Las tres formas de reciclar la ropa usada que nunca habrías imaginado que existían
En el mundo se genera un camión de ropa usada cada segundo
La fibra textil también sirve como fuente de energía sostenible

Cada segundo, se incinera o se envía al vertedero el equivalente a un camión de ropa usada, advirtió recientemente el secretario general de la ONU, António Guterres.
Urge, por tanto, encontrar medidas que consigan frenar el impacto de la industria textil, una de las más contaminantes del mundo, que implica la generación de más de 2.000 millones de toneladas de residuos y el consumo de 215 billones de litros a nivel mundial cada año.
Comprar ropa en tiendas de segunda mano, donar las prendas que ya no queremos a organizaciones sociales, o bien llevarlas a una planta de reciclaje, donde se extraerán las fibras textiles que puedan reutilizarse para fabricar nuevas prendas, son algunas de estas soluciones en las que solemos pensar cuando queremos reciclar nuestra ropa usada.
Reciclaje textil
Otra posibilidad pasa por sumarse a la tendencia del DIY (Do it Yourself, por sus siglas en inglés), un «hazlo tú mismo» que nos invita a dar un nuevo uso a nuestros viejos pantalones, camisetas, camisas, etc. como materia prima para confeccionar nuevas prendas o complementos, como si fuéramos nuestros propios diseñadores de moda.
Todas estas alternativas tienen en común que se enfocan en satisfacer nuestras necesidades de vestimenta de manera más sostenible, pero sin mirar a otros ámbitos no relacionados con la industria textil. Porque sí, existen otras soluciones que se basan en el reciclado de ropa, pero cuyo resultado no tienen nada que ver con cómo nos vestimos.
Ladrillos textiles
Un ejemplo reseñable es el de los ladrillos de Fabbrick, compañía creada por la arquitecta parisina Clarisse Merlet. Estos ladrillos son obtenidos a partir de desechos textiles y pegamento ecológico de origen natural.
«Un ladrillo de Fabbrick se elabora con unas dos camisetas que, de otro modo, habrían ido a la basura», explica la propia Merlet en este vídeo.
Preferentemente, se emplean prendas de algodón, vaqueros y tejidos que se seleccionan por colores y tipos de material. Por ejemplo, la tela denim, al estar compuesta básicamente de algodón, se utiliza de manera habitual por ser un buen aislante.
Una vez seleccionado el material, se mezcla con el pegamento eco, realizado con ingredientes naturales y no contaminantes. Dicho pegamento también asegura que los ladrillos sean impermeables y resistentes al fuego. A continuación, los ladrillos se comprimen con una máquina de uso manual, sin recurrir a ningún tipo de energía.
Estos ladrillos se pueden emplean para decoración y también para construir paredes de partición y muebles.
Muebles de diseño
«La vida media de una prenda de ropa es de dos años, la de un mueble de hormigón, más de 100 años», aseguran desde la web de la marca de muebles de diseño Rudi.
Su fundadora es Elena Hinrichs, una exitosa profesional del sector de la moda que tras más de dos décadas de carrera decidió emprender este proyecto precisamente para aportar una solución al problema de los residuos textiles.
Rudi reutiliza estos desechos, sacándolos del circuito tradicional de la industria textil para crear un nuevo material, resistente y duradero, válido para producir todo tipo de mobiliarios, espacios y materiales de construcción.
Características muy similares a las del hormigón
Desde la compañía afirman que su nuevo material posee unas características muy similares a las del hormigón. Con dicha materia prima fabrican muebles de diseño elegantes, funcionales y a la moda.
Otro beneficio asociado es la reducción de la huella de carbono en 330 toneladas mensuales, según cálculos basados en la valoración realizada por Eco Tlc, sistema integrado de gestión textil francés.
Además de producir muebles, la marca también se dedica al diseño de interiores de viviendas, oficinas, hoteles y negocios, igualmente basados en el empleo de su innovador material.
Hidrógeno verde
La fibra textil también puede servir como fuente de energía sostenible. Por ello, el Instituto Tecnológico de la Energía (ITE), asociación de empresas dedicada a los retos de la transición energética, puso en marcha el pasado año el proyecto Tex2energy, que pretende generar energía limpia con residuos urbanos e industriales de tipo textil.
La tecnología que está desarrollando consiste, básicamente, en un proceso de valorización termoquímica que libera gas de síntesis, rico en hidrógeno, a partir de ropa usada y otros residuos textiles. Este gas alimentará una pila de combustible de óxido sólido con el propósito de producir energía eléctrica.
Además de energía, también se prevé la obtención de otros productos de valor añadido como el biocarbón o el bioaceite. Otro de los objetivos de la iniciativa es calcular el nivel de descarbonización, en cuanto a reducción de CO₂, que pueden alcanzarse a través del procedimiento desarrollado.
Igualmente, se analizará el grado de sostenibilidad, eficiencia y coste energético a lo largo de todo el proceso de conversión de material textil en energía renovable.