biodiversidad DIA MUNDIAL DE LOS OCÉANOS

Por qué el 56% de los océanos del mundo está cambiando de color

El cambio climático está en el foco de estas modificaciones de color que afecta a la biodiversidad de los mares

Identificar y predecir los cambios de color es esencial para conocer la evolución de los océanos y ver cómo afecta a las poblaciones de peces y su pesca

Investigadores predicen que el fitoplancton se desplazará hacia el norte del planeta a una velocidad de unos 35 kilómetros cada década

Océano con satélite
La observación de los océanos con satélites están descubriendo los cambios de color de sus aguas
Antonio Quilis Sanz
  • Antonio Quilis Sanz
  • Periodista especializado en información medioambiental desde hace más de 20 años y ahora responsable de OKGREEN en OKDIARIO. Antiguo director de El Mundo Ecológico y colaborador en temas de medioambiente, ecología y sostenibilidad en Cadena Ser.

El Día Mundial de los Océanos nos recuerda anualmente a todos su importante papel en la vida cotidiana cada 8 de junio, y la mirada de los científicos se ha fijado en que estas masas de agua están cambiando de color, afectando a más de la mitad de los mismos.

Los océanos cubren más del 70% del planeta, son los pulmones de nuestra tierra, una fuente importante de alimentos y medicinas y una parte fundamental de la biosfera.

Fuentes de oxígeno, producen al menos el 50% del planeta, los océanos albergan la mayor parte de la biodiversidad de la tierra y es la principal fuente de proteínas para más de mil millones de personas en todo el mundo.

Además, resulta clave para nuestra economía, ya que se estima que, para 2030, habrá en torno a 40 millones de trabajadores en todo el sector relacionado con los océanos.

Día Mundial de los Océanos

El propósito de este día internacional, impulsado por la ONU, es informar sobre el impacto de los humanos en el océano, desarrollar un movimiento mundial de apoyo y unir a la población en un proyecto para la gestión sostenible de nuestros mares.

Este año, la cita se desarrollará bajo el tema del Despertar nuevas profundidades, un año enmarcado en el Decenio de Ciencias Oceánicas de la ONU.

La ONU recuerda que el 90% de las grandes especies marítimas de peces están mermadas y el 50% de los arrecifes de coral destruidos, estamos extrayendo más del océano de lo que se puede reponer.

«Debemos trabajar juntos para crear un nuevo equilibrio en el que no agotemos todo lo que este nos ofrece, sino que restauremos su vitalidad y le devolvamos una nueva vida», subraya el organismo internacional.

Pesca tortuga Greenpeace
Tortuga atrapada en redes de pesca (Foto: Paul Hilton / Greenpeace)

Aguas españolas

En nuestro país, desde Greenpeace se destaca que «es necesario proteger el 30 % de las aguas nacionales para 2030 (al igual que las internacionales) y dar cumplimiento a la normativa internacional, en concreto al Convenio de Diversidad Biológica (CDB)».

La organización ambiental subraya que en España «se ha incrementado la superficie marina protegida en los últimos años de un 12 % a un 20,9 % en 2024 tras la declaración de los 7 últimos espacios protegidos en diciembre de 2023 y, en el caso del Mediterráneo, ya se ha logrado ese 30 %, pero sólo sobre el papel».

Destacan que, aunque se ha avanzado en materia de conservación de los océanos en los últimos años, «estos siguen estando en peligro crítico y cuentan con numerosas amenazas como la sobrepesca y la acuicultura industrial».

Contaminación del mar

Otras son la contaminación -especialmente la generada por plásticos-, el cambio climático, la pérdida y destrucción de los hábitats y, un nuevo peligro, la minería submarina.

En todos estos cambios y problemas en las aguas de nuestro planeta azul, la mano del hombre es indiscutible, provocando cambios en sus sistemas a causas de las emisiones de CO₂ y de la presión de la contaminación que esparcimos sobre estos territorios acuáticos llenos de vida.

