Carbón Electroestado

¿Sabías qué es un electroestado? Ya existe uno y no es quien te podrías imaginar

Durante más de un siglo, el petróleo y el gas han condicionado el mapa geopolítico

La electrificación de la economía es uno de los rasgos principales de un electroestado

Las empresas chinas representan el 75% de las solicitudes de patentes de renovables

Un electroestado se caracteriza por haber conseguido electrificar su economía, logro que sólo es posible a través de las renovables.
Un electroestado se caracteriza por haber conseguido electrificar su economía, logro que sólo es posible a través de las renovables.

Durante más de un siglo, el petróleo y el gas han definido el mapa geopolítico global. Países como Arabia Saudí, Rusia o Venezuela construyeron su poder económico y político sobre la base de los combustibles fósiles, dando lugar al concepto de petroestado. Pero ese modelo está llegando a su fin. En su lugar, emerge la nueva figura del electroestado.

Un electroestado es aquel país que ha logrado electrificar gran parte de su economía, sustituyendo tecnologías basadas en combustibles fósiles por alternativas impulsadas por electricidad, especialmente de origen renovable. Este cambio implica una transformación energética, industrial, tecnológica y geopolítica.

Cuando pensamos en energías renovables, rápidamente se vienen a nuestra cabeza países europeos como Alemania, Dinamarca o Suecia. Sin embargo, ninguno de ellos ha sido el primer Estado en alcanzar una electrificación masiva, honor que ha recaído en otro país con un historial que genera dudas si hablamos de cuestiones medioambientales. Nos referimos a China.

Transición energética

La potencia asiática ha iniciado una transición energética sin precedentes. Por sí sola, China representó el 43% del crecimiento en generación solar y el 44% del incremento eólico a nivel global durante los primeros seis meses de 2025, según Naciones Unidas.

Un semestre que además ha sido histórico para las renovables, que han podido cubrir la totalidad del incremento registro  en dicho período en la demanda eléctrica mundial.

Así lo afirma el centro de investigación Ember, que también es el autor de un informe que evidencia la magnitud de la apuesta china. El documento señala que «el crecimiento de la generación limpia liderado por la energía solar y eólica cubrió el 84% del crecimiento de la demanda de electricidad de China en 2024. En el primer semestre de 2025 superó el crecimiento de la demanda, reduciendo el uso de combustibles fósiles en un 2%».

Patentes mundiales

Otro dato significativo, según el mismo centro de investigación, es que las empresas chinas presentan alrededor del 75% de las solicitudes de patentes mundiales de energía renovable. En el año 2000, la cifra era de tan sólo el 5%.

Más sorprendente todavía es la proyección de crecimiento que se espera para el sector renovable chino, sobre todo si hablamos de energía solar, en el futuro inmediato.

«La capacidad de producción de energía solar china proyectada en 2030 (1.255 GW —gigavatios—) es un 65% mayor que la capacidad de producción de energía solar mundial en 2030 según la Hoja de Ruta Net Zero de la Agencia Internacional de la Energía (761 GW)», remarca el informe de Ember.

China se ha convertido en el primer electroestado del mundo. Imagen generada por IA.
China se ha convertido en el primer electroestado del mundo. Imagen generada por IA.

Emisiones de carbono

La electrificación del país asiático también le ha llevado a redoblar la apuesta contra el cambio climático. A finales del pasado mes de septiembre, el presidente Xi Jinping anunció que los nuevos planes nacionales de acción climática chinos incluyen un compromiso para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero entre un 7 % y un 10 % para 2035 respecto a su pico máximo.

Otro de los objetivos del país es que el consumo de energía no fósil represente en ese 2035 más del 30% del consumo total de energía. Para ello se instalarán 3.600 gigavatios de capacidad de energía solar y eólica, más de seis veces el nivel que existía en 2020.

China también se compromete a abarcar todos los sectores de la economía y todos los gases de efecto invernadero en estos nuevos planes nacionales climáticos. El presidente Xi Jinping ha subrayado que estas metas deben traducirse en políticas sistemáticas y medidas concretas.

Contradicciones persistentes

A pesar de estos avances, China sigue incurriendo en importantes contradicciones. La principal es que el país asiático continúa siendo el mayor emisor de gases de efecto invernadero debido, sobre todo, a su gran población, compuesta por 1.400 millones de personas, y a su condición de país manufacturero.

China es también el primer consumidor global de carbón. En 2024, fue responsable del 93 % de las nuevas plantas de carbón en todo el mundo. Esta estrategia responde a la necesidad de garantizar la seguridad energética y evitar apagones como los ocurridos en 2021 y 2022.

También es resultado de su estrategia de construir antes de desmantelar, que supone mantener infraestructuras fósiles como respaldo mientras se consolidan las renovables.

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Exportaciones verdes

Además de electrificar su economía, China también contribuye a la expansión de las renovables en todo el mundo mediante la exportación de tecnología.

El gigante asiático es el mayor fabricante mundial de paneles solares (suministra alrededor del 80% global) y tiene una cuota dominante en la fabricación de baterías para vehículos eléctricos y en la propia producción de vehículos eléctricos.

En 2024, sus exportaciones de paneles solares, baterías y vehículos eléctricos ayudaron a reducir un 1% las emisiones globales fuera de sus fronteras, y se espera que eviten 4.000 millones de toneladas de CO₂ a lo largo de su vida útil, según Carbon Brief.

Seguridad energética

En definitiva, China se ha convertido en el primer electroestado del planeta, no por altruismo climático, sino por una estrategia de seguridad energética e industrial. Su modelo, aunque lleno de tensiones, demuestra que es posible reducir emisiones sin frenar el crecimiento económico.

Pero para que este descenso sea duradero y significativo, los expertos advierten que se necesitan políticas firmes, coherentes y sostenidas en el tiempo. El reto ahora es que otros países, incluidos los petroestados tradicionales, encuentren su propio camino hacia la electrificación y la sostenibilidad.