Cuando la sostenibilidad se vive: el poder del voluntariado corporativo
"El voluntariado corporativo no es un gesto simbólico, sino una inversión en impacto humano y medioambiental"
"Hoy, el reto para las empresas no es tener políticas sostenibles, sino lograr que su equipo las viva"
Hoy en día, la sostenibilidad se ha convertido en una palabra omnipresente en el discurso empresarial. Está en las memorias, en las webs corporativas y en las presentaciones de resultados. Sin embargo, muchas veces se queda ahí: en los documentos, en los compromisos públicos o en las declaraciones de principios.
Las empresas redactan políticas medioambientales, se adhieren a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y elaboran informes de impacto, pero la pregunta sigue siendo la misma: ¿cómo pasar del compromiso a la acción?, ¿cómo lograr que la sostenibilidad deje de ser una estrategia y se convierta en una cultura que se vive desde dentro?
La respuesta no está en los indicadores, sino en las personas. La sostenibilidad solo se convierte en un valor real cuando quienes forman parte de la empresa la sienten como propia, cuando se traduce en experiencias que generan orgullo, pertenencia y propósito.
Activar el compromiso desde dentro
En Fundación Ibercaja hemos comprobado que el voluntariado corporativo es una de las formas más efectivas de activar ese compromiso desde dentro. No se trata simplemente de hacer algo bueno, sino de crear vínculos entre los empleados y las causas que dan sentido a su trabajo.
Cuando un equipo participa en una jornada de reforestación o en la limpieza de un río, la sostenibilidad deja de ser un concepto abstracto para convertirse en una vivencia tangible.

El voluntariado corporativo no es un gesto simbólico, sino una inversión en impacto humano y medioambiental. Cada proyecto bien diseñado fortalece tanto a la comunidad como a la organización.
Lo que empieza siendo una acción medioambiental acaba reforzando la cohesión interna, el trabajo en equipo y el sentido de pertenencia. Porque lo que define a una empresa no es lo que promete, sino lo que hace, y en ese hacer cotidiano se construye su credibilidad.
Eje estratégico
En Fundación Ibercaja entendemos el voluntariado como un eje estratégico, no como una actividad complementaria. Por eso trabajamos para que las organizaciones que colaboran con nosotros integren la sostenibilidad en su día a día, no solo en su comunicación.
Diseñar programas coherentes, medir su impacto y fomentar su continuidad es lo que transforma una buena intención en un cambio real. Las actividades puntuales pueden despertar conciencia, pero solo la continuidad genera cultura.
De hecho, lo más valioso del voluntariado es el efecto multiplicador que generan estas experiencias, ya que las personas que participan transmiten sus aprendizajes, inspiran a otros y refuerzan el compromiso colectivo.
Acciones con voluntarios
Los resultados de algunos de nuestros voluntariados avalan esta visión. Por ejemplo, en 2024, más de 600 voluntarios del Grupo Ibercaja participaron en 17 acciones solidarias y medioambientales en ciudades como Zaragoza, Madrid, Burgos, Valencia o Sevilla.
Una de las más emblemáticas fue la jornada de plantación en Cifuentes (Guadalajara), en colaboración con CO2 Revolution, donde empleados y familiares contribuyeron a la regeneración de ecosistemas locales. También se llevaron a cabo proyectos con Fundación Oxígeno en distintas provincias, restaurando espacios naturales y fomentando la biodiversidad.
Y, quizá, el ejemplo más visible, el Bosque Fundación Ibercaja: más de 53.000 árboles plantados en seis ubicaciones distintas, que ya han permitido regenerar más de 70 hectáreas de terreno e inscribirlas como sumideros de carbono.

Cuando la acción y el propósito se encuentran
Estos resultados muestran que el impacto no solo es ambiental. Cuando las empresas implican a su gente, el compromiso se multiplica en diferentes sentidos.
Los empleados no solo ayudan a mitigar los daños al medioambiente, también se sienten parte de un propósito mayor, lo que reduce la rotación, mejora el clima laboral y fortalece la cultura corporativa. Así, la acción y el propósito se alimentan mutuamente: cuanto más hacemos, más sentido encontramos, y cuanto más sentido sentimos, más actuamos.

Políticas sostenibles vivas
Por todo ello, hoy, el reto para las empresas no es tener políticas sostenibles, sino lograr que su equipo las viva. En un momento en que la ciudadanía exige coherencia y transparencia, el voluntariado corporativo es una herramienta estratégica que traduce los valores en hechos y las palabras en impacto.
Las compañías que lo entienden no solo contribuyen a un futuro más sostenible, sino que también construyen una organización más humana, resiliente y conectada con su entorno.
Porque la sostenibilidad no se comunica, se demuestra. Y cuando la acción corporativa se conecta con la voluntad de las personas, los resultados perduran en el tiempo. En Fundación Ibercaja lo vemos cada día: las empresas que convierten su compromiso en acción son las que realmente dejan huella en el medioambiente, en la sociedad y, sobre todo, en su propia gente.
Inés González es jefa del Área Social y Centros de Fundación Ibercaja