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Con la llegada del verano, muchos españoles se preparan para salir de viaje y disfrutar de unas merecidas vacaciones. Las carreteras se llenan de coches cargados hasta los topes, familias enteras con destino a la playa, la montaña o el pueblo. Es una imagen clásica de esta temporada, que año tras año se repite con el mismo entusiasmo. Sin embargo, este aumento de desplazamientos también conlleva una gran responsabilidad: conducir con seguridad y prestar atención a cómo se transporta el equipaje dentro del vehículo.
En estas fechas tan señaladas, no es extraño ver cómo los maleteros se quedan pequeños ante la cantidad de bultos que queremos llevar. Como consecuencia, muchas personas optan por aprovechar los asientos traseros, el suelo del coche e incluso el hueco entre los asientos delanteros para acomodar maletas y mochilas. Aunque esta práctica pueda parecer inofensiva, se puede convertir en un riesgo si no se siguen ciertas normas de seguridad. La Dirección General de Tráfico (DGT) ha recordado en múltiples ocasiones que una mala distribución de la carga puede ocasionar accidentes y sanciones económicas que alcanzan los 200 euros.
La DGT advierte del ‘efecto elefante’
Según el Reglamento General de Circulación, llevar objetos mal colocados dentro del coche es una infracción grave. No está prohibido llevar maletas o mochilas en el habitáculo del coche, siempre y cuando estén debidamente sujetas. La normativa es clara: ningún objeto puede comprometer la estabilidad del vehículo, obstaculizar la visibilidad del conductor o interferir en su manejo. El artículo 14 indica expresamente que la carga debe estar asegurada de tal forma que no se pueda desplazar, arrastrar o caer del vehículo.
Por otro lado, el artículo 18 complementa esta norma señalando que es responsabilidad del conductor garantizar que tanto los pasajeros como los objetos dentro del coche estén bien colocados. En caso de accidente, cualquier elemento suelto puede convertirse en un proyectil letal. Por ejemplo, algo tan cotidiano como un bolso, una tablet o un simple biberón puede multiplicar su peso de forma exponencial en una colisión.
Este fenómeno es conocido como el «efecto elefante» y tiene implicaciones directas en la seguridad vial. En una colisión a 50 km/h, un objeto de apenas dos kilos puede impactar con una fuerza equivalente a la de un animal salvaje. Para visualizarlo mejor, la DGT ha elaborado una tabla comparativa que traduce el peso de estos objetos en términos de animales, haciendo más comprensible el riesgo que representan.
Por ejemplo, un ordenador portátil de 2,2 kilos podría golpear con la fuerza de un jabalí (85 kilos) si el coche circula a 50 km/h. Si la velocidad aumenta a 90 km/h, la fuerza del impacto sería comparable a la de un oso pardo europeo (275 kilos). Un simple bolso de señora con un peso aproximado de cuatro kilos se convierte en un avestruz a 50 km/h (158 kg) o en un toro de lidia a 90 km/h (512 kg). Es decir, un objeto pequeño y aparentemente inofensivo puede representar un verdadero peligro si no va bien asegurado.
Lo mismo sucede con objetos más ligeros, como una consola portátil infantil (218 gramos), que en un accidente puede impactar como si fuera un cisne (7,8 kg) a 50 km/h o un nandú (25 kg) a 90 km/h. Un teléfono móvil, con sus 110 gramos, puede golpear con la fuerza de un gallo o incluso un perro mediano, según la velocidad del vehículo. Estos ejemplos evidencian que no importa el tamaño o el peso del objeto: si no está bien sujeto, puede ser letal.
Consejos para un viaje seuro
Desde entidades como el RACE (Real Automóvil Club de España) ofrecen recomendaciones prácticas para evitar estos riesgos. Lo más importante es colocar los objetos más pesados en el maletero, preferiblemente en la parte más baja y pegados al respaldo de los asientos traseros. Los objetos ligeros, como mochilas o bolsos, pueden ir en el habitáculo, pero siempre sujetos con cinturones, correas o redes de sujeción. Nunca se deben colocar bultos en la bandeja trasera ni dejar objetos sueltos sobre los asientos.
Asimismo, es importante distribuir el peso de forma equilibrada. Una mala distribución puede afectar la estabilidad del vehículo, aumentar la distancia de frenado e incluso provocar que el coche se desvíe en las curvas. Por eso, es esencial revisar la carga antes de salir y hacer ajustes si es necesario.
Además de los riesgos para la seguridad, llevar la carga de forma incorrecta puede acarrear sanciones económicas. La Ley sobre Tráfico, Circulación de Vehículos a Motor y Seguridad Vial considera esta práctica una infracción grave. Las multas pueden alcanzar los 200 euros, sin contar con posibles implicaciones legales en caso de accidente.
El «efecto elefante» es real y sus consecuencias, en muchos casos, irreversibles. Por eso, la próxima vez que salgas de viaje, piensa en la seguridad. No pongas en riesgo tu vida ni la de los tuyos por llevar un par de maletas más o ahorrar unos minutos en la organización del equipaje. En carretera, cada detalle cuenta.