Corazón

La pareja contrajo matrimonio en Mustique

Restricciones y exigencias: los detalles menos elegantes de la boda de Ana Boyer y Fernando Verdasco

  • JM Ávila
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Lo han conseguido. Proteger de curiosos y móviles indiscretos la que estaba llamada a ser la boda del año no era una tarea fácil, pero ha tenido un final feliz. El clan Preysler ha sabido manejar bien la privacidad que exigía el enlace y los invitados han encajado -y ejecutado- con maestría las directrices que han logrado que la boda de Ana Boyer y Fernando Verdasco se vea finalmente por primera vez en ‘¡Hola!’. Salvaguardar las imágenes de los novios era la máxima prioridad sí, pero lograr que los planes de los contrayentes fuera un secreto ya ha sido una labor más infructuosa. LOOK sabe cómo se fraguó el hermetismo de la ceremonia y conoce algunos de los detalles menos glamurosos de la boda. Esos que no salen en las revistas, pero que luego permanecen de manera unánime en la memoria de los invitados.

Móviles no. Esa era la primera directriz dada por los novios y que no pilló por sorpresa a nadie. Tanto Ana como Verdasco se encargaron personalmente de pedir a los suyos que no generasen momentos incómodos con las redes sociales y finalmente se optó por prohibir del todo los teléfonos móviles para evitar tentaciones.

Eso sí, algo más permisivos fueron con los momentos posteriores al enlace. Una vez pronunciado el ‘sí, quiero’, los novios dieron carta blanca a la tecnología y pudieron inmortalizarse los primeros momentos nupciales. Pero una restricción más: nada de compartir en redes sociales las imágenes.

Ana Boyer en la Bridal Week 2017 en Barcelona / Gtres

Un vestuario medido y ‘a medida’

Como en toda boda de postín que se precie, el vestuario es algo totalmente decisivo. LOOK ha podido saber por fuentes de toda solvencia que cada uno de los detalles  que componían el atuendo de ambas familias han sido seleccionados con esmero debido a los compromisos que el matrimonio contrajo con algunas marcas. De bruces con esta realidad se dio Olga Carmona, madre de Fernando Verdasco. La madrina quería haber lucido para la boda de su hijo un modelo de la diseñadora Vicky Martín Berrocal, pero finalmente no pudo ser. La organización del enlace ya había acordado quién vestiría a la madre del novio y quedaba poco margen de maniobra.

Una comida ‘campera’ para abrir boca

Pero no todo fue glamour y sofisticación en la boda de Ana Boyer y Fernando Verdasco. El día antes a la boda, el pasado 6 de diciembre, los novios organizaron un acto mucho más informal. Según ha podido saber LOOK, el tenista y su novia reunieron a los invitados en una gran comida al estilo campero en la que todos disfrutaron de comida y bebida variada.

En este acto previo todos llevaron un atuendo bastante sport e incluso Feliciano y algún otro invitado se quitaron la camiseta ante las elevadas temperaturas de la isla de Mustique. En definitiva, esta fue una celebración mucho más relajada donde los novios pudieron descargar tensiones de cara al gran día.

Ana Boyer anima a Fernando Verdasco el pasado mes de noviembre en el Masters de París / Gtres

Aquella comida fue el momento idóneo para que los 60 invitados pusieran en común sus particulares circunstancias para estar ese día allí, a miles de kilómetros de sus casas. Hay que recordar que los invitados tuvieron que costearse el viaje y hubo quien, debido a las dificultades logísticas que implica viajar a Mustique, declinaron la invitación y dieron sus mejores deseos a los novios de manera virtual.

[El motivo que ha obligado a Ana Boyer y Fernando Verdasco a adelantar su boda]

Según adelantó LOOK, los afortunados que han acompañado a la pareja han tenido que pagar el viaje desde Madrid hasta dos islas del Caribe, Santa Lucía o Barbados. Haciendo escala en Miami -como estaba previsto- el billete podría haber costado unos 1.200 euros. Una vez aterrizados en una de estas dos islas, una avioneta los trasladó hasta la isla de Mustique, donde se ha oficiado la ceremonia y donde han pasado dos noches. Esta segunda avioneta más las dos noches de alojamiento han costado a los ‘elegidos’ casi 1.500 euros. En definitiva, cada invitado ha destinado, solo para gastos de desplazamiento y alojamiento, más de 2.700 euros. Un coste de por sí elevado al que hay que sumar el hecho de que algunos de los asistentes han tenido que cogerse días de vacaciones, comprarse ropa y, por supuesto, agasajar a los contrayentes con un regalo de boda.

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