Animales Sorprendente ave viajera

Nunca dirías que el animal más viajero del mundo es esta pequeña y sorprendente ave

Esta ave marina recorre cada año, ida y vuelta, la distancia entre los polos

La causa de este trayecto es la búsqueda de la luz solar

El pájaro es capaz de sobreponerse a los efectos del cambio climático sobre sus rutas de viaje

Te contamos qué ave marina es el animal que más kilómetros realiza lo largo de su vida.
Te contamos qué ave marina es el animal que más kilómetros realiza lo largo de su vida.

Dicen que el tamaño no importa, lo cual es totalmente cierto en el caso del charrán ártico (Sterna paradisaea). Con una longitud de entre 30 y 40 centímetros y un peso que ronda los 100 gramos, esta delicada ave marina es capaz de recorrer la distancia que media entre el Ártico y la Antártida y regresar al punto de partida en el mismo año. 

Un viaje de ida a vuelta entre ambos polos terrestres que suma, anualmente, más de 70.000 kilómetros. Como esta ave puede superar los 30 años de vida, nos sale una distancia recorrida a lo largo de toda su existencia que supera los dos millones de kilómetros, lo que equivaldría a llegar a la luna y volver tres veces.

No hay ningún otro animal, terrestre, acuático o aéreo, que se pueda aproximar a esta auténtica odisea protagonizada por el también conocido como gaviotín ártico. Para hacernos una idea, se calcula que un ser humano camina, por término medio, entre 120.000 y 160.000 kilómetros en su vida. Una cantidad estimable, pero que no supone ni la décima parte de lo que puede hacer esta intrépida criatura alada.

Buscando el sol

La causa que hay detrás de este viaje tan épico también parece propia de una historia legendaria: lo que hacen los charranes es perseguir al sol. Se podía decir que viven en un verano perpetuo, ya que disfrutan de más horas de luz diurna que cualquier otra criatura en la Tierra.

Esta búsqueda implacable del astro rey comienza en el Ártico, donde se reproducen durante el verano boreal, aprovechando sus largos días para criar a los polluelos.

Vuelta al sur

Una vez que los polluelos aprenden a volar, generalmente a finales de agosto o principios de septiembre, los charranes inician su migración hacia el sur. En esta travesía recorren el Atlántico, bordean las costas de Europa y África y terminan finalmente en la Antártida

En el continente helado, los charranes pasan el verano austral alimentándose de krill, un pequeño crustáceo que abunda en la zona, y que sirve de comida  no sólo para las aves marinas, también para ballenas, pingüinos y focas,  situándose así en la base de la cadena alimentaria antártica.

Cuando el invierno se acerca al hemisferio sur, la inquieta ave marina vuelve a emprender el viaje de regreso al Ártico para reproducirse, completando así este fascinante ciclo anual de polo a polo.

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Navegación multisensorial

Uno de los secretos del charrán ártico para recorrerse el mundo de un extremo a otro es su sistema de navegación multisensorial, en el que se aúnan diversos mecanismos biológicos y medioambientales.

Para mantener su rumbo, estos pájaros emplean una combinación de señales solares, patrones estelares, campos magnéticos —que detectan como si tuvieran una especie de brújula interna— información olfativa e incluso, la percepción de infrasonidos.

El charrán ártico pasa volando la mayor parte del tiempo sobre el océano, y únicamente se detiene para alimentarse o descansar en el agua. Se estima que su velocidad de vuelo promedio oscila entre los 30 y 50 kilómetros por hora, dependiendo de las condiciones del viento.

Cambio climático

Uno de los factores que más está condicionando al charrán en sus continuos viajes es el cambio climático, debido a su influencia en los vientos y en el hielo marino, claramente en declive, así como en la disponibilidad de alimentos en sitios que suelen ser visitados por esta especie.

Según este estudio internacional, dirigido por la Universidad de Exeter y la Oficina Meteorológica del Reino Unido: «Los charranes árticos migran entre ambas regiones polares anualmente y dependen de áreas marinas productivas para alimentarse, del hielo marino para descansar y alimentarse, y de los vientos predominantes durante el vuelo».

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Efectos en la alimentación

Los autores de esta investigación consideran que el virtuoso charrán es capaz de sobreponerse a los riesgos y a las modificaciones de los ecosistemas producidos por el calentamiento global, si bien es cierto que alertan de que el ave probablemente tenga más dificultades para satisfacer sus necesidades de nutrición en ciertos momentos.

«En general, encontramos efectos menores del cambio climático en la migración de los charranes árticos, con la excepción de una alimentación más pobre en el Atlántico Norte», aseguran.

Impacto a largo plazo

El estudio advierte que incluso las pequeñas modificaciones producidas por el calentamiento global podrían tener un importante impacto a largo plazo para la supervivencia del ave marina.

«Dado que los charranes árticos viajan a través de enormes escalas espaciales y viven durante décadas, integran cambios menores en las condiciones a lo largo de sus rutas migratorias, de modo que el efecto total puede ser mayor que las partes», avisan los científicos.

«Cumplir con los objetivos de emisiones de carbono es vital para frenar estos cambios climáticos de fin de siglo y minimizar el riesgo de extinción para un conjunto de especies polares», añaden los investigadores. Un riesgo que afecta, en definitiva,  a estos amenazados ecosistemas en su conjunto, así como a toda la impresionante biodiversidad que albergan.