La cantante norteamericana en el Wizink

Señora Gaynor o cómo ‘verbenizar’ la vida

Gloria Gaynor, concierto de Gloria Gaynor Madrid,
Gloria Gaynor
Gema Lendoiro

Tengo un amigo divertidísimo, Luis, que pincha los viernes en el Rowland, ya saben, ese templo del rock and roll madrileño que el 20 de abril de 1978 inauguró Nano con Chafly y que ahí sigue, abierto para disfrute de ya varias generaciones, en el Parque de las Avenidas. Comienzo hablando de él porque esta noche actúa Gloria Gaynor en el Wizink y, al ponerme a escribir sobre ella, irremediablemente se me viene a la cabeza todo lo que este chico puede hacer para poner a bailar a diferentes edades con su música y sin despeinarse. Por supuesto, Gloria está en su playlist. Me corrijo, en el Rowland sólo hay vinilos y CD´s, no ha llegado Spotify.

I will survive es un hito para personas de todas las edades y me cuesta trabajo creer que pueda existir alguien en el planeta que no se mueva mínimamente con esta canción o cualquiera de las que esta increíble mujer de 81 años sigue cantando de manera única, magistral, poderosa y vibrante. Es un canto a la vida en su acepción más amplia porque su letra revela todo lo que en ella sucedió.

Es fácil adivinar la sonrisa franca a través de la mirada de esta mujer. Basta solo con fijarse un poco en ella, en las entrevistas que ha dado, para entender que una sola canción puede encerrar a la vez tristeza vivida pero asumida y superada con enormes ganas de vivir. La vida de la artista no fue difícil, fue trágica. Pero hay personas que son fuerzas de la naturaleza, que lo verbenizan todo, que de los problemas sacan enseñanzas y que de las penas obtienen risas que te dejan dulcemente sorda. A esas personas es a las que hay que arrimarse para no perderlas jamás de vista.

Gloria creció con pobreza material pero fue querida. Muchísimo. Lo cuenta siempre en sus entrevistas. La ciencia lo ha demostrado. Quién es querido en la infancia, esa patria que tan genuinamente definió Rilke,  y es amado, además, por la figura materna, tiene muchísimas más posibilidades de sobrevivir mentalmente ante las desgracias que luego pueden llegar en la vida. Crecer sintiendo que le importas a alguien es vital y por eso, se intuye, Gloria Gaynor es el mito viviente de la mejor de las supervivencias.

Ella ya habló de los abusos décadas antes del me too, del que todavía me pregunto si nos habrá servido de algo a las mujeres. Gaynor levantó por primera vez la voz en la pista de baile en Studio 54 cuando sonó el himno de toda una generación, las venideras y las que vendrán, con I will survive.

Un abuso sexual perpetrado por la pareja de tu madre tiene que dejar cicatrices en todas las células de un ser humano. Quizás la psiquiatría tenga razón en que eso no hay diván que lo cure. Pero la música a veces hace milagros y su famosísima canción es todo un canto a la superación. De los abusos y sentirte culpable de ellos, de las tristezas que te puedas encontrar por el camino y aún así te permites el descaro de seguir adelante. Ella lo hace como nadie por eso sus fans somos legión. Representó a voces calladas en un momento que no era fácil defender derechos que hoy todos asumimos como naturales como los de la comunidad gay que la adora, ¡cómo no!

Es verdad que a veces se intuye en su mirada un cierto poso de tristeza cuando reconoce que no tuvo hijos porque su exmarido nunca los quiso. Ese tipo que la maltrató y que por eso ella misma reconoce que casi mejor así, que tener criaturas en una familia rota no hubiera merecido la pena.

Me pregunto a cuántas personas habrá sacado sonrisas, risas y bailes hasta el amanecer esta mujer. Me pregunto si será consciente de la felicidad que ha llevado a tantos corazones en momentos complejos, difíciles, duros y de creer que no hay salida. Sobreviviré es un canto a saber mirar el pasado entendiendo que de él solo puede uno sacar enseñanzas y jamás ira o rencor. Sobreviviré habla, sobre todo, de las ganas de vivir, de disfrutar como si no hubiera un mañana, precisa frase que indica justamente lo que es: vivir siempre como si nos fuéramos a ir hoy.

Ir a un concierto genera grandes dosis de dopamina, por eso uno sale de ellos lleno de energía y de vivir con la fuerza que solo se tiene realmente con 25 años. Ir a un concierto de Gaynor es el summum de la felicidad porque ella es justamente eso. Ser feliz es una cuestión de actitud. Hay personas que lo tienen todo y son incapaces de esbozar una mueca con simpatía. Ella es todo sonrisa, risa, alegría. Tiene que ser una gozada sentarte con ella a comer, beber y hablar de todo. Porque es la diosa de la música pop, de la disco de los 70 y de saber superar las adversidades sin mantener un gramo de amargura.

Tener 81 años y subirte a un escenario a darlo todo es justamente su I never can say goodbay a todas las cosas que nos hacen felices y que justamente son aquellas que nunca se pueden comprar como bailar su música, cantarla a buena voz y entender, como ella ha hecho siempre, que lo único urgente es vivir.

Hagan como Gaynor y verbenicen todo. Y si no se sienten lo suficientemente capaces, búsquense un amigo que sepa hacerlo porque todo en esta vida se contagia.

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