Cuando no hay lugar para más errores, ahí es donde aparece el campeón de España, un Real Madrid muy serio que derrotó este domingo a un correoso Casademont Zaragoza que golpeó y golpeó, pero que no pudo derribar la fortaleza que es el WiZink Center (101-95). Los blancos no sucumbieron en ningún momento ante un equipo insistente, peleón y con acierto en ataque, cuyos mejores hombres, Bell-Haynes (21 puntos) y Dubljevic (18), se las vieron con la valentía de Dzanan Musa (18) y la entrega de Gaby Deck en todas las áreas (16).
Jugar como un equipo, uno de los grandes además. Esa fue la clave del éxito la temporada anterior y lo que este domingo el Real Madrid ha redescubierto delante de su afición. La jornada 2 de la Liga Endesa ya era un día en el que no se podían permitir otro tropiezo y los blancos sacaron su coraje en momentos puntuales para empezar a sumar y a sentar las bases de la que pretenden que sea su nueva identidad en pleno cambio generacional.
Ritmo frenético en un primer cuarto en el que el Real Madrid comenzó aprovechando sus ataques y concediendo mucho atrás. No llegó a echar el cerrojo, pero la entrada de Deck e Serge Ibaka le bastó para tomar la delantera. Mucho mejor el equipo de Chus Mateo en el aro contrario que en el propio, con la presencia de Walter Tavares y la constancia de Musa en la anotación. Estos dos, Facundo Campazzo, Alberto Abalde y Eli John Ndiaye, componían un quinteto idéntico al de hace menos de tres días en Múnich.
Igualó fuerzas Casademont con Spissu, impoluto en todas las facetas del uno, Bango, un martillo en el aro madridista, y Sulemajmanovic, incesante al rebote y juguetón desde el triple. Precisamente el tiro de tres era lo que se le estaba atascando a los de casa hasta que apareció Sergio Llull. Antes no habían acertado en ninguna de las siete veces que probaron fortuna. Finalmente, fueron 3 de 12 al descanso con dos consecutivos de Mario Hezonja.
Gran acierto en el triple de Zaragoza frente al Real Madrid
Todo lo contrario que el Zaragoza, al que le entraba todo. Encontraron su punto fuerte desde el exterior en la primera parte los de Porfirio Fisac, que lograron un 50% de acierto en triples (8 de 16) y minimizaron los ataques del Real Madrid como si de una película de indios y vaqueros se tratase. Al descanso, la ventaja era mínima para los blancos (47-46), que seguían sin encontrar su seña de identidad después de tres chascos seguidos que merodeaban por el WiZink.
Chus encontró su quinteto en la segunda parte, añadiendo doble fortaleza a sus pilares –Campazzo, Musa, Tavares– con Deck y Ndiaye. Un arrebato de 10-0 obligó a Fisac a detener la avalancha blanca, que por fin se reencontró con su afición con uno de esos arreones típicos del tercer cuarto que sólo están a la altura de su garra y grandeza. Así, pusieron la máxima en diez puntos (66-56).
La unidad B bajó el nivel y el Zaragoza se volvía a acercar (75-69) antes del último cuarto. El partido no estaba ni mucho menos resuelto, pero Chus, que estaba desesperado, encontró un filón con Andrés Feliz, un sustituto de lujo para Campazzo que se puso en 13 puntos. Casademont recuperó su acierto exterior y se puso a dos a 6:31 del final, exponiendo de nuevo las debilidades de los locales y forzando el tercer tiempo muerto blanco.
Tavares le dio a los suyos la autoridad en el aro propio que le venía faltando durante todo el partido y así consiguió aliviar el sofocón que estaban dando entre Dubljevic y Bell-Haynes por dentro y por fuera. También se la dio en la zona rival, con un 2+1 que volvía a exigir un último esfuerzo a los de Fisac a 2:06 del final.
Final apretado
El Real Madrid agrandó la ventaja y consiguió imponerse al Zaragoza a base de esfuerzo y seriedad en los compases decisivos. No se desenganchó nunca el cuadro aragonés, que mostró su mejor cara contra un equipo hambriento de victoria. El marcador acabó apretado y reflejó a la perfección lo que habían sido estos 40 minutos de pura emoción en el pabellón madridista.