidos y minutos jugados en Liga que dicta la norma). ¿Saben cuál fue el global que alcanzó Illgner en su primera Liga con el Madrid? Exacto, 0,77 goles por partido…

Once Real Madrid Sevilla
Rüdiger y Lunin. (Getty)

La escuela alemana sigue muy presente en la Copa de Europa. Desde siempre. Manu Neuer y su imponente 1,93 defienden y atacan por igual. Para Guardiola un referente futbolístico más allá de lo impensable. Incluso quiso alinearlo como centrocampista en un partido de no ser porque Rummenigge le paró los pies…Es tal su calidad precisamente con los pies, la inteligencia táctica del arquero teutón que es considerado uno de los mejores de la historia. Por supuesto porque como cancerbero es determinante. Un Mundial rotundo con humillación al anfitrión Brasil incluida, dos Champions, 2013 y 2020 (en la actual lleva 5 partidos, 2 goles y 3 porterías a 0), 11 Bundesligas y 5 veces Mejor portero del mundo. Como diría Bernd Schuster “No hace falta decir nada más”. Bueno, tal vez. Su predecesor, Oliver Kahn, el primero de su nombre fue eso, el primer Balón de Oro en un Mundial que jugaba como portero. También campeón de todo con el Bayern de Munich. Rozaba el metro noventa. Pero gritaba más alto.

Otro alemán Jens LEHMANN fue protagonista de un equipo de leyenda. Los INVENCIBLES. El Arsenal de Arsene Wenger jugaba como los ángeles y no tenía rival en aquella Premier League de principios de siglo. Con 14 porterías a cero en 38 jornadas, con solo 26 goles concedidos en 38 intensos partidos, el gigante alemán fue el escudo de los invictos Gunners de la 2003-2004… No perdieron un solo choque y el 1,93 metros de estatura de Lehmann tapó huecos, y algunas bocas demasiado críticas con los de Londres hasta entonces. Sobre todo desde Manchester. Allí convergen gigantes, escandinavos y también la academia holandesa.

El apellido Schmeichel es famoso en la ciudad por partida doble. Pero la tiene dividida. Los Diablos Rojos, el United, son del padre Peter, los Sky Blues, el City, lo son del hijo Kasper. Ambos obraron milagros desde el arco, ese altar vikingo, danés para más señas. El padre, célebre muro en el Manchester United de la remontada agónica de la final de Champions del Camp Nou ante el Bayern de Munich en un suspiro de 2 minutos en 1999, solo 7 años antes campeón de la Eurocopa con Dinamarca contra todos los pronósticos. El hijo rompió aún más las casas de apuestas cuando el Leicester City fue campeón de la Premier a las órdenes de Claudio Ranieri, otro italiano que los quiere grandes en defender la puerta. Kasper casi 1,90 metros y 90 kilos. Su padre Peter, 1,93 metros y 96 kilos. En el United tardaron seis largos años en encontrar relevo. Ni siquiera un campeón del mundo con Francia como Fabien Barthez bastó. Tuvo que llegar un gigante, de la academia holandesa, Edwin Van Der Sar para romper el molde de nuevo. Clave en la Champions de 2008 para los de Old Trafford, sí, la del resbalón de Terry desde el punto de penalti en la tanda de Moscú. Ese tiempo será recordado por el inmenso y afilado neerlandés de 1,98 metros, por su récord mundial de minutos con la portería a cero. Lo estiró hasta los 1311 minutos…eso son 14 partidos consecutivos sin encajar un gol en plena élite. Allí donde dejamos a quien corresponde cerrar, por el momento, esta pequeña fábula de gigantes y arqueros.

Muy cerca, de la misma academia pero del país vecino Bélgica, tenemos a Courtois. 2 metros y a punto de volver en el momento más crítico de la campaña. Con o sin permiso de Lunin que se ha agrandado en su ausencia…porque en el Madrid no queda otra que estar a la altura, o caer en el intento.

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