Corinna vs. Marta | Dos estilos opuestos en el corazón de un rey
Una morena y una rubia, y además por este orden. La noticia del idilio que el rey emérito mantuvo con Marta Gayá desde el año 1990 hasta el 2003, ha paralizado la actualidad informativa de nuestro país. Cuando parecía reposar la convulsión que en su día suscitó el romance de D. Juan Carlos con Corinna Zu Sayn Wittgenstein (2003-2014), esta nueva historia de amor con carácter retroactivo dinamita a borbotones la imagen ya deteriorada del monarca.
Sin adentrarnos en los porqués ni en los flecos de carácter sentimental, lo cierto es que estas dos mujeres, de perfiles similares, son dos polos opuestos tanto en belleza como en cuestión de estilo. Frente a la sofisticación y el charm de Corinna aparece ahora la sencillez y sobriedad de Marta Gayá. Un duelo fashion con un solo punto en común: el indiscutible atractivo que ambas derrochan, cada una en su particular manera.
[Ver galería: Duelo de estilo entre Corinna y Marta Gayá]
Y es que, empezando por el cabello, Marta luce, en las contadas imágenes que existen de ella, una melena oscura sin artificios propios de haber pasado en exceso por el salón de belleza. Maquillaje sutil, zapato plano, joyas minimal y complementos de lujo -como un Kelly de Hermès bicolor- que pierden fuelle en algunos de sus looks más producidos.
En sus outfits de corte más informal, Marta ha jugado con toques de color puntuales (sobre todo en verano) consiguiendo, de forma magistral, que la sencillez siga siendo el punto fuerte de su imagen. Y es que, pasar desapercibida siempre fue su gran misión.
Y frente a la discreción de su predecesora en el corazón del rey, Corinna trajo la seducción sofisticada con unos looks absolutamente arrolladores, más propios de una celebrity internacional en la alfombra roja. Cabello rubio platino, labios voluptuosos, tacones infinitos, maquillaje explosivo y joyas dignas de precisar seguridad.
En el día a día, Corinna ha conseguido que las prendas más ‘casual’, combinadas en un mismo estilismo, dieran como resultado un outfit de perfil alto. Imposible no ver a una mujer con semejante halo de glamour. Precisamente una manera de llamar la atención que dio por terminada su «entrañable amistad» con Don Juan Carlos.