Mejor con bicicletas que con furgonetas: las dos ruedas ahorran costes en el reparto eléctrico urbano
Las empresas de logística podrían ahorrar más de 500 millones de euros anuales utilizando flotas mixtas de reparto eléctrico
Es mejor entregar paquetes en bicicletas que en furgonetas, aunque las dos soluciones sean bajo el paraguas de la movilidad eléctrica. Lo último que se sabe es que si se combinan sabiamente ambos modelos, las dos ruedas ahorrarían costes significativos en el reparto eléctrico de la última milla de las ciudades.
Ahora las grandes empresas de logística tendrán que escudriñar atentamente el último estudio realizado por EIT InnoEnergy en el que se revela que las flotas mixtas de bicicletas y furgonetas eléctricas pueden hacerles ahorrar costes a los proveedores de logística urbana.
Sus responsables desvelan en el estudio que se economizan gastos significativos en comparación con una flota compuesta 100% por furgonetas eléctricas y contribuir, a la par, a mejorar la calidad de vida general en las ciudades.
Protagonismo para la bici
Con esta investigación se demuestra que es mejor no fiar todos los esfuerzos de inversión a las furgonetas eléctricas para un gran operador logístico que entregue unos 2.000 millones de paquetes al año, en el que el ajuste de los costes se mide por céntimos de euro.
En definitiva, se pretende un cambio de modelo para las grandes compañías logísticas en el que la bici eléctrica adquiere protagonismo al ahorrar costes frente a las furgonetas en el proceso final del reparto en las ciudades.
Se revela en el informe que adoptando «una flota mixta formada por un 80% de bicicletas eléctricas y un 20% de furgonetas eléctricas, en comparación con una flota compuesta en su totalidad por furgonetas eléctricas, el ahorro anual de costes podría ascender a unos 554 millones de euros de aquí a 2030, al mismo tiempo que se reducirían las emisiones de la logística de última milla hasta en un 80%».
Última milla en dos ruedas
La última milla es un término que recibe la última parte del proceso de entrega de un pedido hacía el cliente final. Es decir, es el paso que transcurre desde que el paquete sale del último punto de distribución (tienda, almacén, etc.) hasta llegar al último punto, las manos del consumidor.
Es el paso final que experimenta el envío que llega a manos del cliente, y supone la parte más cara y lenta de todo el proceso por múltiples variables como la ruta, los horarios de entrega y las variaciones en el kilometraje.
Y todos estos datos llegan en un momento en el que las empresas de logística buscan mejorar sus márgenes y reducir las emisiones de CO₂, dado que el comercio electrónico está aumentando y el volumen de paquetería en la Unión Europea se incrementa entre un 8% y un 14% cada año.
Replantear modelos de reparto
Desde los impulsores del estudio se advierte que simultáneamente, aparecen nuevas normativas, «como la próxima prohibición de los vehículos de combustión en el centro de Estocolmo, un hecho que hace replantearse modelos de reparto, presionando a los operadores logísticos para que descarbonicen sus operaciones de reparto de última milla».
Teniendo en cuenta estos retos, el nuevo estudio aporta información sobre los costes, las repercusiones operativas y de sostenibilidad de añadir bicicletas eléctricas a la flota, estableciendo, comparaciones claras entre las flotas de furgonetas con motor de combustión interna, las flotas de furgonetas eléctricas y las flotas mixtas.
«Hoy en día, los proveedores de servicios logísticos se enfrentan a muchos retos simultáneos: el aumento de los volúmenes de paquetería, unas normativas municipales más estrictas y la necesidad de ahorrar costes en un negocio con márgenes reducidos», afirma Jennifer Dungs, Directora Global de Movilidad de EIT InnoEnergy.
Más sostenibles y económicas
«Este estudio demuestra que las bicicletas eléctricas son una forma sostenible y económicamente competitiva de abordar estos desafíos para los principales actores logísticos ya a día de hoy, y lo será aún más, en 2030».
En el caso de referencia del estudio, para una empresa con una flota de reparto con un 60% de bicicletas eléctricas y un 40% de furgonetas eléctricas en una ciudad grande y densamente poblada, el coste total por paquete en 2023 fue de 0,05 euros inferior a los de otra con una flota de 100% furgonetas eléctricas -1,36 euros frente a 1,41 euros, respectivamente.
En 2030, esa diferencia por paquete aumentará previsiblemente a 0,20 euros. Para un gran operador logístico que entregue 2.000 millones de paquetes al año, estos céntimos se traducen en un ahorro anual de unos 95 millones de euros actualmente y de unos 390 millones de euros en 2030.
En un escenario optimizado, con un 80% de bicicletas eléctricas y un 20% de furgonetas eléctricas, operando en una ciudad de tamaño medio, el ahorro respecto a una flota de 100% furgonetas eléctricas sería aún más sustancial: 0,08 euros o, lo que es lo mismo, 5,3% menos por paquete actualmente.
Esto, hoy en día, supondría un ahorro anual de 156 millones de euros para un proveedor logístico de esas características. La diferencia del coste por paquete ascendería a 0,28 euros, o a un 17%, en 2030, lo que equivaldría a un ahorro de 554 millones de euros.
Costes laborales
Es importante destacar que este ahorro global en todos los escenarios se produce a pesar de los costes añadidos en los que incurren las flotas mixtas, atribuidos principalmente a la necesidad de incrementar la fuerza laboral en cuanto a clasificadores de paquetes en los microcentros de distribución y repartidores.
Además del ahorro de costes, las ciudades buscan obtener beneficios del uso de flotas mixtas. Los resultados del estudio indican que la introducción de las bicicletas eléctricas sustituyendo a las furgonetas podría reducir las emisiones de la logística de último kilómetro hasta en un 80% en las 100 mayores ciudades de Europa, a la par que permitiría reducir el tráfico y la competencia por el espacio al sustituir hasta 120.000 furgonetas.
En comparación con las flotas de furgonetas eléctricas en exclusiva, el estudio demuestra que las flotas mixtas reducen la presión sobre las redes eléctricas locales, ahorrando el equivalente a la demanda anual de energía de hasta 850 hogares por ciudad.