El color de los océanos

Y, dentro de estos cambios, está uno que, a simple vista, el ojo humano no percibe navegando por sus aguas. Tristemente, sólo se pueden distinguir y monitorizar desde el espacio. En el mar podemos estimar los colores de las aguas, más turquesas, más azules, más oscuros, pero, desde la perspectiva del espacio, la cosa cambia.

Allí arriba tenemos unos vigías sobrevolando nuestras cabezas que monitorizan estos cambios de color y de biodiversidad. Una vigilancia que es crucial para comprender los cambios en los ecosistemas marinos y sus posibles impactos en los recursos pesqueros y el clima global.

Los satélites Copernicus Sentinel proporcionan datos para rastrear los cambios en el medio marino y estudiar las características y movimientos de los componentes biogeoquímicos del océano.

Océanos color
Gran floración de fitoplancton en el océano Atlántico (Foto: Unión Europea, imágenes Copernicus Sentinel 2)

Floraciones de fitoplancton

Por ejemplo, uno de los satélites Copernicus Sentinel-2 capturó el 11 de mayo de este año una gran floración de fitoplancton al oeste de Francia, una mancha enorme de color turquesa en los océanos.

Desde la web de Copernicus explican que estas floraciones de fitoplancton son comunes en el hemisferio norte en primavera y que son esenciales para el ciclo de los nutrientes marinos y ayudan a mantener el equilibrio y la productividad de todo el ecosistema oceánico.

El equilibrio de las poblaciones de fitoplancton en el mar está cambiando como resultado del cambio climático inducido por el hombre, alterando los océanos de manera intensa, concluyen los científicos.

Más verdes o más azules

Investigaciones recientes sugieren que franjas de los océanos de nuestro mundo pueden, de hecho, estar volviéndose más verdes y que tiene como principal culpable el cambio climático.

Y, mientras algunas aguas se están volviendo más verdes, particularmente en latitudes bajas cerca del ecuador, otras se están volviendo más azules a medida que aumentan las temperaturas globales.

Tras comparar las mediciones realizadas entre 1998 y 2020 se ha descubierto que la clorofila, un pigmento fotosintético que se encuentra en el fitoplancton y las plantas y que les da su tono verde, era entre un 200% y un 500% más alta que el promedio en el mar de Noruega y el océano Atlántico al norte del Reino Unido en abril de 2023.

Niveles de clorofila

Mientras el nivel de clorofila era entre un 60% y un 80% más bajo en el océano al oeste de la península ibérica, en el mar Mediterráneo se registraron niveles de clorofila entre un 50 y un 100 % superiores a la media en junio de 2023.

Los científicos creen que estos cambios de color van más allá de las variaciones naturales de un año a otro y son una señal del calentamiento de las temperaturas del océano.

El color del océano es el resultado de lo que se encuentra dentro de sus capas superiores. En mar abierto, las aguas de color azul intenso contienen menos vida, mientras que las aguas más verdes indican la presencia de más fitoplancton.

Más de la mitad de las aguas

A través de imágenes de satélites de distintas agencias se ha descubierto que el 56% de los océanos del mundo habían cambiado de color a lo largo del tiempo. Todo ello se ha logrado realizando la simulación de dos tierras, una sin calentamiento global y, otra, con las mediciones y evoluciones recientes.

Concretamente, las regiones oceánicas tropicales cercanas al ecuador se han vuelto cada vez más verdes con el tiempo, debido a la clorofila añadida por el aumento del fitoplancton.

Estos cambios, afirman las observaciones, están viéndose en todas las cuencas oceánicas principales a escala global y que tiene visos de que su impacto tendrán consecuencias «dramáticas» en el océano.

El fitoplancton viaja

Algunos investigadores, gracias a estas observaciones de cambios de color en los océanos, han predicho que el fitoplancton se desplazará hacia el norte del planeta a una velocidad de unos 35 kilómetros cada década a medida que las temperaturas sigan aumentando.

Y, claro, estos movimientos, asociados a los cambios de color de los oceános, afectarán a la distribución del plancton animal, lo que ocasionará que la cantidad de especies disminuya en los trópicos y aumente de manera fatídica en aguas templadas y subpolares. Es decir, un factor más de desequilibrio que afectará a la biodiversidad de los mares y océanos.