Corazón

El blog de Paloma García-Pelayo

La llamada que Campanario nunca olvidará

María José Campanario marcó el número de móvil de Belén Esteban el pasado 9 de agosto. Toda España conocía que la primera estaba ingresada en una clínica psiquiátrica malagueña y resultaba impensable que esa llamada se produjera. Si hubiera ocurrido en otras circunstancias, es decir, sin que María José estuviera en tratamiento médico, también habría sido noticia, pero en este caso, el contexto es importante.

Estas dos mujeres llevan enfrentadas desde que cada una existe para la otra, no son amigas ni remotamente y su relación nunca ha sido buena. Si hubo algún intento puntual de acercamiento da la impresión de que fue el mismo Jesús Janeiro y sus decisiones para con Andrea, la hija en común que tuvo con la Esteban, quien se interpuso entre ambas. Pero este pasado agosto, la mujer de Jesulín de Ubrique intentaba recuperarse de un annus horribilis de ingresos hospitalarios, relacionados con la fibromialgia que padece según desveló la periodista y amiga de María José, Carmen Pardo.
La primera semana de julio en casa Janeiro Campanario se tomó la decisión. Me aseguran que fue Jesús quien, muy preocupado por el estado de su mujer, decide acudir a una clínica malagueña especializada en tratamientos psiquiátrico. Estaba lejos de casa, pero confiaba en quien se la había recomendado. Había que poner remedio. Ella estaba sufriendo y él también. Las imágenes emitidas en televisión y las fotografías publicadas en diferentes medios, captadas en diferentes momentos a la salida del centro médico, mostraban con evidencia el delicado estado de la mujer de Jesulín de Ubrique, pocos días después.

María José Campanario acompañada por Jesús Janeiro en una de sus altas del centro psiquiátrico / Gtres

Durante semanas vimos como entraba y salía de la clínica, paseaba por la playa y se daba baños de sol con aspecto desmejorado y una extraña manera de caminar. De esas tremendas imágenes me quedo con el inmenso amor con el que Jesús trataba a su mujer. Las cámaras a un metro, pero no importaba: la besaba, le extendía protector solar, le ayudaba a caminar, la sostenía. Janeiro ha pasado meses muy duros, viajando casi a diario para verla, a más de 200 kilómetros de casa e intentando, a la vez, ocuparse de los hijos de ambos. Ha estado al límite, pero se propuso sacar a su mujer adelante. ‘Es lo único que tenía claro y le importaba’, me explica quien lo sabe bien. Lástima que luego pierda mucho cuando contesta que solo habla para “el ¡Hola!”. Celebro que lo haga. Es libre de hacerlo y buena noticia que conceda declaraciones, pero es el último argumento para no contestar a los reporteros. Ahí, pinchamos, maestro.

Nadie sabe qué llevó a María José Campanario a marcar el número de Belén. Solo ella o quizá realmente no lo sabe ¿Querría conciliar, acercarse a la madre de la hija mayor de su marido? Según ha narrado Belén, hablaron de su hija Andrea fundamentalmente y de cómo le transmitió su deseo de verla a solas en su casa. Cero reproches, cero malas palabras. Soy de las que piensa que su intención era buena. Hablar con Belén, enfrentarse a ello. Que hizo esa llamada en uno de los peores momentos, en pleno tratamiento e ingresada, es obvio. Probablemente hoy esté arrepentida de haber marcado ese número de teléfono o quizá no.

Me pregunto qué le ha llevado a este delicado estado de salud que, por otra parte, va mejorando día a día. Siempre he pensado que es fuerte. Puede caer bien o mal, pero creo que esta mujer ha demostrado agallas. Cuando su detención y posterior condena judicial por su implicación en el escándalo conocido como operación Kalos, su imagen se desplomó y parte de su vida también. Pero siguió adelante. Quiso estudiar Odontología y nada ni nadie la paró. Cuando la universidad privada madrileña en la que se matriculó y en la que cursó el primer año no le permitió seguir por tener una condena en firme (el Tribunal Supremo confirmó la sentencia condenatoria por falsedad de documentación oficial y tentativa de estafa en julio de 2012) Campanario se hundió de nuevo, pero por poco tiempo. Después de intentarlo todo en España, cogió los bártulos y apuntes y cursó el resto de carrera en Portugal. Lo consiguió y en 2015 se graduó como odontóloga en la universidad CESPU de Oporto. Cuando empezaba a ejercer y recuperar todo el tiempo que había invertido en su carrera lejos de casa, llegan los problemas de salud; mejor dicho, se agravan. La fibromialgia ya la padecía mientras estudiaba la carrera.

María José Campanario acompañó a Jesulín a sus recientes compromisos en Navarra / Gtres

Belén también ha tenido sus altos y bajos y también le echado mucho valor. Recuperada de las adicciones que la perdieron durante unos años, ha demostrado que se puede salir si crees en ello y te lo curras. Ella sabe lo que es estar enferma y además tener el foco mediático pendiente de ti. Por eso me he preguntado, desde que supe que iba a contar la llamada que María José le hizo durante su ingreso, por qué decide contarlo. Es cierto que lleva casi veinte años retransmitiendo su vida. Ella misma lo reconoce. Vende todo (o casi todo) ¿Qué lleva a Belén Esteban a narrarlo públicamente? Se me ocurren varios motivos, pero ella misma me saca de dudas: “Hablo hace años de todo lo que ocurre en mi vida. Esta llamada me ha pasado este verano y decido contarlo también. Cada verano me siento a la vuelta en el Deluxe. Te aseguro que no lo he contado todo porque me di cuenta de que no estaba bien. ¿Todo el mundo puede hablar de cómo está menos yo? No lo he contado todo. Me negué.”

La familia de María José está muy dolida. Creen que Belén se ha aprovechado “de una conversación privada y dándose cuenta de que no estaba bien”. Sin embargo, no hay intención de demandar a Belén Esteban. La entrevista puede provocar debate moral de si debía haberla contado o no, y vender que iba a hacer temblar Ambiciones. No ha sentado nada bien, pero de lo dicho, nada es demandable.

María José es a la vida de Belén lo que la Campa a la Esteban. Cada una está en la realidad de la otra sin desearlo, pero mucho de lo que ellas mismas hacen les enreda una y otra vez en un bucle interminable. Esta llamada nunca la olvidarán. Jesulín, tampoco. Quizá si no hubiera colgado a Belén cuando le aviso de la extraña conversación y le hubiera contestado, por ejemplo, con un escueto: ‘Gracias por tu llamada Belén, pero prefiero no hablar contigo sobre este asunto’ quizá no estaría escribiendo esto que acaba aquí. Sólo quizá.

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