Bañarte con cetáceos puede salirte caro: siete turistas pueden enfrentarse a una multa de 60.000 euros
La Guardia Civil ha denunciado a siete turistas que fueron sorprendidos nadando junto a un grupo de cetáceos en aguas del sur de Tenerife
El incidente evidencia el desconocimiento de muchos visitantes sobre la normativa que protege a estos animales marinos.


La Patrulla Fiscal y Fronteras (PAFIF) de Playa de Las Américas de la Guardia Civil ha instruido las correspondientes actas de denuncia contra siete turistas que cometieron una grave infracción medioambiental al bañarse junto a cetáceos en el sur de la isla de Tenerife.
Los hechos, que tuvieron lugar a mediados de septiembre, salieron a la luz cuando un vídeo comenzó a circular por grupos de mensajería instantánea y redes sociales mostrando a varias personas nadando peligrosamente cerca de estos animales protegidos.
La grabación, cuya autenticidad fue verificada por los agentes, permitió identificar tanto a la embarcación de alquiler desde la que se lanzaron al agua como a los propios infractores.
Una jornada marítima entre amigos
Según confirmaron los agentes de la unidad especializada, los turistas habrían alquilado una embarcación de recreo desde donde iniciaron la jornada de navegación hasta localizar al grupo de cetáceos. En ese momento, sin considerar las consecuencias, decidieron lanzarse al mar para nadar junto a ellos.
Esta conducta supone un incumplimiento directo del Real Decreto 1727/2007, de 21 de diciembre, que establece medidas de protección de los cetáceos y determina el código de conducta en aguas de jurisdicción española.
La normativa prohíbe expresamente el baño o buceo en la zona de exclusión de protección, establecida en un radio de 60 metros alrededor de los animales, con el objetivo de evitar molestias y riesgos para su conservación.
Un baño muy caro
Los siete identificados, un grupo de amigos de vacaciones en Tenerife, alegaron desconocer la normativa vigente. Sin embargo, la Guardia Civil recuerda que el desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento.
Así mismo, la Benemérita recuerda que este tipo de conductas pueden acarrear importantes sanciones económicas que, en casos graves, pueden superar los 60.000 euros, según la legislación vigente. Las multas se clasifican en función de la gravedad de la infracción y el impacto sobre los animales.
Comportamientos irresponsables
Según explica la organización Submon, dedicada a la conservación marina, los comportamientos poco responsables en presencia de delfines y ballenas provocan múltiples consecuencias negativas.
La perturbación por ruido de motores y ecosondas afecta gravemente a estos animales acústicamente sensibles, que dependen del sonido para comunicarse, orientarse y capturar presas. El ruido de las embarcaciones puede interrumpir o enmascarar completamente los sonidos de los cetáceos, causándoles alteraciones en su comportamiento y paradas en su alimentación.
Cetáceos en Canarias, un tesoro a proteger
La presencia física de embarcaciones a poca distancia, las aproximaciones directas, cortar el paso de los animales o dividir grupos provocan cambios graves en su comportamiento como el estrés, desorientación y aumento del riesgo de colisión.
Estos factores afectan directamente a su supervivencia, ya que los animales acabarán evitando zonas favorables para ellos y desplazándose a otras que pueden no serlo tanto. Se trata de áreas críticas de alimentación, reproducción y migración que resultan vitales para estas especies.
Colisiones con cetáceos
Las colisiones entre cetáceos y embarcaciones representan una fuente importante de mortalidad para algunas poblaciones. Cada año se divisan individuos de diferentes especies con heridas provocadas por barcos, muchas de ellas embarcaciones de recreo.
Estas colisiones ocurren con embarcaciones de cualquier tamaño, desde zodiacs hasta cruceros, y pueden provocar lesiones graves, amputaciones, cicatrices e incluso la muerte, no sólo en animales de gran envergadura como el rorcual común o el cachalote, sino también en delfines y calderones.
Desde la Guardia Civil se insiste en la importancia de respetar las normas de protección de la fauna marina, especialmente en Canarias, donde se concentra una de las mayores poblaciones de cetáceos residentes en Europa.
Cómo observar cetáceos de forma responsable y legal
Las aguas canarias son un santuario natural para estas especies, que encuentran en el archipiélago condiciones óptimas para su desarrollo. La presencia de turistas que desconocen o ignoran la normativa pone en peligro este valioso ecosistema marino.
Observar cetáceos en libertad en aguas españolas es posible y enriquecedor, pero debe hacerse respetando estrictas normas. El Real Decreto establece que las embarcaciones deben mantener una zona de exclusión de 60 metros de radio alrededor de los animales, donde está prohibido el baño y el buceo. Además, se debe reducir la velocidad progresivamente al acercarse, evitar movimientos bruscos y nunca perseguir a los animales ni cortarles el paso.
Abandonar la zona
Los navegantes deben abandonar inmediatamente la zona si observan alguna variación en el comportamiento de los cetáceos o señales de alarma, como cambios repentinos de dirección o velocidad, o golpes de aleta o cabeza.
En caso de malherir involuntariamente a un cetáceo, es obligatorio avisar a las autoridades competentes indicando la posición exacta del animal. Se debe actuar del mismo modo cuando se observe un cetáceo muerto flotando en el agua.
Turismo y permisos
La Ley 41/2010, de 29 de diciembre, de protección del medio marino, establece que la observación recreativa de cetáceos está sujeta a autorización previa otorgada por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.
Por ello, si se contratan servicios de empresas que ofrezcan actividades de avistamiento de delfines y ballenas, es fundamental asegurarse de que cuentan con la debida autorización. Las empresas autorizadas están obligadas a respetar los protocolos de seguridad y conservación.
Un peligro mutuo
La Guardia Civil subraya que actividades irresponsables como la protagonizada por estos siete turistas ponen en peligro tanto a los animales como a los propios bañistas.
Los cetáceos, aunque parezcan dóciles, son animales salvajes de gran tamaño y fuerza que pueden reaccionar de forma impredecible ante la presencia humana. Nadar junto a ellos sin conocer su comportamiento supone un riesgo real para la integridad física de las personas.
El caso de Tenerife sirve como recordatorio de que el turismo responsable implica informarse previamente sobre las normas de protección ambiental de cada destino.
Las sanciones económicas buscan disuadir conductas que ponen en riesgo especies protegidas. Disfrutar de la naturaleza no está reñido con respetarla, siempre que se haga con conocimiento y responsabilidad.